Capítulo 16- Animan.

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Nino, en apuros, dijo que amaba a Alya. Ella quedó estupefacta en su escondite, lo peor de todo es que estaba ayudando a Marinette, pero en cambio, aquella le estaba planeando una cita. Eso no podía pasar, la morena lo veía como un hermano.

Por otro lado, a Adrien tampoco le gustó mucho lo que dijo su amigo. Se supone que él lo estaba ayudando para declarar su amor hacia Marinette, pero él lo había empeorado todo. A pesar de eso lo entendía, no era nada fácil expresar amor hacia una persona que no sabes si corresponde o no con tus sentimientos. Él trataba de hacerlo todo el tiempo, claro que con el traje y antifaz era más factible, pero aún así, no podía hacer más que simples coqueteos.

Vieron unos animales aproximarse acelerados, la opción más rápida que se les vino a la cabeza era correr. Así fue como Nino huyó, pero ella tenía tarea que hacer. Saltó hacia un arbusto cercando diciendo las palabras para poder tener sus poderes. Lo que no vio, fue que Adrien observó toda la transformación, asombrado en su lugar, donde solo lo escondía un arbusto.

**

—¡Ganamos!

Él se había aguantado abrazarla todo el tiempo combatiendo a ese akuma. Y cuando casi la ve morir devorada en la boca de ese animal gigante, no pudo seguir aguantando.

—Ladybug... Eso fue muy valiente —rió nerviosamente. Luego escuchó el sonido que le advertía que debía irse si no quería ser descubierto—. Será mejor que tome mis cosas y me valla.

Marinette llamó a Alya para pedirle perdón. Caminando por las afueras de su casa se había encontrado con la morena. Ambas rieron. Le llamó la atención que se encontrara junto a Nino. Parece que fue buena idea encerrarlos en la misma jaula.

Le explicó que ambos tenían cosas en común. También le dijo que hablaron de ella. De que estaba enamorada de alguien. Marinette, asustada, no supo que responder. Pero Alya la tranquilizó cuando le dijo que no sabía quien era.

Adrien se aproximó hacia ellos, quería hablar con Marinette. Antes no se atrevió, pero de verdad quería decirle que ya sabía su secreto. Y que no se preocupara, por que lo guardaría. Esperó escondido mientras esperaba que quedara sola, el tema que le iba a conversar era bien privado.

Luego de unos minutos, ambos se fueron. Era la hora de decirle todo lo que quería decirle. Caminó sin prisa hacia donde se encontraba ella, pero se detuvo en medio camino. Así no se atrevería. Tal vez, con un antifaz.

Sonrió cuando llegó hacia donde estaba ella—. Hola princesa.

—¿Chat? ¿Qué haces aquí? —preguntó extrañada.
—Oh, solo iba caminando tranquilamente por la calle y cuando te vi, quise venir a saludarte... Y hablarte de algo muy, muy privado.

Se dirigieron al parque, sentados en una banca. Ella estaba un poco atónita, ¿qué sería tan privado? Chat Noir era impredecible.

—Marinette, escondes algo, ¿no? —susurró arqueando una ceja—. Un secreto que ya sé.

Lo miró nerviosa.

—¿A qué te refieres?

Él se acercó a ella mientras pensaba si ella sería capaz de mentirle. No quería presionarla en que le diga la verdad, y mucho menos incomodarla. Aún se sentía un completo idiota por no haberse dado cuenta antes. Todas esas veces que pensaba sin poder dormir, en las noches, jamás se le ocurrió que Marinette era Ladybug. Se sintió tan frustrado cuando supo que nunca podría tenerla. Su amigo estaba enamorado de ella siendo Marinette, y eso es algo que él no había sentido. Por lo que pensó que ella merece algo mejor que él. Tal vez Nino.

Posó su mirada a sus pies. Suspiró agotado pensando en como decirle... O no decirle.

—¿Chat? —lo miró un tanto inquieta.

—No sé como decirte lo que quiero que sepas.

—Intenta con palabras —rió tiernamente, pero frenó en seguida cuando notó que él no se sentía nada bien para bromas en ese momento.

¿Qué podía ser tan grave? ¿Chat sabrá el secreto? Eso era imposible. Ella pensaba que se escondía bien, donde nadie podía verla, cuando se transformaba. Además nadie sabia su secreto, nadie podía saberlo. Ni si quiera se lo decía a su mejor amiga. Le tenía mucha confianza pero guardaría el secreto como si fuera lo más grande en el mundo. Nadie iba a saberlo.

—Sé que eres Ladybug —miró sus ojos azules asombrados—. Y sé que jamás podré tenerte.

Lo que queríamos que pasara en Miraculous Ladybug Donde viven las historias. Descúbrelo ahora