Capítulo 14: La chica de Galway.

563 35 6
                                    

CAPÍTULO 14: La chica de Galway.

[FRAGMENTO]

Diario de Alana Lambert (AN-LA-AMB)

1990

Quizás la fecha no sea tan relevante.

Pero si la historia que relate, que me interesa preservar en mis memorias. Creo que he escribido por casi dos siglos o más como ha sido mi vida, desde mi extenso viaje por Krypton y Daxam, hasta los claros manantiales de OXA, hasta mi pequeño viaje a la tierra 1 y 2. Creo que no debería tener miedo a escribir, porque se me hace difícil resguardar esto sin que mis mejillas permanezcan a un pálidas y el rojo furioso no se cierna sobre ellas. Algún día espero volver a casa, al origen de todo, al lugar donde surgió todo. Mi padre o REHTFA como quiera describirlo era un "ser" (nunca hubo una definición exacta en los miles de dialectos humanos para expresar lo que somos, lo más aproximado es ser) muy complejo como todo lo que existe en este momento, como el mismo tiempo y espacio. Él era un poco áspero con nosotros, pero aun así aun puedo ver el vislumbre de sus ojos grises sobre aquel momento en que mis hermanos y yo nos sentamos en su mesa y compartimos el mismo oxigeno, respiramos el mismo conocimiento, el mismo poderoso conocimiento que nos condenaba a ser lo peor.

Pero ya he hablado mucho de aquello, era 1990 habían pasado un par de décadas desde que decidí quedarme en la tierra para mantener a NEL (Nataniel) a raya. Aun recuerdo el cálido sol que albergó la mañana de aquel día. La primera vez que vi la nieve fue en el año de 1889 cuando partí a los Alpes siguiendo el rastro de NEL que huía escondiéndose entre las sombras. Era húmeda y resbaladiza, se derretía en mis dedos, pero a la vez el quemar del hielo estremecía mis manos que se entumecían por el frío. La cama estaba fría de ambos lados, el pequeño espacio cerca de la pared de concreto donde me acurruqué enfundada entre cobertores era lo único que permanecía caliente. La almohada era tiesa, tan tiesa que sentía aquella molestia en mi cuello. Mis pies estaban cubiertos por un par de calcetines color gris que sobresalían del ropaje, la capa que cubría mis pies era tan delgada que el frio sobrepasaba y hacía que mi piel se pusiera de gallina o en un eufemismo se enchinara. Creo que era casi inicios de año cuando el invierno aun seguía confinado en Galway, haciendo que el frio descendiera abarcando toda la costa, con el mar frente a nosotros. Me salí de la cama siendo tocada por el gélido ambiente que se cernía sobre mí, haciéndome tiritar los dientes. Había pasado primaveras, veranos, otoños e inviernos aquí en Galway por décadas pero aun no podía sobrellevar el arrollador estado de congelación del invierno, diferente a casa donde la temperatura era seca y a cobijadora. Pensé que combinaba mucho con la personalidad apática de mi hermano mayor Nataniel o como en mi hogar lo conocían NEL-LA-AMB, había partido a Dublín la noche anterior para traer más dinero a casa. NEL había vivido el siglo y medio que lo perseguí por la tierra como un hombre adinerado sembrado caos por donde pisaba, claro que no le importaba. Era algo que los humanos tenían a diferencia de nosotros, compasión por las personas. El individualismo era parte de nuestra alma, parte de lo que éramos, claro que buscábamos respetar la regla de no dañar a terceros para obtener nuestras ambiciones realizadas. Fue una de las razones por las que REHTFA me obligó a matar a NEL, había roto aquella primordial regla.

Caminé por el suelo de madera crujiente de aquella pequeña habitación en aquel hostal. Queríamos mezclarnos entre los humanos, pero establecerse en una casa, incluso detenerse a conversar con alguien era peligroso. Las décadas pasaban y yo seguía con la misma apariencia de una joven de dieciocho años de edad, con la misma juventud talla en mi rostro porcelana. Abrí la puerta del balcón y me deslicé por la pequeña y estrecha salida para mirar los barcos de vela que navegaban cerca. Lo que más me gustaba del hostal era la vista hacía el mar, cerca del muelle. Los pescadores iban en las mañanas y regresaban justo antes de que el sol se hiciera a un lado para dejar que la luna nos abrazara. Mire los colores suaves del magenta que se desprendía de la madrugada, mientras el amarillo del sol comenzaba a extenderse por toda la ciudad calentándonos del abrazador frío que enchinaba nuestras pieles y entumecía nuestros dedos. Admire el reflejo del amanecer sobre las aguas azul profundas, respire el oxigeno de la tierra con gusto dejando que mis propios pulmones se hincharan sobre mi tórax.

Secrets and Family (Supercorp y Sanvers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora