Capítulo 15.

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Los labios de Brandon se sienten extraños sobre los míos. Cierro los ojos, no logro sentir absolutamente nada con su beso. Él coloca su mano en mi nuca para incrementar profundidad pero yo solo tiendo a alejarme.

—¿Qué ocurre? 

Niego con la cabeza.

—¿Qué crees que haces? —Pregunto consternada.

Brandon se seca las palmas de sus manos en los vaqueros y se regalarme labios con notorio nerviosismo. Revuelvo dentro de mi bolso y coloco dinero sobre la barra, me pongo de pie para salir del bar. Brandon me toma por el interior del codo. 

—¡Déjame! —Sacudo mi brazo en busca de libertad.

—Pero, Isa..

Dejo sus palabras en el aire al voltear y salir pisando fuerte del bar. 

Al llegar a casa, Justin se encuentra en la ducha. Rápidamente preparo la cena y a continuación me encierro en el baño buscando refugio y privacidad.

—Justin no va a enterarse, está todo bien —le murmuro a mi reflejo en el espejo.

Por más que corran los años y mi esposo siga abusando de mi con su fuerza, siempre quise y quiero serle fiel, aún así sabiendo que quizá él no me es fiel. Porque me sabe mal la infidelidad, aún cuando ya no existe amor. No podría hacerle lo mismo, menos sabiendo que él podría reaccionar de alguna manera agresiva no favorable para mí.

—¿Bella? —Justin golpea la puerta.

Mi triste reflejo me devuelve han cristalizada mirada.

—¿Qué ocurre? —Por más que intente sonar tranquila, mi voz tiembla notablemente.

Justin parece dudar durante unos segundos en silencio.

—¿Vas a cenar?

No sé si sentirme bien porque no esté sospechando de nada o sentirme mal porque no le interesa en lo absoluto mi estado de ánimo.

—No.

Siento sus pasos del otro lado de la puerta cuando se aleja y tiemblo antes de quebrar en llanto. No logro comprender por qué mi vida se basa en una mentira, un lamento y puros golpes. No comprendo por qué todos los hechos malos vienen seguidos, sin darme respiro o una buena noticia. 

Alrededor de media hora, después de que me lavó el rostro, sacó el cerrojo de la puerta y salgo a la sala. Justin voltea a verme atentamente, con un vaso de whisky en una mano y aflojando su corbata con la otra.

—¿Quieres hablar? —Pregunta cauteloso.

Claro, ¿quieres que comience oportunidad el beso con Brandon o mencionamos la parte en la que Jeff y él saben absolutamente todo? 

—¿De qué? —Fallo en el intento de sonar desentendida.

—Tú dime. No me parece normal el hecho de que pases tanto tiempo dentro del baño y luego salgas así.

Su tono de voz me sorprende, me deja helada. Meto las manos dentro de los bolsillos de mis desgastados vaqueros.

—¿Así cómo? —Me encojo de hombros.

—Con los ojos rojos.

Caigo en la cuenta de que no contaba con ese detalle, pues esperaba subir directamente a la habitación para esquivarlo. 

—¿De verdad? —Pregunto fingiendo asombro y llevo mis manos hasta mis pestañas—. ¿Muy rojos?

¿En serio quiero hacerlo pasar por estúpido?

Él se pone de pie sacudiendo el hielo en su caso de cristal y termina el líquido ámbar en éste. 

—¿Estás drogada o estuviste llorando?

Podría responderle que me he estado drogando, pero a) no va a creerme, b) va a internarme, c) va a golpearme por ser tan estúpida.

—Nada de eso. —Muevo la mano en el aire restándole importancia—. ¿Sabes? Estoy un tanto cansada así que me voy a la cama. 

Intento dar media vuelta para retirarme, pero el sonido del vaso chocando contra la mesa de vidrio al ser apoyado me hacen volverme hacia él e intentar no hacer contacto visual para no perder la muy poca compostura que me queda. 

—Te conozco —dice sorprendentemente suave. Estira la mano para posarla en mi mejilla obligándome a observarlo. —¿Qué ocurre? ¿Por qué lloras? 

Como siempre, ese Justin agresivo y golpeador se borra de mi mente dándome lugar a fantasear con que todo va bien y aún existe amor entre nosotros. 

Sus ojos me incitan a confiar en él y cuando abro la boca para contarle lo que ocurre, me doy cuenta de que aunque quisiera no tengo que decirle absolutamente nada. ¿Cómo le digo lo del beso con Brandon? ¿Cómo le digo que Jeff sabe todo?

—Nada —murmuro.

Me acomoda un mechón de cabello detrás de la oreja e indaga dentro de mis ojos en busca de una señal. 

Decido decir algo porque sé que Justin nunca se confirma a menos que se le de una razón o explicación.

—Dime —insiste.

Cierro los ojos anhelando sentir sus labios.

—¿Nunca te ha ocurrido que te sientes muy triste sin razón alguna? 

No puedo ver su expresión, pero siento su suspiro.

—A veces me ocurre.

De tan sólo imaginar a mi Justin desolado se me estruja el corazón.

—Pero, oye ¿sabes qué? Siempre hay una razón para estar feliz también. —Desliza su mano desde mi mejilla hasta mi hombro. —Tienes que ver lo bueno, no sólo lo malo.

Y de repente Justin, el hombre que me ha golpeado durante mucho tiempo, me está dando consejos de cómo dejar de sentirme triste. 

Lo único que quiero es abandonarme al llanto entre sus brazos fuertes y protectores mientras él me susurra que todo ca a estar perfectamente bien.

—Ven aquí —dice, abriendo sus brazos como si leyera mis pensamientos.

Abro los ojos sorprendida y por unos segundos vacilo, pero necesito conexión real con mi esposo. Me digo que es ahora o nunca, debería aprovechar que se encuentra cariñoso y en lugar de buen hombre. Así que me abalanzo sobre él.

—Te necesito.

¿Qué? ¿Yo dije eso?

—Aquí estoy.

Save Me. {j.b}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora