Capítulo 17

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Luego de aquella noche de agosto en la que habíamos descansado juntos por primera vez, nos turnábamos en visitarnos y dormir en la pieza ajena (actividad también se volvió parte de nuestras extrañas rutinas), abrazados conversando sobre trivialida...

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Luego de aquella noche de agosto en la que habíamos descansado juntos por primera vez, nos turnábamos en visitarnos y dormir en la pieza ajena (actividad también se volvió parte de nuestras extrañas rutinas), abrazados conversando sobre trivialidades o cosas nuevas de las que Viktor me comentaba. En poco tiempo, adopté la costumbre de apoyar mi cabeza sobre su pecho cuando nos abrazábamos, ese simple acto al principio justificado por el frío clima, formaba parte de nuestras necesidades básicas, así como también respirar su dulce aroma liberarse mientras descansábamos. Ambos nos sentíamos felices en nuestro mundo, para ello decidí ignorar las palabras de Phichit. Si bien no le guardaba rencor por lo que me había dicho, aún me dolía recordar sus palabras. Quise creer que ese sentimiento que tenía por Viktor era tan parecido como el que tenía por los libros o las flores que descubría al leer los libros de botánica que me traía.

Viktor cada día era más risueño y amable, abrazándome constantemente y dejando besos en mi cabeza. Sus ojos centelleaban como pequeñas estrellas en su gran fondo azul cuando le comentaba que me atraía la idea de ir a la ciudad con él, de conocer nuevas personas y descubrir que me podría hacer tan feliz. Si bien sería el primer viaje de ambos si es que lográbamos salir del valle, sabía que podía confiar ciegamente en él. Mi corazón latía siempre emocionado cada vez que el mencionaba sobre su sueño de patinar en las presentaciones de aquel país tan frío que difícilmente recordaba el nombre, así como soñaba en verlo en aquel extraño atuendo mientras hacía piruetas. Aún recuerdo la primera vez en la que él se había parado al centro de mi pequeña pieza y había hecho extrañas poses que el principio me parecieron chistosas sin embargo al verlo moverse mientras tarareaba dejé de reírme para observarlo con interés, su cuerpo atlético formaba preciosas líneas en las que sus músculos se tensaban y permanecía un par de segundos mostrándome una pizca de lo que sabía.

Las pocas veces que mi madre salía rumbo al molino, nosotros aprovechábamos aquel corto tiempo para cocinar algo juntos, las primeras veces el de cabellos plateados siempre quemaba por arte de magia el alimento, bastaba dejarle un par de segundos junto al fogón y ya era todo un peligro por lo que prefería que me ayudase con picar frutas o los vegetales, a pesar de que insistía en querer estar a mi lado junto al fuego cuidando de la comida. Viktor era muy bueno en muchas cosas, pero definitivamente era un fiasco en otras, aquello me hacía pensar que no era tan perfecto como hubiese pensado en un principio y era un humano más, con errores, alegrías y miedos.

Hubo momentos en los que él me cuestionaba qué era, con respecto a si era un alfa, un omega o un beta y en respuesta siempre lo evadía; no quería profundizar en el tema el cual desconocía pero tenía consciencia que nos alejaría. Yo era un omega y eso no iba a cambiar, tendría un destinado así como Viktor, ambos nos separaríamos y eso me hacía sentir profundamente triste y confundido. Odiaba que Phichit tuviese razón, odiaba recordar sus palabras.

Chris seguía suministrándome una serie de medicamentos, los cuales me dejaban aturdido o a veces bastante irritado. Viktor esos días me acompañaba con una mirada preocupada entrelazando una de nuestras manos para con la otra peinarme con sus dedos, todo ello siempre a escondidas de los ojos de mi familia, tenía temor que me arrebatasen aquellos momentos de felicidad.

Forjando nuestro destino #ViktuuriAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora