Los minutos corren de prisa en cuanto me siento protegida en el pecho de Justin, tomo el ruedo de su remera blanca entre mis manos y me aprieto aún más contra él. Lo siento suspirar también.
—¿No quieres hacerte una prueba? —Pregunta luego de unos largos minutos sumidos en silencio.
Niego con la cabeza casi sin apartarme de él.
—Isabella, de algún modo tenemos que asegurarnos de que estás o no.
Vuelvo a negar con la cabeza haciéndolo suspirar rápidamente.
—Está bien, ¿quieres volver a la cama?
Niego con la cabeza una vez más.
—Entonces, ¿qué quieres hacer?
—No lo sé —murmuro.
Se queda en silencio unos segundo antes de alejarme suavemente de él y acunar mi rostro entre sus manos calientes.
—Venga, vamos a la cama.
Aparto mi rostro de sus manos para secarme las mejillas, pero me quedo en el intento cuando él se ocupa de secarlas lentamente. Pasa el pulgar por mi labio liberándolo de la prisión de mis dientes.
—¿Tampoco quieres contarme de qué iba ese sueño?
Niego con la cabeza, pero aún así me animo a hablar.
—El día que caí de las escaleras —digo en un hilo de voz.
Justin toma mis manos entre las suyas y tira de mí para que salgamos del baño de una buena vez, se sienta en la cama arrastrándome consigo para sentarme sobre su regazo.
—Escúchame, ¿si? Nosotros nos salteamos una conversación porque tú y yo sabemos que nunca hablamos de este tema y es por eso que estamos así hoy en día.
Asiento lentamente temiendo por lo que pueda llegar a decir.
—No quiero pelear.
—No vamos a pelear.
Trago con fuerza invitándolo a retomar sus palabras.
—Hace poco comprendí que tú no tienes la culpa de nada, ni tú ni yo. Que fue cosa del destino y que todo pasa por alguna razón, no importa lo doloroso que sea esto pasó porque tenía que pasar, no porque tú hayas planeado caerte de la escalera. Nunca voy a terminar de disculparme contigo, Bella. Me equivoqué y lo reconozco.
Aparto la vista, él toma mi barbilla para hacer que mire directo a sus ojos.
—No importa, Justin.
—Si, si importa. Soy un maldito hijo de puta, ¿sabes? Lo reconozco, por eso quiero cambiar. —Hace una pausa para asegurarse de que lo estoy escuchando—. Voy a hacer todo lo posible para opacar ese pasado oscuro que tengo, porque borrarlo sería imposible.
—En serio, no tiene importancia.
—Quiero cambiar —prosigue ignorando mis palabras—. Así que tú dime qué es lo que quieres que haga y lo haré.
Sacudo mi cabeza.
—Nada, Justin.
—Vale, no me castigues de este modo.
Una risa amarga se escapa de mis labios como pretendiendo que él comprenda lo irónico de sus palabras.
—Lo siento.
—Yo también lo hago, ahora dejemos esto aquí.
Se niega a dejarme ir.
—Eres lo más importante que tengo.
—Uno cuida lo que cree importante y valioso, Justin.
—Lo sé, por eso me arrepiento y quiero cambiar porque sé que te he hecho el mayor daño de tu vida.
Nos sumimos en un silencio que parece dejarnos pensando sobre la conversación, luego él se atreve a hablar nuevamente y retomar la charla que no deseo seguir.
—Voy a hacer lo que tú quieras, Isabella. Si quieres tener un niño puedo dártelo, si quieres el divorcio voy a dártelo, si quieres golpearme hazlo.
Libero mis manos de las suyas para ponerme de pie, observo mis dedos descalzos rozando la alfombra y un escalofrío recorre mi espina dorsal.
—Yo no quiero hacerte daño a ti. —mi voz suena ligeramente dolida—. A pesar de todo sigo amándote, tampoco quiero el divorcio. Y respecto al niño, tengo miedo.
Los párpados de Justin caen durante unos segundos, sus hombros se relajan y cuando me dedica su mirada me doy cuenta de que en este momento es el hombre más vulnerable. Aprieto mis labios juntos y rodeó la cama para salir de su periferia, me siento al borde del colchón, él me sigue con la mirada fija.
—Vamos a dormir.
Lo oigo tragar con fuerza.
—Voy a internarme en un centro de rehabilitación.
—¿Qué? ¿Cuando has decidido eso? —Pregunto sonando un tanto alterada—. No lo necesitas.
—Si lo necesito, por mi bien y por el tuyo.
Me limito a meterme en la cama y palmear la colcha a mi lado.
—Deja de idear estupideces.
Creo que es la conversación más larga en tres años sin haber terminado llorando o siendo golpeada.
—Voy a hacerlo, ya verás. Luego de que nos aseguremos de que tú no estás embarazada, voy a anotarme.
Ruedo los ojos y vuelvo a palmear a mi lado, Justin gatea en la cama hasta llegar a mi lado y apaga la luz. En medio de la oscuridad siento sus brazos rodear mi cuerpo y por primera vez me siento mejor a su lado.
—En serio lo siento —murmura contra mi cabello.
—Yo también lo siento, Justin.
ESTÁS LEYENDO
Save Me. {j.b}
FanficPrólogo Sus manos toman mis muñecas con fuerza obligándome a ponerme de pie, sus ojos buscan los míos cargados de furia y rabia descomunal. Mis manos tiemblan, mis piernas se debilitan al oír sus gritos furiosos y escandalizados. Cierro los ojos com...