Capitulo 16

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—Es una despedida ¿cierto?—grité al no obtener respuesta.

—Lo lamento—murmuró Julián.

—¡Esto no puede ser verdad!, ¿me hiciste pasar por todo esto para irte hoy?, ¡¿estás bromeando?!.

—Desde que me dijiste que Hugo estaba en la ciudad planeaba irme, pero sabía que tu cumpleaños se acercaba, así que simplemente quería darte un regalo....

—¿Y marcharte?, ¿así cómo así?, ¿tan fácil?. No puedo creer que hicieras esto, ¿qué pasará con tus padres?, ¿con tu hermana a la que supuestamente yo iba a entrenar?.

—Tengo que esconderme, Hugo no tardará en encontrar la casa que mis padres tienen comprada aquí. No es el fin del mundo, y con respecto a mi hermana, ustedes aún podrán encontrarse en sueños, podrán verse en muchos lugares—tomó mis dos manos mientras sonreía amablemente—está vez no solo en Londres, si no en Paris, Roma, Praga, donde quiera que ustedes deseen.

—No serán más que sueños, además ¡¿en qué momento te podré ver a ti?!—en ese momento solté sus manos con fuerza y comencé a llorar—¿cuándo?, tú apenas puedes tener sueños lúcidos, ¿cómo nos podríamos ver otra vez?.

—Practicaré mucho, te aseguro que en poco tiempo podré tener sueños lúcidos, entonces me encontraré contigo. Pero por el momento está mi hermana y de ella podrás tener noticias de mi, en sueños podrás ayudarla a mejorar, y pronto encontraremos a mis padres. Pero por favor, no llores—utilizó una de sus manos para secar las lágrimas que corrían por mis mejillas—no planeo olvidarme de ti, ni de las cosas que hiciste por mi, así que este es el último favor que te pido. Por favor no permitas que Hugo me encuentre, ¿podrías hacerlo?.

—Lo haré—musité.

—Gracias por todo Brisa, creo que es tiempo de irme.

—Adiós.

Me abrazó gentilmente y se dio la vuelta, tomó el camino a casa mientras yo seguía sollozando en silencio. Ya había experimentado esta sensación anteriormente la primera vez que se fue. Pero en aquel entonces yo no quería saber nada de él, porque tenía miedo. No obstante hoy, me dolía pensar que probablemente sería la última vez que vería su semblante risueño y alegre. A partir de este momento los rastros de él y su hermana no estarían presentes en nada más que sueños, y todo lo que viví con ellos poco a poco parecería no haber existido, para dejar simplemente mi realidad y unos tantos recuerdos dolorosos.

Cuando entré a mi casa con él rostro inundado en lágrimas mi padre solo pudo hacer una mueca dolorosa y dijo:

–Ya vendrán mejores.

Mi madre que siempre dice las cosas más imprudentes no preguntó nada y juntos me abrazaron hasta que mis sollozos desaparecieron. Después de un rato me soltaron y me dijeron que me arreglara, que mi familia estaba en camino para comer en casa. Faltaba bastante tiempo para que ellos llegaran pero creo que mis padres sabían que en ese momento yo necesitaba estar sola, y simplemente me dieron la excusa para estarlo.

Subí a mi habitación y chequé mis mensajes. Tenía muchas felicitaciones de mis amigos que ahora estaban en la universidad, respondí con detenimiento a cada una de ellas y me desplomé sobre mi mullida cama mientras veía el techo.

Llegué a pensar muchas cosas, como ¿qué hubiera pasado si nunca hubiera visto el sueño de Julián?, si las cosas hubieran pasado de esa forma hoy no estaría sufriendo. Pero aunque era doloroso, el baile de hace unos momentos aún llenaba mi corazón de alegría. Era cierto, Julián nunca tuvo ninguna mala intención, incluso esperó hasta mi cumpleaños para irse, entonces ¿porqué me sentía tan herida?

En unas horas empecé a escuchar voces en el piso de abajo, las cuales seguramente eran las de mis tíos llegando a la casa. No bajé inmediatamente debido a que escuché los murmullos de mi mamá contando mi "desgracia". Al parecer mis tías parecían muy interesadas en la "decepción amorosa" que acaba de atravesar. Si tan sólo supieran la verdad. Bueno, eso es algo de lo que no se puede hablar, durante todo este tiempo jamás pensé en Julián como un amigo o como el chico que me gustaba, si no como una persona intrigante que no podía definir, ni aún ahora. ¿Amigo? Tal vez, ¿el chico que me gusta? Tal vez, simplemente no lo sé, y mucho menos ahora que se fue. Poco a poco sentía que mi garganta volvía a cerrarse cuando de repente escuché un portazo abajo y la voz jadeante de una mujer senil. En definitiva, esa era la señorita Bravo, ¿la habrían invitado a mi cumpleaños?, eso no lo sabía, pero aún así bajé a toda prisa como si estuviese en el trabajo a la orden de sus palabras. Sin embargo cuando bajé en vez de recibir una felicitación, puso sus grandes manos viejas y arrugadas en mis hombros y preguntó con ansiedad:

—¿Cuál era el nombre del chico que vino a verte la última otra vez?.

Mis padres se quedaron boquiabiertos ante la pregunta. Tal vez pensaron en callarla para no hacerme recordar los hechos, pero por el estado de agitación en que se encontraba la mujer simplemente guardaron silencio.

—Julián.

—Su apellido, te lo ruego, dime su apellido.

—Cortés, Julián Cortés.

—¡¿Dónde está?!, dime Brisa, ¿dónde está?.

—Él...se fue—respondí cabizbaja y en el momento en que sentí que las lágrimas iban a inundar mi rostro escuché los sollozos de la señorita Bravo que estaba frente a mi. En ese momento me sentí trastornada, jamás en la vida había visto a esa mujer mayor llorar de tal manera, tan vulnerable, tan débil e incluso...tan hermosa.

—¡Ese muchacho era mi nieto!—chilló—¡¿Dónde está?!, ¡Dios mío! ¡¿Dónde está mi Julián?!

Sueño erranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora