Su amor platónico la había rechazado. Se sentía devastada, triste, odio a si misma... Estaba cansada. Al llegar a su casa corrió hasta su habitación a encerrarse del mundo.
Lanzó su bolso lejos escuchando las quejas de Tikki. No resistió más y lloró todo lo que pudo. Ya no quería salir de ahí, no ir a ningún lado. No quería verlo nunca más.
Subió hasta arriba, no le importaba la lluvia, quería poder sentirse en armonía con ella misma, sólo ella, nadie más. Así nadie podría herirla.
—Marinette, comprendo que estés triste —murmuró la pequeña mariquita preocupada—. Pero si estás aquí afuera te enfermarás.
*Llamada de Alya*
Llamada cancelada.
—¿Marinette?
La muchacha pasó sus manos por la cara quitándose un poco del agua de la lluvia. Su cabello estaba mojado y el poco maquillaje que usaba estaba corrido tanto por sus lágrimas y él clima lluvioso.
Suspiró.
—No puedo ser cruel contigo, Tikki —le sonrió—. Pero quiero estar sola.
—Pero quizás la llamada de Alya era importante —susurró.
Se sentó en la silla que estaba ahí, su mirada estaba perdida. Pensaba en que podría pasar él resto de sus días en clases. Nada bueno. Adrien es amigo de Chloé, por lo tanto le tiene confianza. Podría contarle y ella haría de todo por ver a Marinette destrozada. Más de lo que estaba.
Se acurrucó en ella misma cerrando los ojos con fuerza.
Sintió que Tikki se escondió en su chaqueta, miró a todos lados y vio al chico que siempre la ayudaba a salvar París.
—Creí que los gatos odiaban el agua —bisbiseó limpiando las lágrimas y demostrando una sonrisa.
—Creí que las princesas también lo hacían —arqueó la ceja.
Marinette miró a otro lado al darle ganas de llorar al recordar todo lo acontecido. Detestaba ser débil. Detestaba todo en ese momento.
—¿Por qué estás llorando? —se ganó a su lado.
Verla así le partía el alma. Y más aún al recordar que estaba así por su culpa. Quizás no le gustaba Ladybug... Quizá amaba a Marinette, y estaba confundido. Pero si no es así, no podía arriesgarse a ilusionarla.
—¿Llorando? ¿Yo? —rió—. Es la lluvia.
—Princesa...
Ambos se miraron a los ojos. Esas iris verdes la obligaban a decirle la verdad, eran tan hermosas como penetrantes. Cuando lo miró a los ojos tan directamente se dio cuenta del parecido que tenía con Adrien.
Se alejó inmediatamente de él.
—Un chico... Me rechazó —admitió con la cabeza gacha—. Me gustaba mucho pero ya nada vale la pena.
—Yo lo siento.
—No lo hagas, no es tu culpa —agregó rápidamente, sin mostrar ningún sentimiento en su voz—. No quiero que nadie sienta lástima por mi.
«Si supieras que fue mi culpa, princesa»
Marinette invitó a pasar adentro al gato, ya que afuera estaba muy helado y no quería que su amigo se resfriara. Él no pudo evitar sonreír y sentirse ruborizado al ver sus fotos en la pared de su compañera. Pero recordaba que no merecía estar feliz por lo que le hizo.
—¿Él es el chico?
Ella asintió lentamente.
—La primera vez que lo conocí me enfurecí con él —sonrió al recordarlo —. Pero todo había sido una confusión, él sólo trató de ayudarme. Lo supe cuando me habló al terminar las clases, en un día lluvioso. Me prestó su sombrilla y desde entonces comencé a tartamudear cada vez que lo veía y se me acercaba. Desde entonces me enamoré y...
—¡Ya no aguanto más! —la interrumpió.
Ella lo miraba confundida.
Adrien nunca pensó que desde el primer día en su escuela la había enamorado. Pasó tanto tiempo y ella no se lo dijo, con temor al rechazo. Se sentía un imbécil. Se odiaba.
—Creo que... Te amo.
Dio unos pasos hacia ella y la besó profundamente. Ella estaba desconcertada al principio, pero al cerrar sus ojos y sentir el juego de lenguas disfrutó la sensación.
—Chat, tengo una sorpresa para ti —dijo tímidamente—. ¡Tikki, motas!
Chatnoir quedó sorprendido al ver que Marinette era Ladybug. Su Lady. Todo este tiempo, ¿cómo no se dio cuenta?
—¿Chat? —agregó.
—Milady... —sonrió —. También tengo una sorpresa para ti.
Le entregó el dibujo de ella. Ladybug lo observó impresionada. Pero lo estuvo aún más al ver a Adrien ahí. Estaba muy avergonzada al haber hablado abiertamente... Y por que él vio las fotos.
Ya no tenía nada que ocultarle. Lo sabía todo.
—Perdóname, Marinette. Creí que no me gustabas por que me gustabas y... —se calló tímidamente al ver que lo que había dicho no tiene sentido.
Ella rió alegremente, y se acercó para besarlo.
Supo que amaba a ese gato, y todos los rechazos ya no importaban más. Lo importante era el ahora, y el futuro que tendrían por vivir. Las aventuras y los anhelos, las diversiones y sueños. Y sobretodo, como juntos, derrotaban el mal en París.
Me encanta esa imagen :3
Estado: esperando impaciente la segunda temporada.
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Lo que queríamos que pasara en Miraculous Ladybug
RomanceBesos, abrazos, actitudes y acontecimientos que nunca pasaron en Miraculous Ladybug... Ahora están aquí.