17. Bajo la luz de la luna

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Llegaron a Hogwarts justo a tiempo para la cena. Los platos acababan de aparecer encima de la mesa cuando las tres chicas se sentaron en sus respectivos sitios. Ian y Sam formaron rápidamente un corrillo alrededor de Megan para que les pusiera al tanto de todo; esta solo hizo aspavientos mientras les indicaba que se lo contaría todo más tranquilamente luego, en las Mazmorras de Slytherin. Keylie y Dina también preguntaron a Alice donde había pasado toda la tarde del sábado. Sintiéndose terriblemente mal, les mintió diciéndole que había estado en la Biblioteca, leyendo un libro que le había hecho perder la noción del tiempo.

Pero a Adela, sentada en la mesa de Gryffindor, nadie le preguntó dónde se había metido en todo el día. Como llevaba haciendo toda la semana, Adela no probó bocado y en cuanto los primeros comenzaron a salir por las puertas del Gran Comedor, esta dejó que sus pies la arrastraran a la Torre de Gryffindor. El día había sido muy excitante, pero no tener a nadie con quien compartirlo hacía que la emoción se desvaneciera.

¡PAM!

- ¡Pero bueno! – exclamó Adela mientras se miraba los brazos, de pronto fríos y húmedos. - ¿De dónde has salido...?

El flequillo negro y mojado le cubría una parte de los ojos azules del color del mar. Llevaba una camiseta negra de mangas cortas y unos vaqueros grises y gastados, ambas prendas mojadas. Los labios los tenía morados del frío. Jadeaba mientras le miraba con el ceño fruncido. Parecía desorientado, como si acabara de salir de las profundidades del océano. Luego, Danny Turner siguió andando como si no se hubiera chocado con Adela y comenzó a subir las escaleras, hacia la Torre de Ravenclaw.

Adela se quedó con los brazos extendidos, pestañeando varias veces, pensando que quizá se lo hubiera imaginado. Pero no, las gotas de agua con las que Turner le había mojado seguían estando allí. Se giró y el chico ya no estaba. Miró en derredor, pensando de donde podía haber salido, pero nada. Se encontraba en mitad un corredor del segundo piso, Adela conocía aquel sitio muy bien, no había ningún aula, ni ninguna puerta que pudiera conectar directamente con el Lago Negro -lugar del que parecía haber salido-.

Decidió secarse los brazos restregándolos contra los vaqueros y trató de no darle más vueltas al asunto. Quizá se hubiera reventado el grifo de un baño empapándolo mientras se lavaba las manos, o a lo mejor le habían gastado alguna broma tirándolo con ropa a la piscina de los prefectos. Danny se estrenaba como Delegado de Ravenclaw aquel año, Adela lo sabía. Debía de ser eso, sí, bromas a novatos.

- ¡Mentirosa! – le dijo Adela al retrato de la Señora Gorda. Esta le miró ofendida, pero en seguida recordó que era la contraseña y dejó que el cuadro se deslizara hacia un lado. Así, Adela pudo pasar por el hueco secreto.

***

Se arropó con las sábanas después de correr el dosel amarillo de su cama. El día había sido intenso, demasiado para lo que Alice estaba acostumbrada. Trato de relajarse y pensar en otra cosa que no tuviera que ver con el Ministerio o el auror Jake Blake.

Se tumbó bocarriba y fijó la vista en el techo. Había estado en esa misma postura cuando Will la había sorprendido bajo la sombra de su árbol secreto. Se sonrojó al recordarlo y sonrió. Sin embargo, su sonrisa fue breve.

"¿Por qué eres tan tonta, Alice, por qué?"

Will había intentado besarla, y ella, estúpidamente, había escondido el rostro en su hombro para evitarlo.

"Te gusta, te gusta mucho."

¿Entonces por qué lo había hecho? No era lo mismo que con Ian, a él lo había rechazado porque no le gustaba. Ya por aquel entonces era consciente de lo que sentía por Will.

Historias de Hogwarts II: el VolumenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora