Capitulo 28.

3.3K 151 6
                                    

El pecho de Justin se alza en un brusco movimiento cuando ríe divertido luego de un chiste, de pésimo gusto, proveniente de la película. Alzo el rostro un tanto adormilada para asimilar la situación porque puesto que, el pecho de Justin me servía de almohada, ahora estoy despierta.

—Eres pésima compañera de películas —dice por lo bajo porque no hay necesidad de levantar el tono de voz—. Acepto que te quedes dormida con una maldita película romántica, ¿pero con una comedia? —Niega lentamente con la cabeza—. Me has decepcionado.

Río cuando me enderezo en el sillón, Justin vuelve la vista al televisor y ríe nuevamente, observo la pantalla para entender el chiste y solo me topo con un hombre gordo con un tutú rosado, frunciendo el ceño volteo a ver a Justin que sigue riendo mientras el hombre baila alrededor de su casa sacudiendo las caderas exageradamente. Por un momento me atrevo a abrir la boca y preguntarle si realmente se está riendo de aquello, pero al verlo sonreír en mi dirección la ternura se apodera de mi corazón. Me muerdo el labio inferior negando con la cabeza lentamente dando a entender que no tiene remedio, estira el brazo para agarrarme por la espalda y me recuesta sobre su pecho.

—No es divertido, Justin.

—Tú eres aburrida, ese es un tema aparte.

Largo una pequeña risa y a continuación cierro los ojos.

—Tengo sueño.

—Duerme, como si tuvieras que pedirme permiso —dice dulcemente.

Abro los ojos y alzo el rostro para verlo a los ojos, el gordo rosadito aparece nuevamente en pantalla haciendo que Justin se distraiga, le planto un beso en la mejilla y vuelvo a acomodarme para seguir durmiendo mientras él se divierte con el gordo bailarín.

Despierto cuando siento el frío colarse por debajo de la sábana, ruedo en la cama chocando con Justin que ríe a mi lado, lo empujo levemente sin siquiera abrir los ojos, su mano se dirige a mi pierna y clava suavemente las uñas en mi piel haciendo que me provoque cosquillas, riendo un poco dormida aún intento apartar sus manos de mi cuerpo, pero lo único que logro es que me envuelva entre sus brazos para hacerme cosquillas en el abdomen.

—Para, para, para —murmuro sin siquiera abrir los ojos.

Justin vuelve a reír antes de depositar un beso en mi frente.

—Buenos días.

Estos si que son buenos días.
Así que los días comienzan a transcurrir más rápido de lo que realmente me gustaría admitir. Como pareja, Justin y yo, hemos discutido sobre absolutamente todo, discutir de buen modo y llegando a una buena resolución de nuestros problemas, tenemos turno en el médico para ver a nuestro bebé por primera vez en dos días, Justin ha decidido quedarse porque cree que la mejor terapia que puede hacer es prepararse como padre, también lo creo, y yo he tomado una de las decisiones más difíciles, desarmar la habitación de Max. Por otro lado está mi trabajo, que aunque me rehusé a dejar de trabajar Justin casi me obligó y me hizo un escándalo abismal poniendo el grito en el cielo mientras me pedía que renunciara. Así que lo hice. Embarazada, sin trabajo y ama de casa. Ciertamente, mi trabajo siempre fue sólo un escape para mí, no es que se me acaba el mundo si no sigo trabajando en el pequeño periódico local, pero si me gustaría porque es un tiempo a solas conmigo misma. Como dicen por ahí, no todo es lo que uno quiere. 

—¿Crees que debamos pintar rosa o celeste? —Pregunta Justin. 

—No lo sé, ¿tú qué crees?

—Rosa. 

Sonrío.

—Sería lindo. 

Voltea a verme mientras se sirve un poco más de ensalada. 

—Claro que sí —dice con una sonrisa en los labios—. ¿Cariño? ¿Cuándo crees que podemos sacar todo lo de la habitación de Max? Preferiría que fuera antes de que supiéramos si va a ser niña o niño. 

Asiento levemente antes de llevarme el vaso a la boca y tomar un sorbo de agua, éste tema no es mi favorito.
Ya sea que nuestro bebé sea hombre o mujer, hemos decidido llevar todas las “pertenencias” de Max al ático. No podríamos utilizar la cuna o los ositos de felpa de Max para nuestro hijo en camino. Así que decidimos empezar con la misma habitación, pero de cero. Vamos a pintar la habitación de blanco y a empapelarla según el género de nuestro bebé, y a colocar cuna, muñecos, hamaca y demás, todo nuevo. Y aunque sabemos que es derrochar dinero, gracias a Dios nos lo podemos permitir, es lo mejor para la salud mental de ambos. Eso no quita que dejemos de recordar a Max cada día de nuestras vidas, pero sí a recordarlo sin que duela, porque tampoco queremos que parezca el reemplazo de nuestro difunto pequeño. 

—¿Crees que podamos discutir nombres?

La emoción de Justin por ser padre se nota a miles de kilómetros. Asiento lentamente porque estoy realmente agotada. 

—Si fuera niño, ¿cuáles te gustan?
Frunce el ceño levemente y apuntándome con el tenedor dice:

—Isaías. —Al ver mi ceño fruncido ríe—. ¿Benjamín? ¿Thomas?

—Thomas, me gusta Thomas —digo haciéndolo sonreír. 

—Y si fuera mujer es Clara y punto final. 

—Estás de la cabeza si crees que elegirás solo —murmuro—. A mí me gusta Leah. 

—¿Leah? —Asiente contemplando la idea—. ¿Qué dices de Emilia?

—Ah, me gusta. 

—Leah Bieber —dice probando la primera opción— o Emilia Bieber. 

Apoyo el codo sobre la mesa y la barbilla sobre mi mano, sonrío. Esto de la nueva relación con Justin es una de las mejores cosas que me ha ocurrido en mi aburrida vida. Mi esposo deja el tenedor en el plato, abre los ojos cargados de sueños imposibles y se levanta de la mesa. 

—¿Qué tal si fueran dos? Thomas y Leah Bieber. 

Largo una risotada divertida al verlo rodear la mesa para arrodillarse a mi lado y apoyar la palma de su mano abierta en mi vientre. 

—No me gustaría que fueran dos, Justin —digo riendo por su expresión—. Es mucho trabajo. 

Frunce el ceño y apoya el costado de su cabeza en mi vientre. 

—Los bebés no hablan dentro de la barriga, ¿verdad? —Pregunta haciéndome reír— ¿Y en que mes comienzan a patear? ¿Qué? ¿De qué te ríes? —Las primeras carcajadas se escapan de su boca cuando se sienta a mi lado.

—¿Cómo crees que hablan dentro de la barriga y llegan al mundo sin saber hablar, Justin?

Señalándome con un dedo en dirección a mi rostro, ríe y asiente. 

—Buen punto —dice poniéndose de pie—. ¿Y en qué mes patea?

—No lo sé, podemos preguntar. 

Comienza a recoger la mesa sin dejarme hacer el mínimo esfuerzo siquiera para moverme o ponerme de pie. 

—¿Tienes idea de lo emocionado que me tiene esto? Y aún faltan más de cinco meses. —Arruga la nariz—. Quiero que nazca Sophie. 

Sonrío. 

—Decídete, ¿Emilia o Leah?

—¿Tú qué crees que va mejor? Si dicen ¿Isabella, Justin y la pequeña Emilia o Isabella, Justin y la pequeña Leah? 

—Me gustan ambos —digo encogiéndome de hombros. 

—Leah Emilia Bieber o Emilia Leah Bieber. 

Vuelvo a reír divertida y alargo el brazo para tomar su mejilla entre mis dedos, me pongo de pie y le regalo un beso fugaz. 

—Primero veamos si es niña o niño. 

—¿Y crees que Thomas Bieber queda bien?

Ruedo los ojos. 

—Eres insoportablemente hermoso.


🌹🌹🌹🌹🌹
Este hombre me mata.

Save Me. {j.b}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora