Save Me. {j.b}

Capitulo 8.

Hannah refriega sus manos por todo su maquillado rostro, a diferencia de Diana que solo suspira.

—¿Por qué es tan estúpido?

—Cree que yo solo quería casarme con él por el simple capricho de estar casada como ustedes dos.

Diana me señala.

—Dime que eso no es cierto.

—¡Pero claro que no lo es!

Y hasta ahí seré capaz de contarles sobre mi relación con Justin y los conflictos matrimoniales. No podría decirles que en verdad me golpea y el odio que siente hacia mí es mucho mayor de lo que podrían imaginarse.

—¿Cree que tú quedaste embarazada a propósito?

Asiento metiéndome pan en la boca.

—Es un idiota.

Dime algo que no sepa.

Todo lo que sigue en el almuerzo son intentos de evadir la realidad con mi marido. Así que hablamos sobre tener una hermosa cena familiar el próximo fin de semana, donde tendré que actuar y rogarle a Justin para que venga a guardar apariencias conmigo. Lo que resta es despedirse y abrazarse como si no hubiera mañana, cosa que sería lo mejor que podría ocurrirme siendo que ahora tengo que enfrentarme a Justin.

—Salgan, iré a saludar a un amigo.

Diana me saluda con la mano mientras se alejan de mí. Me siento en un taburete de la barra y alzo la mano llamando a Jeff que me pide que lo aguarde un segundo. Un hombre se sienta a mi lado.

—Hola —dice agradablemente.

Lo miro y sonrío con los labios apretados. Vuelvo a ver a Jeff, luego recuerdo el rostro del hombre y... Volteo a verlo nuevamente.

—Disculpa, pensé que no nos conocíamos —digo sonando como una estúpida.

Su boca se extiende en una sonrisa que muestra todos sus perfectos y derechos dientes blancos.

—Eres la amiga de Jeff. Isabella, ¿cierto?

Asiento con la cabeza.

—Y tú Brandon, su primo.

Vuelve a sonreírme. Giro en el taburete para quedar frente a él y me acomodo el pañuelo alrededor de mi congelado cuello. Brandon pregunta acerca de cómo estoy, qué ando haciendo por allí si se suponía que yo solo soy una amiga de domingo, según Jeff.

—Veo que se han hecho amigos. —Jeff apoya los antebrazos frente a nosotros en la barra de roble—. Ella es mi amiga, no me la quites.

Rio.

—Sólo estábamos platicando —dice él.

Y es cuando se me viene a la mente que Brandon ha visto los moratones de mis muñecas. Incómoda, escondo las manos dentro de mi saco y aparto la mirada mientras ellos se debaten quien es mejor. 

—¿Ya te ibas? —Pregunta Jeff.

—Claro, pero dijiste que debía saludar antes de partir.

Me sonríe con dulzura.

—¿No te quedas a tomar un café conmigo? —Pregunta Brandon.

Frunzo la nariz.

—No te gastes, primo. Ella es casada.

Ojalá no lo fuera.

—¡Cómo amigos! —Alza sus manos en el aire.

—Claro —digo vacilando.

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