Capitulo 9.

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Maratón 1/3.

Capítulo 9

No era como estar con un amigo, tampoco me sentía muy cómoda. Tan solo no podía quitarme de la cabeza el hecho de que Brandon había visto mis moratones, porque sabía que nos había notado. 

—¿Tienes hijos? —Pregunta.

Niego con la cabeza. Todo me lleva a pensar en Justin, en Max. Si tan solo no nos hubiéramos peleado esa vez, si tan solo yo hubiera tenido más cuidado al bajar las escaleras. 

—¿Tú?

Si tierna risa me distrae.

—Ni siquiera tengo una novia —dice sonriendo de costado.

Brandon me agrada, sus ojos penetrantes y muy atractivos, su cabello bien peinado y su corbata ocupando un lugar no tan útil en su cuello. Lleva su taza hasta su boca y la vuelve a dejar allí.

—¿A qué se debe eso? —Pregunto curiosa.

Quizá, en otras circunstancias, Brandon podría haber sido perfecto para mí.

—Soy muy caprichoso en cuanto a elegir mujeres —dice centrando su vista en mis ojos—, no por las apariencias, sino por las personalidades.

Asiento levemente seguir el hilo de su conversación sin ponerme a pensar en cómo sería tener una relación amorosa con él. Parece todo un caballero... Me pateo mentalmente. No todo es lo que parece. 

—¿Por qué? 

Luego de hacer la pregunta me siento incómoda. Parece un cuestionario o algo por el estilo. Me muero el labio inferior.

—Creo firmemente en el amor, ¿Sabes?

¿Amor? ¿Acaso eso existe?

—Como mi esposo. 

Adicta a la mentira, así pueden llamarme cuando gusten. 

—¿Cuál es su nombre? —Pregunta con curiosidad.

—Justin. Justin Bieber.

Asiente comprendiendo y toma el último sorbo de su café.

—¿Cómo se conocieron? ¿Amor a primera vista?

—Definitivamente. En la secundaria.

Me sonríe impecablemente enseñando sus blancos dientes.

Era cierto que mi relación con Justin en el pasado era hermosa, perfecta y hasta habían algunos compañeros de clase que nos envidiaban por tener una relación tan dulce y cuidada. Justin era sumamente caballeroso, yo era toda una dama. Nos complementábamos perfectamente. No solo porque nos amábamos, sino también porque nos entendíamos y nos apoyábamos pasara lo que pasara, fuese lo que fuese. 

—¿Y por qué aún no tienen hijos?

La conversación estaba tomando rumbos que no estaba dispuesta a perseguir.

—Simplemente no los tenemos.

Cómo habrá sido mi tono de voz y expresión que Brandon apartó la mirada incómodamente a la vez que pedía la cuenta. Me puse de pie revolviendo en mi bolso.

—¿Sabes? Ya es tarde, tengo que irme, pero espero verte nuevamente.

Me sonríe. Dejo dinero sobre el mostrador. 

—Oye, me ofendes, yo invito.

Le devuelvo la sonrisa cuando mete mi dinero en el bolso como si en serio le ofendiera que yo fuera a pagar. Saludo a Jeff con la mano en el aire y me tira un beso, hago como si lo atrapara y le sonrío a Brandon antes de salir del local y encontrarme con el frío del horrible invierno. Me cubro bien el pecho hasta entrar en el coche y encender la calefacción. No deseo ver a Justin en casa, pero si deseo darme una buena ducha caliente. 

La casa se encuentra sumida en un silencio espectral. Cierro la puerta tras mis pasos con miedo de que el silencio se deba a que Justin está ebrio y por lo tanto dormido en alguna parte de la casa. La calefacción se encuentra apagada, así que me dirijo a la cocina para encenderla y luego pongo café para hacer. Me siento en la mesada encendiendo el pequeño televisor de la cocina. El único ruido en la casa es la chica de las noticias. Intento concentrarme en lo que dice la rubia bien maquillada, pero solo puedo pensar en el café que me invitó Brandon y lo amable que fue conmigo. Siento la puerta del frente abrirse y cerrarse, me bajo de la mesada y apago la cafetera. Tomo una taza para verter el café en ella, le coloco edulcorante y trago rápido para intentar quitar el frío de mi cuerpo. Mucho café por hoy, pero es lo único que calma mis nerviosa cuando de Justin se trata. 

—¿Isabella? —Siento su voz en la sala.

Suspiro.

—¡Acá! —No alzo demasiado la voz, pero es lo suficiente para que me oiga. 

Unos segundos después lo veo entrar en la cocina. Trae su traje puesto y la corbata desordenada. Se ve increíblemente atractivo, sin una gota de alcohol encima y presentable. 

—¿Acabas de llegar? —Pregunta.

Asiento levemente. Seguramente sabe de mi reciente llegada porque sigo con el abrigo puesto. 

—Estaba la calefacción apagada —informo—. Por eso hace frío aquí dentro.

Asiente mirándome directo a los ojos como si estuviera buscando alguna pista en mí. 

Justin no trabaja los lunes y menos trabaja pasado el mediodía. Es por eso que me resulta absolutamente extraño encontrarme con él a esta hora, de traje y llegando a casa. No nos encontramos luego del trabajo, porque tenemos horarios distintos y porque la mayor parte del trabajo de mi esposo consiste en sentarse frente a un ordenador y teclear, o tener el escritorio repleto de papeles por firmar y contratos que cerrar. 

—¿Dónde estabas?

La pregunta sale de mis labios sin siquiera haberla razonado y luego me arrepiento. Bajo la mirada llevando la taza hasta mis labios para darme confianza en mí misma. Me siento mal por haber estado con Brandon y ni siquiera vendría siendo mi amante o algo por el estilo. Pero mentir últimamente no se me da tan bien, y vamos a admitir que ver a Justin en traje y despeinado me revoluciona en sobremanera. 

—Iba a contarte, por eso te buscaba.

Todos los golpes, las peleas, los gritos y las culpas se quedan bajo nuestros pies por un segundo. Siento su mirada conectar con la mía, siento nervios porque no sé cómo actuar frente a él, porque hace mucho tiempo ya no somos un matrimonio como cualquier otro.

—¿Quieres café? —Pregunto intentando salir del apuro.

Asiente.

—Voy a dejar la chaqueta y la corbata a la habitación, ¿me esperas en la sala?

Sonrío con los labios apretados y volteo a la cafetera cuando Justin se retira de la cocina. De repente siento la sonrisa extenderse en mi rostro y muerdo mi labio inferior. Puede haberme hecho mucho mal, pero aún sigo amándolo. Sirvo una taza de café tarareando una canción en mi cabeza y llevo ambas tazas a la mesita ratona de la sala, me siento en el sillón y me quito el abrigo para colgarlo del respaldo mientras bostezo cansada. Justin baja las escaleras arremangándose la camisa blanca y se sienta a mi lado. Me muevo a un costado tomando distancia.

—¿Cuál es mía? —Pregunta estirando una mano hacia las tazas.

Yo tomo la mía, él toma la suya.

—Fui a un centro de rehabilitación.

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Save Me. {j.b}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora