Capítulo 14.

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El baño caliente me ayuda a distenderme por unos minutos, hasta que Justin golpea la puerta diciendo que tengo una llamada.

—Es tu mamá —dice apoyando la cabeza contra el lado de afuera de la puerta. 

Arrugo la nariz mojándome la cara con el agua de la bañera.

—Dile que la llamo cuando salga. 

No me responde, pero lo siento hablar por teléfono. Luego ríe. ¿Justin ríe? 

— ¿Puedo entrar? —Pregunta unos segundos más tarde.

Supongo que ha colgado la llamada y ahora tiene ganas de pelear conmigo. Pero a mí no me sobran las ganas de levantarme y abrirle la puerta, así que me quedo allí metida en la espuma y cierro los ojos.

—No. 

—Bella.

—No. 

Firme y segura. El problema no es comenzar a ser así, el problema es que cuando a Justin le falla la cabeza comienza a golpearme con sus manos o con cualquier cosa que encuentre por allí. Por lo tanto, no puedo hacerme la que todo está bien, que no le tengo miedo, porque no ocurre eso. Le tengo pánico, tengo miedo de lo que pueda hacerme y más ahora que dos personas aparte de nosotros dos saben la verdad, una de ellas, la verdad, es una persona malditamente metida en temas que no le incumben y, una persona a la cual no conozco en lo absoluto. Brandon. 

—Bella—dice casi inaudible.

¿Por qué tuvimos que equivocarnos de éste modo?

—Vete, Justin. 

Justin me hace caso y se va, pero me deja pensando en todo lo ocurrido últimamente y decido que tengo que hacer algo para que no se entere de que Brandon y Jeff saben absolutamente todo. 

Salgo de la bañera y me envuelvo en una gran toalla blanca, seco mi cabello y me coloco una bata rosa, la que siempre uso, para salir a la habitación y colocarme ropa limpia y cálida. Justin no se encuentra en la casa, por ningún lado, así que aprovecho el ambiente tranquilo para ponerme a trabajar en la computadora. 

Alrededor de las diez de la noche, Justin aparece tambaleándose en la entrada de la casa. Cruzo los dedos para que no haya manejado así a casa, un peligro y me pongo de pie ordenando mis cosas mientras la computadora se apaga sobre la mesa del comedor. Justin se sienta frente a mí y estira sus brazos sobre la mesa antes de apoyarse en ellos y cerrar los ojos. 

—Tengo hambre. 

—Iba a hacer la cena, solo me distraje con el trabajo. 

No responde, pero sé que no está dormido, así que me apresuro a ir hacia la cocina para buscar algo que hacerle de cenar. 

A las once y media de la noche, Justin sale del baño tarareando una canción que de seguro ni conoce y entiendo que no se le ha ido la borrachera. Se sienta en la cama y enciende la luz de la mesa de noche, se tira hacia atrás cayendo sobre mi espalda. 

—Oye —dice casi en un grito. 

—Qué. 

—Te quiero. 

Aprieto los labios sabiendo que todo lo que diga cuando está borracho es una estúpida e inútil mentira. 

— ¿Me quieres o quieres sexo porque estás ebrio?

Lo oigo reírse y sé la respuesta. Mis ganas de estar con Justin en la cama disminuyen día a día, pero el miedo aumenta y tengo miedo de negarle mi cuerpo por el simple hecho de que se puede volver loco y cuando está ebrio es mucho peor. Doy media vuelta para encontrarme con él y lo veo sonreír con júbilo, pero eso no me hace sentir mejor, lo único que comienza a extrañarme es el hecho de que hoy no está ebrio y agresivo, sino ebrio y romántico. 

Save Me. {j.b}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora