Capítulo 19: Nunca aprenderemos

460 31 3
                                    

CAPÍTULO 19: NUNCA APRENDEREMOS.

LENA LUTHOR.

21 de marzo del 2017.

Nunca aprenderemos, ni siquiera llegando en primavera con una espesa nube blanca sobre nuestra vida, corriendo en direcciones opuestas en medio de esta partida, el mazo al aire y la corriente lenta. Ella caminó con sus tacones negros resonando en la mosaico blanco, jalada por el guardia, arrastrada entre las paredes de concreto grises del estrecho y amplio corredor con un montón de puertas aseguradas, el bullicio de los reos contenido en su celda, mientras su corazón estaba al límite, en sus dedos estaban enredados la agarradera de un maletín negro, lo suficiente discreto, mientras un fajo de dinero se deslizaba de su mano hacia la del oficial que le guiaba con brusquedad, los otros centinelas rondando mientras mostraban con el pecho hinchado las armas enfundadas en correas de cuero que colgaban en sus caderas. El sonido de sus propias pisadas le hacía respirar con dificultad, siendo bañada por las luces blancas mientras pasaban por una cabina con un par de uniformados trabajando sin descanso atendiendo llamadas, con una seña el oficial Bass hizo que estos le dieran acceso a la entrada de la puerta bloqueada bajo un montón de mecanismos muy bien instalados. Lena permanecía estoica mientras una gota de sudor se resbalaba por su nuca y se metía dentro de su blusa azul turquesa. Su oído izquierdo vibraba mientras cerraba los ojos con pesadez, escucho como los pequeños seguros se abrían hasta que el oficial pudo girar de la manija para entrar a la otra parte del amplio corredor, más discreto y oculto del ojo de las demás personas. Las cámaras en cada esquina, Lena estaba siendo observada, lo odiaba. No tardaron tanto en caminar, mientras los recuerdos zumbaban en su mente al contraste del blanco y el gris que le dilataban las pupilas.

—Una hora—Bass habló ajustando el cinturón, haciendo énfasis en la pequeña pistola que estaba atada a su cadera tapada en cuero agrietado. Lena solo esbozo una sonrisa antes de sacar otro par de billetes de la manga, con un discreto agradecimiento se lo deslizó a sus callosas manos y este volvió a decir—, una hora y treinta minutos mas—Bass le abrió la puerta y Lena cerró los ojos.

Contuvo el aliento mientras volvía a abrirlos, la adrenalina le causaba picor en el corazón. En esos momentos lamentaba no haber podido tomar un trago de aquella botella añeja de ginebra que guardaba oculto en uno de los cajones de su oficina. Dio un paso seguro con el corazón centellante, casi saliente de su garganta. Lo miró, lo miró con los ojos quebradizos, sus dedos temblaban mientras él estaba sentado esposado a la mesa de metal, la pequeña habitación la bombilla colgando del techo, las paredes grises oscurecidas, iluminadas por la luz del bombillo, con los bordes sombreados.

Él ni siquiera la miró cuando entro, pero reconoció el ruido que hacían sus tacones raspando el piso con cada paso tembloroso. Solo escucho el chirrido de las patas de la silla cuando esta la hizo para atrás, él no la quería ahí. Él no quería que ella lo viera de esa forma, él solo quería que lo mirara en sus recuerdos, en aquellos jardines con los que soñaba todas las noches acostado en la incómoda cama de su celda. Él lo hacía, en la miraba en aquellos recuerdos, en aquellas tardes de verano en que se quedaban haciendo papiroflexia mientras el reloj seguía corriendo en cámara lenta y el sol cambiaba de posición.

Cuando eran jóvenes.

Lena se sentó con delicadeza en la silla con el zumbido en su oído izquierdo. Las manos de Lex estaban empuñadas en la mesa, podía ver como las uñas se enterraban en su palma, como sus ojos no dejaban de mirar la superficie de la mesa gris, Lena lo miró, contempló cada parte de él con dolor, mirando la huella que su hermano había dejado. El silencio era incomodo, el dolor era insoportable, ella quería salir corriendo de ahí, pero mantuvo todo a raya mientras él estaba rebobinando cada detalle de su vida. Lena se quedó mirando su uñas totalmente mordisqueadas, hasta pensó en lo que Lilian le diría si las mirara, la reprimenda dura y cruel que le daría. Mirando hacía sus uñas perdiéndose en la agonía de que no podía evocar su voz, como cuando eran jóvenes.

Secrets and Family (Supercorp y Sanvers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora