Capítulo 7- LadyWifi.

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Él no sabía que hacer. Respetar la decisión de su lady o abrir la puerta y ver quien era esa chica que tanto amaba. Estaba desesperado, su mano temblaba sobre la manilla de la puerta. Ese pequeño pedazo de pared que le obstruía el paso. Intentó tranquilizarse cerrando los ojos con fuerza...

...y abrió la puerta.

Estaba dándole la espalda a la puerta apenado, intentando descifrar cual sería él rostro de Ladybug. Su expresión no debería ser muy buena, pensaba.

—¡Chat —exclamó.

Sin articular otra palabra, una luz verde lo rodeó transformando al gatito en Adrien Agreste.

No podía subir la mirada ni voltearse, estaba realmente perdido en sus pensamientos. Marinette lo observaba con inquietud y se estremecía pensando en todo lo que ha pasado. Se sentía tan tonta al no haberse dado cuenta antes.

—¿Puedo voltearme, Milady?

—Adrien...

Subió su mirada, sus ojos verdosos se dilataron y se alejó unos dos pasos. Frotó su cabello con nerviosismo y sonrió.

—Asi que me conoces.

Ella asintió. —Puedes voltearte.

Con ansias dio un giro para encontrarse con los ojos azules que siempre lo han mirado con curiosidad... Y a veces enojo. Los de él nunca pudieron estar más dilatados. La chica que siempre estuvo en ese antifaz era Marinette.

Ella miró al suelo y cerró los ojos. Sentía que él estaba decepcionado. Es obvio, ¿quién iba a pensar que heroína de París sea una simple chica que es igual a todos los demás?

—Debes estar desilusionado, ¿verdad? —musitó sin mirarlo, y sin darse cuenta, una lágrima calló por sus mejillas.

—No, al contrario —él se acercó indeciso. Tomó las manos de la tímida chica apretándolas suavemente.

Necesitaba saber si esto era un sueño o no. Si que costaba expresarse cuando eras completamente tú. Un antifaz y el traje no sólo cubre la identidad, si no la vergüenza.

Él sonrió.

—Marinette... Eres la mejor chica que he conocido.
—¿Adrien? ¿De verdad no estás decilusionado?

Era como quitarse la venda de los ojos, por fin dejaba de estar cegado. Estaban tan cerca el uno del otro que sentían sus respiraciones.

—Estoy asombrado —admitió—. Y muy... Enamorado.

Ambos se sonrojaron, sobretodo él. No podía creer que se atrevió a decirlo, pero se sentía bien después. Al fin y al cabo, nunca se dio cuenta de que amaba a Marinette por él simple hecho de tener a otra en su vista... Que relativamente, era la misma chica. Se sintió imbécil.

—Esto es tan extraño —comentó Marinette, ya más tranquila. 

Aquel concordó con ella, pero era algo que algún día tenía que pasar y ese día fue perfecto. Marinette aún seguía pensando en todas las veces que lo había rechazado. Y en todas las veces que ha intentado hablarle.

—Milady, ¿le apetece dar una vuelta por el lugar?

Ella sonrió por el acento elegante de Adrien.

—Sería divertido —agregó—, de paso podríamos visitar mi pastelería, ¿no?

—Con gusto, Ladybug.

Le guiñó él ojo y caminaron tomados de la mano por la inquietante noche que se presentaba. Acompañados por el amor que hace mucho tiempo estaba perdido, pero los encontró... Una noche estrellada en París.

Lo que queríamos que pasara en Miraculous Ladybug Donde viven las historias. Descúbrelo ahora