33. El extraño comportamiento de Sam

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Mientras que Tim escuchaba a Aglier a través de las puertas de roble... Megan regresaba a la sala común de Slytherin.

Realmente había creído que Alice y Adela acudirían a su cita en la Sala de los Menesteres, pero nunca se hubiera imaginado que fuera a aparecer Tim Robbins. Se había decepcionado y enfadado bastante al principio, pero el muchacho había demostrado estar interesado en el tema. De alguna forma se había ganado escuchar la historia de la Resistencia y el verdadero motivo por el que estudiaba Historias de Hogwarts.

En las escaleras que le llevaban a su dormitorio, se topó con alguien al que reconoció al instante. Solo que en aquella ocasión su comportamiento era bastante extraño. Bajaba los escalones muy lentamente y con una rigidez extremadamente inusual para tratarse de ella.

Megan ya se había acostumbrado a la Sam sonámbula y acercándose a ella, trató de guiarla para que volviera a la cama, pero cuando se puso en frente de ella y a la luz de la varita, un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Tenía los ojos abiertos como platos y las pupilas tan dilatadas que apenas se le veía el iris. Megan tiró de ella, algo recelosa, aquellos ojos no parecían los de su amiga; sin embargo, Sam la empujó con tanta fuerza, que Megan se golpeó contra la pared. Entonces fue cuando se asustó. Había leído sobre aquellos casos en el libro de Bullock, Secretos de las Artes más Oscuras.

- Samantha Mackenzie Kelly, detente ahora mismo. – le dijo con voz temerosa.

Pero Sam no se detuvo y entonces supo que estaba poseída.

Algo viscoso pasó cerca rozando a Megan cuando Sam se perdió de su vista. Sassia, con su piel fría y escamosa, seguía los pasos de su dueña entre siseos. Megan decidió seguir a la serpiente y ayudarla para detener a su ama.

La sala común estaba oscura, solo la luz verdosa del Lago Negro iluminaba tenuemente algo de la estancia. Lo suficiente para que Megan viera a Sam saliendo por la puerta de piedra. Sassia abrió la boca y enseñó todos sus colmillos, parecía furiosa. Megan comprendió la gravedad de la situación. La serpiente nunca se mostraba agresiva a no ser que su dueña se lo ordenara, aquello solo podía significar que Sam estaba en peligro.

- Iré a por ella. – le dijo. Sassia alzó la cabeza y por un momento le pareció conectar con las rendijas que la serpiente tenía por ojos.

***

Subiendo las escaleras hasta el segundo piso, Megan la alcanzó, intentándola detener colocándose en frente suya. Pero Sam ni siquiera la había mirado. Luego la empujó otra vez para que retrocediera y la chica, en respuesta, le devolvió el empujón con mucha más fuerza.

Estaba poseída, Megan cada vez lo tenía más claro, y eso la asustó mucho. La última vez que en Hogwarts alguien había sido poseído, estuvo a punto de cometerse un crimen. Megan pensó que lo correcto sería buscar algún profesor o alguien que pudiera ayudarla a detener a Sam, pero algo horrible podría ocurrirle si la dejaba sola.

Había estado muy torpe en ese aspecto. Hacía tiempo que sabía que Sam salía por ahí de vez en cuando sin avisar a nadie, pero Megan había pensado que si estaba así de rara era por los problemas que tenía con John. Ahora comprendía la inquietud de Sassia y los mareos o dolores de cabeza que su amiga había padecido últimamente. Eran síntomas de posesión.

De pronto Sam se detuvo. Megan se situó a su lado.

Pero la chica se giró y se colocó justo en frente de la pared. Megan tocó la pared mientras la miraba con cautela. El color caramelo de los ojos de Sam había desaparecido debido a lo dilatada que tenía las pupilas.

Historias de Hogwarts II: el VolumenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora