Historias de Hogwarts II: el Volumen

14. Tobogán hacia Hogsmeade

Curiosamente fue en el corredor del tercer piso donde Adela había escuchado a Zoe y Melinda hablar sobre ella. Siguiendo a Sam Kelly y acompañada de Megan y Alice, pasó junto a la pared donde recordaba haberse escondido para no ser descubierta por sus ex amigas.

Sam se detuvo frente a una estatua que representaba lo que parecía una bruja con joroba. A la mujer le faltaba el ojo de la cuenca derecha.

- Os presento a Gunhilda de Gorsemoor, - dijo Sam. - más conocida por todos como la Bruja Tuerta. – se giró colocándose frente la estatua y fingió una reverencia.

Adela se cruzó de brazos.

Se había alegrado mucho cuando Alice se acercó a ella después del almuerzo. Imaginaba que le había ido a buscar para pasar la tarde del sábado juntas. Al fin y al cabo, era su mejor amiga. O su única amiga, mejor dicho. Sin embargo, Megan Bennet había aparecido justo detrás de ella.

Habían salido las tres juntas del Gran Comedor y así se habían sentado en uno de los bancos de piedra del patio interior del Castillo. Alice le había explicado que Megan había encontrado la forma de contactar con Cassie Quaid; por lo visto había aceptado hablar con las chicas sobre Blake y la Resistencia. Adela se había puesto muy contenta, por fin tenía algo entretenido para hacer, por fin tendrían nuevas pistas para resolver el misterio de Blake.

Luego Megan le había contado su plan: con la ayuda de Sam encontrarían la forma de salir de Hogwarts y llegar a Hogsmeade, que era donde Cassie se encontraba. Adela se fijó en como Alice se retorcía las manos cuando Megan mencionó las palabras "pasadizo" y "secreto". Sabía que a su amiga no le gustaba saltarse las normas; por el contrario, Adela no podía evitar sentir cierta excitación. Generalmente, cumplía las normas del Colegio -al menos las que podían causar la expulsión de Hogwarts-, pero todavía no se había olvidado de la vez que se había escapado al Bosque Prohibido. Había conocido a los centauros y encontrado el huevo de fénix. También fue allí donde escuchó por primera la existencia de la mujer de pelo rojo. Vivir aquella especie de aventura le había servido para conseguir más valor y que le aumentara la adrenalina, aunque solo hubiera sido por un par de horas.

- ¿Dónde está la entrada? – preguntó Alice refiriéndose al pasadizo. Miraba de un lado a otro, temerosa de que pudiera aparecer alguien por el corredor y descubrir sus intenciones.

- Sin prisas, tejoncita. – dijo Sam que hacía señas a Megan para que se acercara. Le susurró algo al oído mientras miraba a las otras dos chicas de reojo.

- ¿Qué le has dicho? – preguntó Adela, que se había adelantado unos pasos, desafiante.

- Nada que te importe. – respondió Sam dándole un golpe en el hombro al pasar por su lado. – Que tengáis un buen viaje. – dijo con una sonrisa maliciosa.

Adela fue a replicar mientras agarraba la varita, guardada en uno de los bolsillos de sus vaqueros, pero Alice la contuvo y tiró de ella para acercarse a donde se encontraba Megan, que se estaba colocando tras la estatua de la bruja tuerta.

Andar por las calles de Hogsmeade con el uniforme de Hogwarts les delataría, por lo que las tres chicas llevaban ropa normal, un poco al estilo muggle, que era más fresca para el verano. Adela había elegido unos vaqueros negros y una camiseta de tirantas que le resaltaba los pechos. Su amiga Alice iba más discreta; también llevaba unos vaqueros, aunque eran claros, y una camiseta con flores mucho más discreta. Estaba pasable.

El look de Megan tenía aterrorizada a Adela: sus pantalones estaban gastados, el bajo manchado de lo que parecía barro, y llevaba una camiseta ancha de color rojo que le llegaba por debajo de la cintura. El conjunto le hacía parecer más menuda y pequeña. Adela jamás se hubiera puesto nada parecido a aquello, hubiera cogido la camiseta y los vaqueros y les hubiera prendido fuego inmediatamente. Ropas como esas no deberían de comprarse ni en las tiendas de segunda mano ¿De verdad Megan era una Bennet? Su familia era conocida por ser una de las más adineradas y ricas de Inglaterra. Si los padres de Adela tuvieran más dinero, hubiera hecho virguerías con su look.