Historias de Hogwarts II: el Volumen

29. Nieve y tarta de queso

Las escapadas repentinas de Danny en los últimos días estaban haciendo que perdiera muchas clases. Por suerte, al día siguiente serían las vacaciones de Navidad y los profesores ya no daban tanta materia como antes.

Estaba pasando junto a un pasillo lleno de aulas cuando se detuvo frente a una. A diferencia del resto, en ella no estaban dando clases y una alumna se entretenía en un pupitre leyendo un libro. Danny sonrió, se trataba de Megan.

Miró la tapa del libro y suspiró aliviado al comprobar que no se trataba de Historias de Hogwarts. A pesar de todo debía de ser muy interesante lo que estaba leyendo. Concentrada en su lectura, tenía arrugado el ceño mientras se mordía las uñas.

Megan no tenía nada que ver con las chicas con las que Danny estaba acostumbrada a salir. Quizás no fuera demasiado alta, ni tuviera un pelo precioso o un rostro de perfectas proporciones. Era sencillamente bonita. Pero lo que quizás más le gustara de ella era su carácter. Danny sabía el efecto que provocaba sobre las chicas, y aunque también en cierta medida lo provocaba sobre Megan, ella se contenía, sabía sacar su personalidad y su fuerte carácter cuando era necesario.

Volvió a sonreír al comprobar que, si bien llevaba un rato mirándola abiertamente, ella seguía sumergida en su lectura. Realmente se había enamorado de ella y no le asustaba reconocerlo, pero ¿tan fuerte era el sentimiento como para dejar atrás su pasado?

Distraído en sus pensamientos, Danny acabó mirando por la ventana del aula. El exterior estaba soleado, y a pesar de que en tres días sería Navidad, no parecía que aquel invierno fuera a nevar. Repentinamente se acordó de algo que le contó Megan durante las primeras semanas que estuvieron juntos.

"- Me encantan las Navidades nevadas. Me recuerdan mucho a cuando mis padres vivían todavía en Inglaterra. – reconoció con su gato blanco en brazos. Finalmente le había llamado Lilith – Por eso me hizo tanta ilusión que Ian eligiera a Lilith de este color."

Sacó su varita y lanzó un encantamiento al techo. A los pocos segundos, un pequeño copo blanco cayó sobre el libro de Megan. La chica lo observó minuciosamente hasta que comprendió de que se trataba. Luego, extendiendo las palmas de la mano, se le ocurrió mirar hacia arriba. Efectivamente acababa de empezar a nevar dentro del aula.

Al final, Danny no pudo esconder más su risa y dejó que se escapara ante la reacción desconcertada de Megan. Ella le descubrió en la puerta y le miró seriamente. Danny se apoyó en las jambas de la puerta mientras la nieve comenzaba a acumularse sobre los pupitres. Ahora caía con rapidez y copos de nieve decoraban el pelo de Megan.

- No pongas esa cara que se te va a quedar así para siempre. – le dijo él cuando Megan se cruzó de brazos. Ella le sonrió, haciendo que Danny se despegara de la puerta sorprendido. Entonces, sin esperárselo, Megan sacó la mano detrás de la espalda y le lanzó una pequeña bola de nieve que le dio de lleno en la cara.

Se rio tan fuerte que tuvo que apoyarse en el pupitre donde había estado sentada. A Danny se le había puesto roja la nariz tras el contacto con el frío. Como venganza, avanzó varios pasos y sacó su varita de forma amenazante. Como Megan seguía riéndose, invocó a su patronus. Sólo que en aquella ocasión no apareció un pequeño mono gracioso, sino algo más parecido a un gorila gigantesco. El patronus avanzó hacia donde se encontraba Megan, que dejó de reírse en seguida. Algo asustada avanzó hasta la salida, parecía que Danny se había ido, al igual que el patronus, que resultó ser un visto y no visto; sin embargo, alguien hizo que se volviera repentinamente.

- ¿A dónde te crees que vas? – le susurró Danny al oído. Megan sintió escalofríos y se giró para besarlo.

Hacía mucho tiempo que no lo hacía. Entre una cosa y otra, no habían tenido tiempo de hablar sobre su relación, sino todo lo contrario: discutir y llevarse la contraria. Luego pasaban cosas como aquella y uno se olvidaba de lo malo.