Ya habían pasado nueve meses de mi llegada con los Katsuki, y este último mes había sido el mejor, mi conciencia y corazón se sentía más liviano. Sin embargo no entendía por qué Yuuri no se había acercado a mi estas dos últimas noches, me sentí un poco apenado al notar el vacío que había dejado en mí en tan poco tiempo. Decidí que esta noche fuese yo quien le visitase y descubriese qué es lo que le ocurría.
Esperé que anocheciese lo suficiente para colarme entre las sombras de la casa, luego de dispensarme de un dolor de estómago inexistente con su familia para así "irme a descansar más temprano", aproveché para entrar a su recámara y esconderme en el ropero, que a duras penas había entrado doblándome con cuidado. Había escuchado abrir la puerta y volverla a cerrar desde mi escondite, esperé unos minutos más a que las luces de la casa se apagaran, así como también si este se animaba a visitarme a mi pieza sin embargo no le sentí moverse, salvo pequeños ruidos de revolver sus sábanas.
Molesto, abrí la puerta de mi escondite, revelando mi presencia, pero el muy bobo parecía estar muy metido en lo suyo que ni siquiera había notado el pequeño ruido. Me senté en su cama, y sin meditarlo demasiado abracé su cuerpo oculto bajo las mullidas sábanas, notando como este se tensaba escandalosamente, cosa que me incentivo a envolverlo aún más fuerte, sin darle escapatoria de huir.
Fue allí cuando noté que su cuerpo temblaba ligeramente, acerqué mi rostro hasta hacerlo descansar en su espalda, a la altura de sus hombros, sin romper el abrazo férreo en el que lo mantenía envuelto. Conocía ese temblor como lo había visto en mí, era el temblor de todos sus demonios juntos, era dolor, Yuuri también se sentía herido. No sabía qué es lo que le había ocurrido, hasta donde recordaba ambos estaban bien hasta la mañana del día anterior.
Los sollozos mudos no tardaron en venir, percibí como este se ahogaba con ellos. Yo era pésimo en aquellas situaciones, jamás había lidiado con personas que sufrían, mi modo de lidiar con el dolor era diferente, me sentí inútil.
Si algo había sacado provecho del último celo, es que también había aprendido a lidiar con el tema de liberar mis feromonas a voluntad. Aproveché lo que había aprendido para ponerlo en práctica, liberando un poco de mi aroma en él, esta vez con la finalidad de animarle un poco y que su llanto parase. Su dolor me lastimaba, más de lo que podría haber imaginado, "¿Yuuri había sentido lo mismo cuando lloré?", pensé, mientras esperaba que su cuerpo dejase de vibrar.
Luego de varios minutos en donde palpé su agonía como mía, y sentí como mi corazón se quebraba a su lado le sentí calmarse, sentí su aroma como la primera vez, suave envolverme, aquel aroma que me recordaba aquella noche de invierno, el suave aroma de lo que los perfumes caros llamaban miel y musk, dejándome llevar restregué mi mejilla contra su espalda. Su aroma me reconfortaba, me agradaba más de lo que me permitía.
Esos dos días en soledad había abrazado su camisa en secreto, Yuuri debía haber notado que la primera camisa que me entregó no estaba con las demás que luego del celo devolví.
Sentí sus cálidas manos posarlas en mis brazos desnudos, aquello hizo que pusiera atención y dejase de divagar. Pude escuchar suaves murmullos, quizás se estaba debatiendo si tenía que hablar o no, esperé prudente para luego escucharle con voz llorosa una premisa para la que hizo que mi corazón se incendiase y mandase a volar mis absurdas ambiciones de una vez por todas. Aquella donde la razón le daba la razón a los sentimientos.
─ ¿Te quedarás a mi lado?
Mi cabeza se movió autónoma contra su espalda─ sí, siempre ─musité, sin meditar el peso de mis palabras.
Su cuerpo se encogió, dándome más espacio para terminar de echarme a su lado. Ambos no dijimos nada más, en el silencio noté como su cuerpo se laxaba hasta escuchar su profunda respiración delatando que este había quedado dormido, induciéndome también a un merecido descanso.
Cuando desperté su calor se había ido, froté mis ojos aún somnoliento, notando por fin su figura, sentado junto a la ventana mirando hacia el campo. Se veía hermoso, con el cabello aún enredado y los lentes enmarcando su rostro, con cuidado de no sacarlo de sus pensamientos me impulsé con los codos, sentándome para apreciarlo mejor.
Supe en esos momentos que me había enamorado, que si bien había sentido una atracción al principio por el menor, no solamente quedó en ello, los sentimientos que tenía hacia el habían mutado, experimentando sensaciones que jamás imaginé sentir y vivir una vida que no tenía planeada.
Yuuri al notarme se me acercó, abrazándome y hundiendo su cabeza en mi hombro me musitó un suave "gracias". Yo sólo atiné a asentir y abrazarle de vuelta, acariciando su espalda con cariño.
Yo tampoco quería estar solo.
Nota de la autora:
¡Capítulo narrado por Viktor!
¿Notaron el detalle del separador?, viernes en la madrugada me dediqué a hacerlo mientras intentaba conciliar el sueño. Busqué entre las imágenes que tenía y me puse a editarla, al igual que el detalle de la transición de colores que tenía en un principio el separador. Antes se notaban tres cortes y ahora se ve sólo dos 💕, por lo que la imagen preciosa de mi bebé y la "uniformidad" de color en el espacio izquierdo hace que lo vea hermoso (modestia aparte xD), espero que les guste mucho porque fue hecho con todo mi amor y cariño.
Les doy mini spoiler del próximo capítulo: el que narrará será Toshiya. ¿Qué creen que pasará?
Como siempre, si tienen alguna sugerencia con respecto a la ortografía y gramática soy toda oídos/ojos. Igual cualquier cosa me lo noticean ;).
Gracias de corazón a quién lo lea. <3
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Forjando nuestro destino #ViktuuriAwards
Fanfiction[AU] [Viktuuri] [Omegaverse] Yuri on Ice. Jamás había estado preparado para lo que le destino le tenía reservado. Él no tenía conocimiento ninguno para su verdadera naturaleza, la cual, le terminó despojándole de todo lo que consideraba propio...