—Marinette, este chico está loco.
La pequeña niña saltó a los brazos de su niñera mientras actuaba como si sintiera miedo. Pero ella estaba perdiéndose en sus pensamientos. ¿Será posible que Adrien sea Chat Noir? No tenía ni idea de como sabía que ella era Ladybug. De seguro le estaba jugando una broma.
—No juegues conmigo, Adrien —rió, apartando el mechón de pelo de su cara.
—Jamás jugaría con algo así.
La cara de Marinette cambió repentinamente. Con la seriedad que lo dijo sintió escalofríos y miedo de que lo supiera. Siempre creyó que se escondía en buenos lugares y que nunca nadie sospecharía que ella es Ladybug. Dirigió a Manoon hacia un lugar más apartado de su habitación mientras la dejaba jugar con los muñecos de acción, para poder hablar tranquilamente con Adrien.
—Por fin solos —rió Adrien bromeando. Se aclaró la garganta al ver que Marinette estaba seria en su lugar, esperando que él dijera algo inteligente—. Esta mañana Alya se convirtió en Lady WiFi, y tú la seguiste... Y en ese momento te convertiste. Debes ser más discreta, Milady.
Abrió los ojos.
—Y-yo... No sé que decir.
—Entonces no digas nada.
Se acercó dubitativo sin apartar su mirada del angelical rostro ruborizado de Marinette. Sus ojos eran lo que más le encantaba contemplar de ella. Eran iguales el uno del otro, más inteligentes, fuertes, valientes y atrevidos con antifaz, pero en persona les costaba más. Que Marinette siempre hubiera sido Ladybug, le causaba ternura.
La besó como siempre deseó atreverse cuando la veía sonreír en ese disfraz. Era tan bella. Sentía que no se cansaría de decírselo todo el tiempo, pero su timidez no lo dejaba. Ella seguía el beso armoniosamente, desordenándole los cabellos rubios con su mano derecha.
—M-marinette —Manoon miró a su niñera con asombro y un severo trauma.
Rápidamente se separaron sonriendo. Al volver a mirarse directamente ambos se sonrojaron, no dejaban su timidez a un lado. Por otra parte, Manoon sólo estaba sonriendo mientras tenía a los dos muñecos de los héroes y los hacía que se besen.
—Ahora sólo falta que se casen y que tengan tres hijos —miró al cielo como si estuviera recordando algo—. Louis, Emma y Hugo.
Adrien quedó perplejo sin entender nada, pero Marinette sabía perfectamente lo que estaba haciendo por lo que le dio una mirada amenazante a Manoon.
—Y... ¿Qué harás mañana? —murmuró alegre—. Aparte de salvar París, claro.
Alzó una ceja.
—Nada, gatito, estaré libre.
Notó que Adrien miraba sus paredes con picardía en su mirada. Sintió que sus mejillas ardían. Como también se sintió un tomate humano. Él no dijo nada al respecto, sólo sonreía. Eso de alguna u otra forma la tranquilizaba, no del todo, pero si un poco. Por lo menos no se dedicaba a molestarla.
—Me preguntaba si... Quisieras salir conmigo —dijo—. Ya sabes, a un smoothie. D-dicen que son muy sanos... Y que...
—Claro que saldré contigo, Agreste.
Le sonrió, y siguiendo su instinto, lo rodeó con los brazos en un dulce abrazo que pronto se convertiría en una pequeña despedida. Pero no importaba, al fin y al cabo, se sentía feliz de todo lo que había pasado... Y de lo que pasará ahora en adelante.
ESTÁS LEYENDO
Lo que queríamos que pasara en Miraculous Ladybug
RomanceBesos, abrazos, actitudes y acontecimientos que nunca pasaron en Miraculous Ladybug... Ahora están aquí.