¿Qué harías si pudieras meterte en los sueños de otros? Tal vez no lo sabes, pero eso es lo que hace Brisa, una chica ¿normal? ¿Alguien normal viaja en el mundo de los sueños mientras duerme? Ella sabe que es singular, así como un extraño desconocid...
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Todo ese día tuve miedo, el fantasma de esa persona me seguía, sentía su sombra detrás de mis pasos, y en cada respirar sentía el frio congelador del destino acechante. Esto solo era obra de mi imaginación por supuesto, pero no podía evitar pensar en el odio que esta persona podría tenerme, es decir, me metí en sus sueños, y vi cosas que tal vez no debí haber visto, ¿Qué es lo que iba a hacer cuando lo encontrase?.
—¡Brisa! ¡Deja de soñar despierta y ponte a trabajar! ¡¿No ves que hay un cliente preguntando por los artículos?!—dijo una voz ronca, senil y enojona que inconfundiblemente era la de la señora Bravo, la dueña de la tienda de regalos donde trabajo a medio tiempo en las tardes.
—Si, señorita Bravo, en un momento lo atiendo—le contesté; y de esta forma acudí al llamado del deber.
No me quejo, la señora Bravo paga bien, sin embargo al tener la edad pesando sobre sus hombros, no hay mucho que se pueda hacer conforme a su amargura, no la culpo, tener casi setenta años sin haberse casado pueden hacer a una persona perder los cabales, por eso aunque su rostro diga "se requiere crema anti-arrugas", para mi bien (y el bien de mi sueldo), ella siempre será la eterna "señorita" Bravo.
—Ese regalo es muy bonito, estoy segura que le gustara mucho a su esposa señor—le dije a un hombre calvo, con un bigote al estilo Cantinflas y cuerpo robusto, que observaba un collar de ámbar en forma de corazón.
—Podría ser, podría ser—mascullaba mientras se acariciaba la barbilla una y otra vez—pero el precio...
—No puedo hacer descuentos señor.
—¡¿Aún cuando navidad está a pocos días de llegar?! ¡¿Sabe lo que me hará mi esposa si no le llevo un regalo decente?!
—No señor.
—¡Dormiré con el perro! y lo peor de todo es que no tenemos perro—se lamentaba el hombre.
—Pero...
¡Oh no! el hombre rompió en llanto, y aunque realmente me compadecía de él, era imposible mirarlo sin reírse. Sin embargo estoy trabajando y uno no se puede reír de los clientes, aún cuando no pueden comprar el producto.
Finalmente le dije que le preguntaría a mi Jefa y que tal vez podría conseguir un descuento; solo de esa forma se calmó, tal como a un niño caprichoso al que se le da un dulce para que cierre la boca.
—¡¿Hacer qué?!—gritó la señorita Bravo—Cuando tengas tu propio negocio podrás hacer actos de caridad, pero mientras vendas mis mercancías no hay nada que puedas hacer.
Cabizbaja y vencida por la increíble codicia de la señorita Bravo, fui hacía el hombre a entregarle la mala noticia, sin embargo, el tenía en sus labios dibujada una sonrisa, ya que al parecer ciegamente creyó que yo había logrado resolver sus problemas. ¿Pero que podía hacer yo?, el mundo no es justo, y eso lo veo en los sueños de las personas a diario, no siempre se te da lo que quieres, aparte ya está muy grande como para ponerse a llorar por cosas así, no hay nada que yo pudiese hacer.
—Hasta luego, espero que a su esposa le guste muchísimo el collar.
¡Corazón de pollo! Terminé mintiéndole y le hice un "descuento" con el que podía pagar el collar, aunque ese "descuento" ¡era parte de mi aguinaldo! ¡Ay!.
"Lo consideraré como mi acto de buena voluntad navideño" me dije a mi misma, aunque en el fondo sabía que tal vez no había sido la opción más inteligente, pero bueno, era la ultima compra del día, el sol ya se había ocultado y era hora de ir a casa.
"¿Casa?", eso me recordó lo que pasaría al llegar allí, me tendría que dormir, y de esta forma él me encontraría, es cierto, teníamos una cita para mañana en la calle "Girasoles", pero yo no estaba preparada para ese encuentro, y me lamentaba a mi misma pensando que aunque no tuviese las agallas para ir, el me acosaría en mis sueños, es decir, el de seguro era un onironauta como yo, por eso sabía mi nombre y quién sabe desde cuando vigilaba mis sueños, ¿será que desde el día que entré en su primer sueño? ¿desde ese momento habrá sabido de mi presencia?
No quería llegar a casa, por que no quería dormir ni soñar, pero la oscuridad de la calle me daba más miedo, ya que a cada paso sentía que una figura tenebrosa me perseguía, una mirada oculta que me atravesaba como una espada helada, como me repetí todo el día, era mi imaginación. Pero la silueta de la persona seguía en mi mente, presente en todos lados, en cada calle, en cada rincón, y lo peor de todo, en mis pensamientos. Mi vuelta a casa se volvió insoportable ya que no sabía si en algún momento nuestro encuentro podría adelantarse, y tal vez de la nada él apareciese frente a mi y tomara venganza por mi intromisión en su lugar más vulnerable, sus sueños.
Ilustraciones por @misheru77 (Instagram) http://www.imgrum.org/user/misheru77/2903834459/1340889324761126745_2903834459