Los ojos de Justin buscan los míos por unos segundos hasta que aparta la mirada por completo y toma su tenedor. Cierro los ojos un segundo y trago el nudo en mi garganta, mi mano se dirige despacio hasta mi vientre abultado y como si intentara calmar a una llorona Leah acaricio la piel con mis suaves dedos dando vueltas alrededor de mi ombligo, con la otra mano tomo el tenedor e intento mentalizarme para por lo menos probar la comida. Mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas cuando la situación se me viene encima. Justin, sin siquiera notarlo comienza a comer. Dejo el tenedor y me llevo el vaso a la boca en busca de algo que disuelva el gran nudo atascado en mi faringe.
—¿Y de dónde conoces a ese tipo?
Sin querer retomar la conversación, me pongo de pie y tomo mi bolso antes de caminar en dirección al tocador. Cierro la puerta detrás de mí y tomo aire antes de alzar la vista y observar mi reflejo que me devuelve la mirada. Una puntada en el bajo vientre me saca de mis pensamientos, respiro hondo intentando que el dolor se disperse un poco. Cierro los ojos y los vuelvo a abrir cuando la puntada me deja casi sin movimiento. Me digo que debo tranquilizarme antes de que a Leah le afecte todo esto de las peleas matrimoniales. Me dejo caer en el suelo sin importar la higiene o cómo me vea aquí tirada por si a alguien se le ocurre entrar. El dolor pronto comienza a disiparse y desaparece casi por completo, me pongo de pie con cuidado y me seco las lágrimas antes de maquillarme nuevamente. Inhalo y exhalo varias veces para que el color rosado de mis mejillas se vaya por completo y colgándome el bolso al hombro abro la puerta para casi llevarme a Justin por delante. Intento esquivarlo y sin éxito vuelvo a acomodarme frente a él rozando nuestros pechos al tomar aire.
—¿Qué haces aquí?
—Tardabas mucho y pensé que podría haberte ocurrido algo.
Alzo las cejas.
—No te preocupes, es el baño de mujeres y ando sola. —Mis palabras son como dagas—. Mi hija y yo estamos bien, si fueras el padre podrías preocuparte, pero creo que no estás en condiciones.
Mis manos sudan acaloradamente, seco las palmas contra mi pantalón e intento esquivarlo una vez más.
—Estás diciendo que Leah no es hija mía, ¿verdad?
—Leah no será hija tuya si dudas de mí.
—Eso va en los genes, no en si tú quieres que sea el padre o no.
Frunzo el ceño y me cruzo de brazos. No voy a permitirle que me de otro dolor de vientre más.
—Mira, Justin a veces los niños tienen dos padres, el que le dio la vida y el que se hizo cargo, si tú crees que Leah no es tuya entonces eres el padre que le dio la vida, no él que se hizo cargo.
Justin aparta la mirada unos segundos.
—Recuérdame el momento en el que dije que no iba a hacerme cargo de mi hija.
Como si la conversación no me interesara en lo absoluto, me observo las uñas tirando mi labio superior hacia delante.
—Sólo voy a aclarar ahora mismo que no pienso someter a mi nena a ningún tipo de prueba de ADN, espero que eso te quede claro.
—Isabella, haremos lo que debamos hacer para saber si Leah es hija o no hija mía.
Alzo un dedo en dirección a su rostro y frunciendo el entrecejo fijo mi mirada en la suya clavando mis pupilas como dagas sobre las suyas con resentimiento e instinto maternal.
—Leah es hija tuya, si tienes problema con eso entonces márchate. No me he acostado con ningún otro hombre, ¿lo entiendes? Y si no lo haces, muérete. Te amo demasiado como para andar revolcándome con cualquiera, es eso lo que nos diferencia.
Lo veo conteniéndose por alzar la mano y guardando toda su furia en un puño al costado de su cuerpo, larga el aire por la nariz como si de un dragón se tratara. Bajo el dedo, pero no se me mueve un solo músculo de la cara mientras mantengo mi mirada clavada en la suya, ni siquiera temo a que pueda alzar la mano y me golpee de tal modo que quizá no pueda moverme por semanas, lo único que me importa de ahora en más es la salud de mi hija.
—Vas a hacerte esa prueba.
Niego con la cabeza e intento esquivarlo.
—Oye, déjame ir, tengo hambre y no puedes privarme de mi libertad.
—No estoy privándote de nada. —Su voz firme hace que el vello de mis brazos luche por no erizarse.
—Entonces muévete.
—Quiero que hablemos.
—Yo no. —Niego lentamente con la cabeza—. El médico ha dicho que debo mantenerme calma y eso haré, si tú no quieres cuidar a Leah entonces deja que yo lo haga.
Paso por su lado y sorprendentemente no me detiene a mitad de camino. Me siento a la mesa y suspiro intentando digerir la fuerte conversación de minutos atrás. No tengo por qué pasar nervios, Leah no se lo merece y yo tampoco, aparte menos por el simple hecho de que es completamente cierto todo aquello que afirmo mirándolo a los ojos. No he estado con ningún otro hombre, sólo con Justin, perdí mi virginidad con él y nunca jamás pude soportar el tacto de otro hombre en mi piel.
Tomo el tenedor y pincho una papa, Justin se sienta frente a mí y con un suspiro llama mi atención.
—Quiero hacer terapia de pareja.
Me estresa el hecho de que sea algo así como bipolar, pero asiento porque por lo menos ahora tiene la capacidad de razonar y pensar un poco más las cosas que hace y dice.
—Está bien.
—No podemos seguir así.
Sin querer echarle el cargo de nada, lo señalo.
—Tú eres quien tiene que comenzar a controlar su ira.
Baja la mirada pareciendo arrepentido, pero cuando alza la vista y la fija en mi rostro no encuentro sentimiento alguno en esas grandes bolas de miel que adornan sus ojos.
—Quería ir a rehabilitación por todo lo que he hecho y tú quedaste embarazada.
—No es mi culpa, Justin.
—Yo sé, pero no quiero alejarme de tu lado porque no podría perdonarme no acompañarte en esto.
Por fin mis músculos comienzan a relajarse.
—¿No es que Leah quizá no sea hija tuya?
—He decidido confiar en ti.
Sigo teniendo ganas de partirle una silla en la cara.
—Bueno, no es una decisión que tienes que hacer, simplemente tienes que confiar en mí porque no te mentiría con algo así.
—¿Por qué no? Puedes tener miedo a mi reacción.
—No te tengo miedo —murmuro casi sin creerlo.
—Entendería si lo tuvieras.
Niego lentamente con la cabeza.
—Justin, antes eras puros golpes, ahora por lo menos podemos hablar y entiendo qué es toda esa furia que tienes dentro. Y no importa lo que haya pasado, creo firmemente en que las personas cambian.
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Save Me. {j.b}
ФанфикPrólogo Sus manos toman mis muñecas con fuerza obligándome a ponerme de pie, sus ojos buscan los míos cargados de furia y rabia descomunal. Mis manos tiemblan, mis piernas se debilitan al oír sus gritos furiosos y escandalizados. Cierro los ojos com...