Capítulo 29

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Relatado por Hugo

La adrenalina que sentí en ese momento, jamás podré olvidarla. Hace tres días que estoy en el hospital recuperándome de una pequeña cortada y algunos golpes. En mi opinión, realmente no es tan malo como para tenerme todo este tiempo aquí, sin embargo de alguna forma mi padre estaba especialmente preocupado y me ha tenido en esta habitación de hospital todos estos días. Pero estoy muy feliz, porque ella está viva.

Ese día en cuanto me di la vuelta para ignorarla pude ver como se dirigía al estacionamiento. Quería pensar que no le sucedería nada, sin embargo mi conciencia no me dejaba dar un paso más, así que la seguí en secreto. Primero se topó con mi hermano Bruno y hasta aquel instante todo parecía bastante normal. Caminé un poco más detrás de ella y cuando vi que se dirigía a su auto pensé que probablemente "ese" no era el día de su muerte.

Estuve a punto de darme la vuelta, cuando sucedió algo no me dio buena espina; vi como ella paraba las orejas para escuchar una conversación. Xavier el chofer estaba hablando con un hombre que no parecía de fiar, totalmente vestido con ropas oscuras. Desde el lugar donde yo me encontraba, no podía escuchar nada de su conversación, pero por el rostro de Amelia pude ver que algo no andaba bien. Entonces salí de mi escondite con la esperanza de alcanzarla, pero lo único que sucedió fue que ella subió a su auto tan rápido como Xavier y su acompañante descubrieron su presencia. Al final pude ver su rostro asustadizo en el retrovisor y me pregunté ¿cuál sería la causa de tal terror?

Al mismo tiempo que ella salía del estacionamiento a toda velocidad, el hombre de negro se despidió de Xavier y se oculto detrás de los árboles, sacó su teléfono e hizo una llamada mientras observaba penetrantemente el auto de Amelia. Fue ahí cuando lo supe, "ese" era el momento de su muerte.

Corrí a todo dar hacía mi coche tan sigilosamente como pude. Fue una suerte que al bajar del auto hace apenas dos horas me hubiera quedado con las llaves, mi padre saldría en poco tiempo buscando un auto para regresar a casa y no lo encontraría. Pero a mi no me importaba, yo conducía como un loco con las palabras del Julián del futuro en mente "si realmente crees que puedes cambiar el curso de la historia, salva a Amelia".

No entendía porque tenía un mal presentimiento, podría ser que todo lo que vi en la máquina fuese una mentira, un error de programación, pero si era cierto, no iba a dejar que algo tan horripilante pasase.

Seguí su auto, pensé que no la alcanzaría, iba demasiado rápido, sentía en su rapidez la ansiedad que ella tenía por llegar a casa. Bajó de su carro y yo estacioné el mío una cuadra más atrás. Salió corriendo de su auto y con nerviosismo abrió su puerta. Cualquiera se habría dado la vuelta al ver que había llegado a salvo. Pero yo sabía que según la versión del futuro, su asesinato se había disfrazado como un suicidio, y la gran mayoría los suicidios suceden en casa. Así que esperé afuera, observando desde mi coche durante al menos media hora, hasta que un hombre llamó mi atención. Tenía el rostro tapado con un sombrero y sus ropas eran oscuras como la noche.

Rápidamente comenzó a forzar la puerta con unos clips de metal, y con bastante agilidad, logró abrirla. ¡No! ¡No! ¡ella no podía morir! Pero ¿qué podía hacer yo? ¿qué cambiaría alguien como yo en una situación así? Llamé al numero de emergencias reportando un robo, eso sería suficiente ¿cierto?

—¡Tengo que ser un estúpido!—me dije a mi mismo antes de salir corriendo. Subí las escaleras con el corazón latiendo como loco y al entrar a la habitación vi al hombre ahorcando a Amelia. ¿Ella estaba muriendo?

—¡Aléjate!—grité.

Soltó sus manos de la garganta de Amelia y saco una navaja del bolsillo. ¿El terminaría matándome? No lo sabía, pero tenía más miedo de verla morir, que del hombre que estaba frente a mi. Así que tomé la escoba que estaba a un lado de puerta y comencé a golpear al hombre con ansiedad.

No sabía que tal fuerza podía caber en mi, pero todo mis esfuerzo estaban concentrados en golpear a ese hombre. En mis hombros se encontraban la vida de Amelia e incluso la mía. Intentó apuñalarme al corazón, pero sólo logró rasgar un poco mi piel.

—Eres fuerte—se burló de mi—pero no lo suficiente—no supe como, pero logró arrebatarme la escoba y comenzó a golpearme con ella—quería matarte con la navaja, pero será más divertido apuñalarte una vez que te haya golpeado lo suficiente.

Caí al suelo, el hombre me pateaba y después me golpeaba con la escoba mientras reía siniestramente. Y Amelia al parecer no despertaba, ¿realmente no había valido la pena seguirla? ¿la historia sólo cambiaría porque yo moriría con ella?

—Que gracioso, hacerte el héroe para morir a su lado—se carcajeó. Por alguna razón sus palabras me encendieron y tomé todas mis fuerzas para patearlo en la espinilla, me incorporé y usé mis puños para golpearlo en la cara, uno tras otro. Y cuando sentía que estaba punto de quedarme sin fuerzas escuché una sirena. El hombre, cual animal salvaje escapó. Probablemente saldría por la puerta antes de que llegaran los policías, pero yo no tenía la fuerza para perseguirlo, me dolía el cuerpo y la piel de mi pecho.

Me acerqué a Amelia, tomé su pulso y pude confirmar con lágrimas en los ojos que ella seguía con vida, simplemente estaba desmayada. Mi sollozo tomó mis últimas fuerzas y caí rendido a su lado.

—¿En que piensas?—escuché una voz que me sacó de mis recuerdos.

—Nada, sólo estaba pensando en ese momento—respondí mientras observaba el suero del hospital.

—Sobre eso...—colocó su fleco detrás de la oreja derecha—gracias.

—Yo no podía dejarte morir Amelia, pero...por eso mismo te pido que ya no te involucres más, agradezco que vinieras a visitarme al hospital, pero eso es todo.

—Hugo, por favor, te debo la vida, yo incluso creía que tu eras la persona de la que me debía cuidar, pero veo que no es así, y si hay algo que yo pueda hacer por ti, ¡lo haré!—clamó con entusiasmo.

—¿Cómo sabes que no soy la persona de la que debes cuidarte? Mira, esta vez te salvé, pero yo no soy un superhéroe, ¿puedes verlo?—le mostré la cortada en mi pecho—no puedo protegerte, mientras más te involucres más problemas me causarás; lo mejor que puedes hacer es mantenerte al margen, de otra manera...morirás.

Sueño erranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora