Capítulo 20

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Alerta: escuchar la canción antes de leer el capítulo. Gracias.

Ya habían pasado más de tres meses, ambos aún nos estábamos adaptando al estilo de vida citadino, caótico y único

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Ya habían pasado más de tres meses, ambos aún nos estábamos adaptando al estilo de vida citadino, caótico y único. La primera semana ambos sufrimos un poco, el cambio de rutina, el trato rudo y elitista nos pasaba factura, sin embargo ambos lo estábamos sobrellevando lo suficientemente bien.

El trabajo en la mecánica había sido bastante llevadero; si bien al principio fue irritante ya que mi trasero y condición de Omega era el tema central de conversación; no obstante, mi puño precipitándose en la mandíbula de uno de esos mastodontes logrando que se estrellase con uno de los autos engrasados había sido suficiente para que los demás callasen. Emil, un chiquillo checo que trabajaba allí, había reído hasta las lágrimas al ver al líder de aquella panda de idiotas que eran nuestros compañeros de labor caer ante mi mano, la mano de un omega, humillándole.

Aquella noche había presumido a Yuuri mi derechazo, mientras él se reía y me regañaba, frotando mis nudillos enrojecidos.

Dentro de nuestra nueva rutinaria vida, los días transcurrían más rápidos pero no por ello el dolor y la culpa en Yuuri se aminoraba, esta parecía incrementar con el tiempo, hundiéndolo. Sabía que los lazos con su madre eran aún más profundos que con los que tuvo con Mari y Toshiya, por lo que era común que en las noches despertase entre pesadillas o se escapasen suspiros tristes.

Cuando tocaba el tema de buscar contacto por medio de su padre, sus ojos castaños rojizos me miraban resentidos, echándome en cara que no era nadie para recriminar ya que yo seguía resentido con mi madre al irse y abandonarnos, a mí y a mi padre. Era consciente que no estaba en condiciones de recriminarle, pero el peso en su corazón consumía al mío. Detestaba la idea de verlo sufrir en silencio por necedad y orgullo, por lo que trataba de compensar aquello con cuidar de él cuando volvía a casa, esperándole con una plática amena y un masaje en sus cansados hombros, lavando la loza cuando terminábamos de comer lo que él preparaba (ya que yo aún seguía siendo un notorio peligro en la cocina), abrazándole cuando le veía contrariado, entrelazando nuestros dedos mientras nos quedábamos viendo por largos minutos sin necesidad de palabras.

Si bien había tareas del hogar que no me agradaban del todo, entendía que también tenía un rol más activo en ella al tener una convivencia con la persona con la que planeaba compartir toda mi vida. Por lo que, por ejemplo, limpiar del baño un lunes por la noche o lavar los trastes, poco a poco formó parte de la rutina.

Pero habíamos llegado a un punto en que nos sentíamos abrumados; en lo personal, la idea de seguir viviendo en la casa de Phichit me resultaba desagradable, agradecía el gesto noble y desinteresado de ayudarnos, no obstante me era imposible cada vez más difícil y complicado tocar a Yuuri más allá de un abrazo o dormir en el lecho. Me sentía ajeno a ello, demasiado incómodo a pesar de que me esforzaba de sentir lo contrario. Sabía que con Yuuri pasaba algo parecido de vez en cuando al percibir también impregnado el aroma de Chris en las habitaciones sin embargo él lo había superado mucho mejor que yo, él buscaba aquel contacto que ambos habíamos compartido en el pasado. Una noche, Yuuri se acercó a intentar besarme, empero lo interrumpí colocando mi mano sobre su rostro, alejándolo; y antes de que se hiciese de ideas erróneas, le expliqué los motivos, por lo que ambos acordamos reunir dinero suficiente para alquilar o comprar nuestro propio hogar, uno donde nos sintiésemos a gusto y pudiese sentirlo mío y de Yuuri.

Forjando nuestro destino #ViktuuriAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora