Capitulo 25.

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Bajo la vista hasta la mesa y suspiro, alzo la vista para encontrarme con sus ojos pidiendo a gritos los míos. 

—No creo que vayas a extrañarme tanto como piensas. 

Ruedo los ojos. 

—No tienes idea. 

Su sonrisa ladeada desaparece. 

—Soy poco querible, Isabella.

Alzo los hombros y agradezco al mozo cuando me trae mi postre con una sonrisa. Procedo a tomar la cuchara. 

—Eso no es cierto y lo sabes. 

Sus hombros se relajan, se tira en el respaldo de la silla suspirando con cansancio. 

—No es que quiera discutir en mismo tema, pero ya sabes...

Le regalo un nuevo rodado de ojos. 

—Ya cállate. 

Ríe divertido por mi expresión cuando comienzo a probar mi postre. 

De vuelta a casa nos sumimos en un cómodo silencio dentro del coche, Justin no pronuncia palabra alguna, sólo insulta a un par de conductores que se cruzan en nuestro camino, y por ende yo tampoco hablo. Me he quedado pensando en que debería haberle dicho sobre la prueba de embarazo, pero aún así prefiero dejármelo para mí misma, quizá sólo sea una ilusión y mi periodo se retrasó por el nerviosismo de los últimos días, nada grave y es algo que suele ocurrir. 

—Voy a acostarme un rato. —Tira las llaves sobre la mesita—. ¿Vienes?

Niego con la cabeza cuando me siento frente al televisor. 

—Está bien, te veo luego, estoy agotado. 

Lo oigo suspirar seguido de sus pasos en las escaleras de madera.

—Que descanses.

Me recuesto en el sillón con las manos sobre mi vientre y observo el techo. Mi móvil vibra dentro de mi bolso, lo tomo y lo extiendo en el aire sobre mi rostro para leer el mensaje.

"¿Isa? Necesito hablar contigo, hermana." 

El mensaje es de Hannah, realmente no me lo esperaba. Tecleó una respuesta.

"¿Quieres llamarme?"

Dejo el móvil sobre la mesita y tiro el bolso al suelo mientras espero una respuesta. 

"¿Mejor puedo pasar por tu casa?" 

Sonrío. 

"Claro, eres siempre bienvenida."

"Gracias." 

Me siento en el sillón acomodando mi cabello y a continuación me quitó el saco porque comienzo a sentir calor en el interior de la casa. Cuelgo el bolso en el perchero al lado de la puerta principal y luego me quedo observando las fotos sobre la chimenea, recorriendo los marcos con los dedos, sonriendo a una hermosa imagen de la vida congelada. El timbre me sobresalta.

¿Tan rápido?

Observo por la mirilla antes de abrir la puerta y me encuentro con el rostro torturado de Hannah, frunzo el ceño cuando abro la puerta. Se abalanza sobre mí tirando sus brazos por sobre mi cuello y me abraza. 

—Uh, hola —digo confundida.

—Ay, hola, hola. —Besa mi mejilla y se separa de mí—. No tienes idea de lo que necesito hablar contigo.

Frunzo los labios y tiro de ella para que se interne en el interior de la casa así puedo cerrar la puerta. 

—Pues, ¿quieres un café? Podemos sentarnos a hablar. 

Save Me. {j.b}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora