Capitulo 29.

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Entonces todo iba yendo de la mejor manera. El embarazo iba en marcha, Justin y yo nos estábamos llevando lo mejor posible, sin discusiones, más amor, más comprensión y sobre todo, tomábamos las decisiones juntos para que así ambos pudiéramos estar de acuerdo. Así que mi vida acababa de dar un giro completo, algo que jamás habría esperado. Lo único que comenzaba a desencajarme era el hecho de que todas las noches me iba con miedo a la cama, ya que siempre tenía un sueño que se repetía una y otra, y otra vez. Ese sueño consistía en la pérdida de mi bebé, mi mayor miedo y aunque ya había pasado la etapa más peligrosa de un embarazo, los tres meses, aún seguía creyendo que debía cuidarme de la mejor manera posible porque en cualquier momento podrían arrebatarme a mi pequeño e indefenso niño. Opté por no decirle nada a Justin, ya que él al mínimo problema conmigo se alarmaba de forma extraña y quería una solución inmediata, así que descarté esa posibilidad. Como últimamente los sueños se repetían con frecuencia, decidí contárselo a alguien, Hannah. Ella de inmediato me dijo que fuera a un psicólogo/psiquiatra o algo por el estilo para que pudiera analizar mis sueños, miedos y deseos, me negué en cuanto me dio la idea. Así que si por mi cuenta fuera la cosa me habría internado en algún hospital para que controlasen mi embarazo minuto a minuto y mi bebé pudiera crecer sano y a salvo, claro que eso no iba a ocurrir. 

A las seis y media de la mañana, justo cuando Justin estaba tomando su ducha antes de ir al trabajo, comencé a sentir puntadas en la parte baja del vientre, cuando me llevé la mano a la panza sentí lo duro de ella. No es un sueño, estoy completamente despierta. 

—Justin —murmuro sentándome en la cama. 

Ni siquiera tengo fuerzas como para gritar en busca de ayuda. Cierro los ojos cuando el dolor se extiende hacia mi espalda y abro la boca levemente para respirar sin agitarme demasiado. Necesito conseguir que Justin salga de la ducha y llegue hasta mí. 

—Justin, por favor. 

Siento como el aire se esfuma de mis pulmones y pronto se me nubla la vista. Decido que el dolor no puede ganarme, que soy la única que puede salvar a mi hijo y antes de que todo se vuelva negro a mi alrededor intento una última vez. 

—¡Justin! 

Al oír el grito desgarrador atravesando la habitación a la velocidad de la luz sin siquiera reconocer mi voz asustada y temblorosa, me desplomo de espaldas en la cama intentando reunir la mayor cantidad de aire posible. A lo lejos oigo la puerta del baño abrirse y me dejo llevar por la oscuridad porque sé que Justin está a mi lado. 

—Cariño, respira, por el amor de Dios, respira. 

Al abrir un ojo la luz penetra y me quema ardiendo en mi interior, la cabeza me da mil vueltas, pero lo único que logro hacer es llevar la mano hasta el bulto de mi vientre y posarla allí. 

—¿Cielo? —Su suave voz me hace mejor—. Tengo que llamar a la enfermera, no te muevas. 

—No, Justin ven aquí. —Intento alargar el brazo pero la falta de fuerzas me deja sólo en el intento. 

—¿Qué ocurre?

—¿Está bien?

—Estás bien, amor —murmura dándome un beso en la sien—. Estás bien. 

Siento las lágrimas florecer en mis ojos al pensar en que mi bebé ya no está conmigo. Una de ellas resbala por mi mejilla cuando giro el rostro para ver a Justin sentado a mi lado sosteniendo mi mano libre. 

—No, no, ¿cómo está el bebé?

Justin aprovecha la cercanía para besarme la punta de la nariz. 

—Está bien. 

Aprieto su mano con todas mis fuerzas para que no me suelte nunca jamás. 

—Júramelo. 

Save Me. {j.b}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora