Capitulo 33.

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—Podemos ir ahora mismo a comprar los muebles para la habitación, ¿qué dices?

Justin ríe. 

—Digo que no porque debes descansar. —Frena ante la luz roja—. Y debes callarte un rato, cariño. 

Frunzo el ceño llevando las manos hacia mi vientre para acariciarlo. 

—Papá ya se está cansando de mí y aún quedan cuatro meses. 

Lo oigo reír nuevamente cuando avanza ante la luz verde. 

—No me estoy cansando, pero en serio debes descansar. 

Alzo un hombro cuando soy víctima de un bostezo que delata mi cansancio. Justin voltea a verme fugazmente y posa una mano en mi pierna. 

—¿Y mañana?

—Veremos, Bella no quiero que andes mucho tiempo fuera de la cama. 

Ruedo los ojos. 

—Yo sé lo que tengo que hacer, drew. 

—No nos arriesguemos. 

Si bien sé que mi embarazo está en una situación delicada, quiero salir a arrasar con todas las muñecas, vestidos, zarcillos, mantitas, y todo lo que pueda ser para una niña. Prefiero cuidarme antes de sufrir lo que ya pasé tres años atrás con Max, porque sé que perder un hijo es una de las peores cosas que pueden ocurrirte en la vida. Sin contar que entiendo que debo estar en la cama, pero también quiero comenzar a preparar la llegada de mi hija. 

—Está bien, no voy a discutir —susurro observando mi hinchado estómago—. Otro día podemos ir de compras, Leah.

No lo estoy observando, pero sé que sonríe cuando busca mi mano para estrecharla con la suya. 

Bueno, si tuviera que definir mi situación, podría decirse que estoy en la misma que una princesa porque Justin no me deja hacer absolutamente nada, me da todos los antojos y hasta se queda conmigo en casa las 24 horas del día. 

—Estaba pensando que quizá debamos salir hoy —murmuro pasando mis dedos por su cabello. 

Nos encontramos tirados en el sillón envueltos en mantas mirando televisión mientras desayunamos, Justin está acostado sobre mi regazo abrazando una de mis piernas como si de una almohada se tratara. 

—¿A dónde quieres ir?

Le quito el cabello demasiado largo para ser común en él sobre sus ojos y me inclino un poco hacia delante para verlo. 

—¿Al bar de Jeff? Y luego podemos salir a comprar cosas para Leah. 

Alza un poco su rostro en mi dirección y rueda los ojos.

—Eres insoportablemente molesta —susurra—, podemos ir a por las cosas de Leah, pero prefiero no ir al bar de Jeff. 

—¿Por qué no? Llevo meses sin aparecer por allí y quiero verlo. 

Su ceja se alza un poco, arrugo la frente cuando aparto la mirada. Justin piensa en cualquier cosa menos en que Jeff es solo un amigo de hace mucho tiempo. 

—Bueno, ve a verlo. 

Suspiro exageradamente cuando dirijo mi mirada sobre la suya. 

—Bebé, quiero ir contigo. 

—No quiero estar cerca de Jeff, no me gusta como me observa de pies a cabeza cada vez que tiene la oportunidad. 

—No hace eso. 

Se reincorpora en el sillón dejando que mi mano caiga en seco sobre mi regazo, lo observo mientras se acomoda y estira sus músculos. 

—Si lo hace y a ti te ve de otro modo también. 

Vuelvo a rodar los ojos. 

—Eres paranoico. 

Me observa atento cuando aparto la mirada notoriamente incómoda, no me gusta la idea de que vaya a darse cuenta de que Jeff está al tanto de absolutamente todo lo que ocurrió en nuestro matrimonio. Justin se inclina hacia delante y corre un mechón de mi cabello enganchándolo detrás de mi oreja

—Nena, ¿Jeff era tu amante?

Mis ojos salen disparados de sus órbitas cuando volteo a verlo de manera sorpresiva. La forma cautelosa de hacer la pregunta tan innecesaria y fuera de lugar me deja desconcertada y con ganas de cruzarle la cara con una cachetada. Junta sus labios formando algo así como una sonrisa de disculpa. 

—No vamos a discutir, pero eras tú, o eres no lo sé, quien tenía amantes, yo nunca me acosté con nadie más. —Me pongo de pie y tiro de la manta para envolverme, me toma de la muñeca haciendo que la aparte como si su tacto quemara mi piel—. No se te ocurra abrir la boca, Justin. 

—Bella, no…

—Nada, cállate. Siempre arruinas los mejores momentos.

Se pone de pie de golpe haciendo que actúe por reflejo y retroceda tres pasos de un salto. 

—¿Me tienes miedo? —Su pregunta parece retórica, pero sus ojos muestran dolor y sensibilidad en exceso. 

—No te tengo miedo, eres un imbécil y prefiero no estar cerca tuyo.

—¡No vuelvas a hablarme así!

Alza una mano en el aire y yo como acostumbraba a hacer me tiro al suelo y abrazo mis piernas enredándome por completo con la manta. Mis ojos se cierran y me siento presa del pánico una vez más. Lo oigo suspirar y a continuación siento sus brazos rodeando mi cuerpo haciendo presión contra el suyo. 

—No voy a golpearte —susurra besando mi sien con suavidad—. No temas, amor. 

Intento no dejar caer las lágrimas, pero se hace imposible cuando no puedo quitarme la imagen de sus ojos furiosos en mi dirección. Mi cuerpo se sacude horrorizado y Justin me sostiene con más fuerza. 

—No te tengo miedo —murmuro sin creer una sola palabra. 

—Por favor no. —Su voz tiembla revelando signos de debilidad. 

Alargo una de mis manos para rozar su cabello con mis dedos y enredarlos en él, sus manos acarician mis brazos con suavidad. Sé que esto es más que una crisis matrimonial en el momento que soy capaz de comprende que estamos tirados, abrazados, en el suelo siendo víctimas de nuestro propio pasado. 

—Vamos a almorzar con Jeff, vamos a hacer lo que tú quieras, no importo yo. Soy un idiota, no deberías hacerme caso. 

Alzo el rostro para verlo completamente en su punto más frágil que jamás he podido contemplar siquiera en otra persona, acaricio su mejilla y susurro que no ocurre nada, que todo va a mejorar, pero lo digo más para mí que para él y lo sé muy bien. Si no comienzo a bajar mi estado de alteración, Leah podría sufrir con nosotros y no es eso lo que espero que ocurra. 

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