Capítulo 22

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Había pasado cerca de medio año desde la vez que clavé mis colmillos en su piel aquel día en el bosque y aún seguía teniendo pesadillas (a pesar de ahora tenerlo en mis brazos) con el recuerdo de su trato gélido y su rostro pálido, el cual me habí...

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Había pasado cerca de medio año desde la vez que clavé mis colmillos en su piel aquel día en el bosque y aún seguía teniendo pesadillas (a pesar de ahora tenerlo en mis brazos) con el recuerdo de su trato gélido y su rostro pálido, el cual me había destrozado más que las palabras que me había dedicado.

Después de aquella escena en el bosque, pasé dos semanas enteras a su lado, al cuidado de su cuerpo y salud; este había presentado paroxismo febril y pérdida de conocimiento por el shock que le había ocasionado al morderle. Su sistema me había rechazado fuerte y claro, como si tratase de lidiar con una enfermedad mortal; temía perderle y me odiaba por todo lo ocurrido, jamás había considerado la idea de enamorarme, desarrollar sentimientos tan fuertes y sólidos, realizar plegarias y buscar el perdón. El arrepentimiento me consumía.

Poco me había importado dejar mi trabajo suspendido por un tiempo, hasta ver aquellos ojos oscuros abrirse y esa boca dejar de recitar delirios por las altas temperaturas. Las profundas ojeras bajo mis ojos probaban como mudos testigos mis desvelos; acaricié sus cabellos negros, despejando su frente para cerciorarme de que su temperatura no se elevaría nuevamente.

Cuando Phichit mostró sus irises grises nuevamente al mundo, estos mostraron una profunda desolación, aquellos me arrastraron al mar negro y profundo de sus pupilas. Le pedí repetidas veces disculpas, no obstante el siguió mirado a través de mi como si yo fuese un fantasma. Jamás me sentí tan solo y vacío aun teniendo alguien a mi lado. Al ver su estado, fui a su centro de trabajo, justificando su instancia con un parte médico, inventando otra enfermedad que argumentase el tiempo de faltas y cuidados que le brindaba. Nadie más necesitaba ser partícipe o conocer aquello que no traería nada más que sin sabores al ascendente de tailandés, de ser sabido sería la comidilla y parte de las portadas que el mismo vigilaba. El no merecía más humillación de la que ya había sufrido por mi mano.

Dejé un beso en sus sienes al llegar con él en nuestro lecho, y fui consciente de un hecho al cual me había rehusado creer todo este tiempo, nuestra conexión se había perdido; abatido, mi lobo se dejó caer en el desconsuelo y la desesperación aquella noche, abrazando el cuerpo del moreno cubierto por el pijama. Comprendí perfectamente el dolor de Viktor cuando Yuuri se había portado indiferente con este. Afligido, abracé su cuerpo enterrando mi rostro en su espalda, buscando en él algo más que la fría y suave tela que lo envolvía o el aroma a antiséptico emanando de sus poros.

Phichit se había levantado por sí mismo luego de cinco días, sorprendiéndome, las huellas amoreteadas habían desaparecido de sus brazos y muñecas; sin embargo, la marca seguía aún en carne vida, sin mostrar signos de una correcta cicatrización, empapando la gasa que colocaba en su cuello con facilidad; su preciosa mirada oscura ya no mostraba la debilidad de las semanas pasadas, aquella habían renacido de aquella pesadilla, revelándose fuerte y consumido por un fuego que no conocía.

Forjando nuestro destino #ViktuuriAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora