Capítulo 25/26- Orígenes.

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Marinette avanzó unos pasos y se dio cuenta de que estaba lloviendo. Angustiada miró hacia el suelo obligada a esperar. Adrien, el nuevo chico de su clase, al cual habían tenido un conflicto, pasó a su alrededor, saludándola. Pero aquella lo ignoró.

Aquel, apenado, le explicó que sólo intentaba sacar la goma de mascar. Mientras le pasó el paraguas que él tenía.

Lo miró asombrada.

Acercó tímidamente su mano hacia la de él, y agarró el paraguas un tanto extrañada. Un viento hizo que este objeto se cerrara, ocultando su cabeza.

Él chico rió a carcajadas.

Ella también.

Sintió un poco de vergüenza, pero nada que pudiese controlar. Su color rojizo de los pómulos no tardó en aparecer. Y sus ojos azules y grandes lo miraban con confusión. Él no pudo evitar contemplarlos.

—Hasta mañana —dijo decidido a marcharse, dando media vuelta.

—Si, no-nos ve-mos —cuando el chico estaba lo suficientemente lejos de ella, pudo preguntarse por que tartamudeaba.

«¿Me estaré enamorando

Tikki pudo notar a Plagg escondido, aquel también. Pero solo se limitó a guiñar el ojo derecho, para que quede en secreto. Tenía que ser así.

Al día siguiente Marinette despertó con alegría. Tenía una nueva vida y alguien que la podía poner nerviosa. Se sentía un poco mas segura de si misma y nadie podrá cambiar eso. Tomó desayuno apresuradamente, hablaban cosas típicas y cotidianas con su madre, se tensó cuando platicaba de Ladybug.

«Ojalá que no haya notado mi nerviosismo»

Mientras pensaba en eso caminaba hasta su instituto. Tikki permanecía escondida en el pequeño bolso rosado de su portadora que llevaba colgado. Ahí se escondería desde ahora en adelante. No importaba que Plagg ya supiera, tenía que esconderse de los demás.

—¡Marinette! —no necesitó voltearse para saber de quien era la voz, rápidamente dedujo que es Alya, y estaba en lo cierto—. Niña, te he buscado por todos lados.

Todavía faltaba media hora para entrar, por lo que las chicas decidieron sentarse en la banca del parque cercano. Todo era mas tranquilo ahí. El sol estaba radiante y luminoso, había poca gente. Podían conversar mejor así.

—¿Y qué es lo que me quieres contar? —murmura Marinette sonriente.

Alya suspira emocionada.

—¡Tengo muchos seguidores en el Ladyblog! —chilla felizmente, brincando de su asiento y exagerando notoriamente.

La chica con el cabello azul la felicita mientras sonríe. No sabe que más decirle, siente un cosquilleo en el estómago al pensar que es importante, pero después se siente nerviosa al pensar que pasaría si Alya supiera que la grandísima Ladybug, es la corriente chica llamada Marinette.

Al imaginárselo le provocó un sentimiento de tristeza que se le notaba en su rostro. Alya permanecía callada intentando descifrar que era lo que le ocurría.

«Se decepcionaría, lo . Al igual que todos»

—¿Qué ocurre? —la morena interfiere y rápidamente los pensamientos de Marinette se esfuman.

No supo que responder, se había quedado en blanco.

—No es nada, sólo tengo sueño —dijo inútilmente, intentando dar una sonrisa para que ella deje de hacerle preguntas.

De un momento a otro se le vino a la cabeza si a Chat le pasara lo mismo que a ella, si también se cuestiona cosas, si se siente mal al pensar en el “que pasaría” y cosas así.

Bostezó para que sea mas realista su mentira, al observar el rostro de Alya para ver si hay un indicio de que si ha caído en su mentira o no, ve que ella mira alzando una ceja hacia el instituto. Marinette hace lo mismo y puede ver a un chico rubio conversando con Chloe. Al mirarlo un poco mas de tiempo se da cuenta de que es Adrien. Un cosquilleo vuelve a su estómago y siente sus mejillas arder.

—Mira eso, es el amigo de Chloe. ¿Qué crees que se inventaran para jodernos la vida, amiga?

Sonrió ladeando la cabeza, sin apartar la vista de donde están ambos. Pero Marinette lo niega lentamente, mirándola con ternura al recordar la escena de ayer, cuando el le pasó su sombrilla en la oscuridad de la tarde, cuando el frío y la lluvia se combinaban.

—Él no es como Chloe —interfiere.

Alya la mira al instante con la boca semiabierta y con la mirada de confusión que solo ella sabía poner. Pero después la transforma en una llena de picardía.

—¿Estás defendiendo al hijo de papi? ¿Al que nos jugó una broma ayer? No me digas... —se acerca hasta quedar a unos centímetros de su oreja para susurrarle algo—. ¿Te gusta?

Los pómulos de la chica pasaron de rosados a rojos.

—Mh, no —se defiende —. Sólo lo digo por que ayer me pasó su sombrilla y fue gentil conmigo, eso es todo.

No había pensado tan a fondo en ese tema. Marinette se imaginó a ella enamorada de Adrien, ¿sería eso posible? Ella lo dudaba reiteradas veces, pero si es así, ¿por qué siente mariposas cuando se acerca? Justo ahora lo estaba haciendo, acercándose a paso lento y decidido, con una sonrisa radiante en la cara y saludando con la mano.

—Hola chicas —al reírse sus ojos se ponen enchinados como si fueran dos líneas. Marinette se fijó tanto en ese detalle que no respondió a su saludo, quedó embobada con su sonrisa. Pero luego reaccionó:

—Ah, sí, he, hola —intentó respirar y mantenerse relajada y natural. Puso su espalda recta en la banca y luego miró a Alya, ella estaba cruzada de brazos observando hacia otro lugar.

—Am... Sólo venía a aclarar que estaba tratando de quitar la goma de mascar. —Él sabía que se lo había dicho a Marinette, pero Alya no sabía, y tenía que encargarse de llevarse bien con Alya, ya que es amiga de Marinette. Y así aclarar también el asunto—. No volverá a suceder.

Alya sonríe repentinamente, asintiendo con la cabeza.

Habían conversado de cualquier cosa, se llevaban muy bien. Marinette estaba ruborizada todo el tiempo, pero él no lo notó. Solo Alya. Y la miraba de vez en cuando para sonreír pícaramente. Habían avanzado para ir al instituto y en el aula conversaban los cuatro. Nino, Alya,   Adrien y Marinette.

Tikki, escondida en el abrigo de Marinette, observó un rato hacia Adrien, para ver si estaba Plagg. Y lo comprobó, ahí estaba, con los ojos verdosos observándola, y con una sonrisa cómplice guiñándole un ojo.

No se podían leer el pensamiento, pero sabían que pensaban lo mismo y que tarde o temprano se darán cuenta. Pero cuando lo hagan, será el momento perfecto: los dos están hechos el uno para el otro.




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