Capitulo 17.

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Me siento frente al amplio escritorio de mi oficina por primera vez feliz y con ganas de trabajar. Ató mi cabello en una cola de caballo alta y me froto las manos antes de abrir el cajón en busca de mi sello. Tengo muchos manuscritos por leer y autorizar, algo que hace mucho tiempo no tengo ganas de hacer y hoy, mágicamente, las ganas de hacerlo me consumen hasta el alma. Suspiró tomando el bolígrafo y analizo la portada de un manuscrito que si mi humor está por las nubes, quizá se publique el mes que viene.

—¿Tienes tiempo? Necesito hablar contigo. 

—Oh, buenos días, Lina. Yo estoy bien, gracias por preguntar, eres muy educada para entrar en mi oficina.

Lina riendo da media vuelta a mi escritorio y me besa en la mejilla.

—¿Cómo estas?

—Bien, muy bien ¿tú?

Toma asiento frente a mí en una silla del escritorio y suspira para llamar mi atención. Alzo la vista del papel y con una ceja en alto hago ademán para que comience a hablar.

—Creo que voy a renunciar —larga sin cuidado.

Mi ceño se frunce notoriamente mientras dejo el papel sobre el escritorio lleno de trabajo por hacer. No debería estar hablando con Lina, debería estar leyendo manuscritos para publicar, pero su rostro me dice que tiene que tomar una decisión y necesita algo de ayuda. 

—¿Quieres contarme? 

Lo que parecía iba a ser una mañana muy productiva debido a mi buen humor, termina siendo una pérdida de tiempo intentando que mi única amiga no renuncie a su trabajo en la oficina de al lado. Ella me dice que va a intentar llevarse mejor con Smith, pero sé que en dos meses voy a tener que comenzar a trabajar sola porque ella no es de esas mujeres a las que se las puede manejar completamente, a diferencia de mí, y a Smith eso no le gusta en lo absoluto, nuestro jefe exige mucho. 

A la hora del almuerzo vuelvo a casa manejando mientras tarareo una canción de amor y felicidad. Justin no se encuentra en casa, como siempre. Ya he dicho que nuestros horarios casi no coinciden, es adrede. Me siento en la barra mientras los panes se hacen tostadas y luego almuerzo un sándwich sola, sentada en la sala bebiendo un jugo de manzana. 

La tarde parece irse lentamente, sin apuros, sin lamentos y la luna comienza a instalarse en el cielo oscuro invernal. Me doy una ducha y luego me coloco el pijama para estar más cómoda, decido que voy a leer los manuscritos que no he podido leer por la mañana. Me envuelvo el una manta, hago café y enciendo la estufa de la sala, me siento en el sofá y abro el primer futuro libro. 

—Buenas noches —dice una dulce voz en mi oído. 

No sé en qué momento me he quedado dormida, sólo sé que estoy acurrucada en el sofá y el manuscrito se encuentra tirado en el suelo. No he llegado a terminar la historia y si me he quedado dormida es por algo, ese no sería un libro muy interesante. 

Nota mental: llamar a Jordan para decirle que lamentablemente su manuscrito no será publicado. 

Justin me sonríe cuando lo observo con mis somnolientos ojos. Le devuelvo la sonrisa un poco adormilada.

—¿Has cenado?

Frunzo el ceño.

—¿Qué hora es?

Lo escucho reír.

—Ya veo que no, son las nueve y media.

Intento acomodarme el cabello mientras me pongo de pie, Justin se afloja la corbata caminando hacia la escalera para dirigirse a la segunda planta.

—Ahora veo que hago de cena. —Recojo el manuscrito bostezando.

Desearía irme a la cama en este instante.

—Pide pizza o algo así, no tienes que hacer la cena si no quieres.

Volteo a verlo mientras se dirige escaleras arriba, frunciendo el ceño dejo el manuscrito sobre la mesita ratona de la sala. Justin me observa desde la punta de la escalera, a medio escalón de llegar al segundo piso.

—¿Ocurre algo?

Negando con la cabeza hago mi camino hacia el teléfono.

—Iba a preguntarte qué tipo de pizza quieres.

Lo observo desde mi lugar, él me sonríe.

—Tú sabes —dice como si de una suave canción se tratara. 

Reprimo una sonrisa, pero al sentir como sus pasos desaparecen por el pasillo me permito sonreír estúpidamente. Marco el número de mi pizzería favorita y pido lo que ambos siempre amamos comer, lo que pedíamos apenas nos mudamos y yo ni siquiera sabía cómo encender el horno o una simple hornalla. 

Cuando suena el timbre yo me encuentro en el baño, así que me apuro para salir a atender al repartidor, pero cuando salgo secándome las manos en el pantalón me topo con Justin entrando a la cocina con la caja de pizza en una mano. Con el ceño fruncido restriego mis manos en mi ropa para terminar de secarlas y me dirijo a la cocina detrás de Justin. Mi esposo coloca dos vasos en la barra y deja el rollo de papel al costado de la caja de cartón que contiene nuestra cena. Me siento en un taburete esperando que él haga lo mismo, y es exactamente lo que hace. A continuación abre la caja para sacar un trozo de pizza y lo lleva hasta su boca, intento no observarlo demasiado porque sé que va a preguntar qué ocurre y no me encuentro en condiciones de responder. Sigo sus pasos y sacó un trozo de pizza.

—¿Cómo te fue hoy? —Pregunta sorpresivamente.

Le sonrío con los labios apretados porque tengo comida en la boca y luego de tragar respondo:

—Bien, tranquilo, ¿a ti?

Arruga la nariz haciendo que una sonrisa atraviese mis labios. Se ve tan juvenil y hermoso en un pijama de polar que me dan ganas de abalanzarme sobre él y darle un bien abrazo de oso. Me devuelve la sonrisa un poco confundido.

—Estuvo algo atareada la oficina, pero supongo que no estuvo nada mal.

Como verán, nuestra cena transcurre amenamente mientras hablamos de cosas sin sentido, bien se sabe que "esas" cosas sin sentido para mí son lo más hermoso del mundo porque hace mucho tiempo que no compartimos nuestro tiempo para hablar de esto. Así que intento disfrutar lo máximo posible, porque sé que en cualquier momento se avecina la tormenta. Y es que cuando las aguas se calman, es cuando viene la peor parte.

Yo sé lo que digo, en mi vida las cosas buenas vienen seguidas de cosas malas.

Save Me. {j.b}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora