Capítulo 22: Espejo.

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CAPÍTULO 22: ESPEJO.

NATANIEL LAMBERT

16 de septiembre de 1998.

El brillo del espejo le cegaba.

La primera vez que miró su rostro en el cristal, vislumbró asco. Perdido y opacado por la luz que se reflejaba en el par de ojos verdes que le miraban como si fuera todo lo que tuviera en el mundo. Con aquellos ojos que eran iguales a un espejo. Noches en las partes más solitarias de las barras en los bares de la ciudad, alcohol barato, peleas en callejones, nudillos ensangrentados. Esa fue su vida que obtuvo cuando la perdió, cuando perdió el reflejo que estaba justo al otro lado del espejo, con su corazón gritando clemencia mientras olvida como luchar. Con el vidrio roto. Pero ahora estaba de vuelta, resurgiendo entre la calidez de las sombras que le bañaban el cuerpo entero, emergiendo con más firmeza, con el corazón de acero.

El parque que estaba en la avenida StoneHeart era el más colorido, pero aun así el entorno era agrio y seco. Atreves de sus ojos la luz del sol no brillaban de la misma forma que realmente lo hacían. Simplemente la brumosa lobreguez que pesaba sobre él le impedía mirar aquel cielo despejado, recubierto de algunas nubecillas que flotaban en el aire, con el sol que resplandecía sobre el pasto verde y húmedo, los niños jugueteando en el arenoso suelo del área de recreación. Se sentó en el banco más cercano a la sombra fresca del árbol, alejándose del sol que quemaba su piel con aquella calidez que había rechazado desde el primer momento en que miro el hostal convertido en solo cenizas y pedazos de escombro y madera quemada en su totalidad. Estaba totalmente vestido de negro, sus ojos verdosos despistados por las gafas circulares con cristales polarizados.

Estaba con los brazos extendidos en ambos lados del respaldo de la banca, la pierna ligeramente cruzado, su rostro mirando fijamente hacía las nubes que surcaban el cielo en busca de cubrir el sol. El sonido de los niños sonaba estridente en sus oídos quería callar cada uno de ellos mientras estos se revolcaban en el suelo, con la visión perfecta la miró ahí quieta en los columpios. El sonido de las cadenas de metal atadas aquella débil estructura era estrepitoso de la misma forma que las cadenas de Sir Charles Ducati cuando lo tomó prisionero en su residencia en Windsor. Encadenado y cubierto de sangre, sudor y lodo.

Lo torturó hasta que no pudo más que rogarle que lo matara. Nick no sentía disgusto en mancharse las manos de sangre. Pero odiaba sin duda ser el verdugo. Así que simplemente despojó Ducati de sus ropas de cuero y le tendió una daga con un emperdigada de rubís y otras piedras preciosa, también le dio una copa del mejor vino que pudo conseguir. Ducati estaba sentado en el suelo, las cadenas lo apretaban contra la pared mientras Nick tenía una silla de madera de lino frente al desahuciado hombre, el cabello sucio de Ducati húmedo y escurridizo de sudor mientras el hedor de que proporcionaba el moho y las húmedas de las mazmorras le hicieron arrugar la nariz. Nick recuerda haber tenido una breve conversación:

—"He amigo, listo para ser arrojado hacía las tinieblas por el resto de la eternidad, mientras tu cadáver es desollado vivo como si fueras un animal para luego darte a las bestias".

—"Claro. ¿Por qué no?, dame uno momento de óseo para removerme entre la oscura prisión y la tortura que cometes, dadle mi cadáver a los barbaros y haced de mi piel una alfombra. ¿Qué más da?, igual seré asesinado por un engendro. Ya no me interesa vivir, porque me has hecho sentirme sin vida en estas mazmorras, atado a estas cadenas que pesan sobre mi cuerpo débil y famélico. Haz hecho de mis cabellos una burla cuando fueron tan inmaculada belleza, rizados y dorados, ahora oscuros y desprolijos. Me despojaste de mis vestiduras para hacerlas jirones después de haber sido fabricadas con tanto esmero, bordada sobre tela de seda a mano, con el escudo en mi pecho desgarrado..."

Secrets and Family (Supercorp y Sanvers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora