Secrets and Family (Supercorp y Sanvers)

Capítulo 38: Una noche.

CAPÍTULO 38: UNA NOCHE.

NATANIEL LAMBERT

Nataniel nunca dejaba de pensar en lo que Lena le había dicho. Incluso sosteniendo la botella de ron por la boca presionada entre sus dedos pálidos, pudo pensar en otra cosas. Normalmente era un ser bastante impulsivo; había masacrado pueblos enteros, pero también había vivido la experiencia más dulce de la vida de la mano de mujeres realmente fuertes y llenas de vida. Aquellas acaricias que sus dedos realmente extrañaban, cuando pasa alrededor de sus mejillas. Diferentes pigmento salpicaban sus pieles y diferentes experiencias, pero la misma sensación sobre la yema de sus dedos. La suavidad de los pétalos de las rosas. Siempre las comparo con las rosas, tan delicadas y dañinas, con esas espinas como un escudo de defensa, enraizadas en un rosal. Una experiencia gratificante fue sin duda sangrar por ellas. Pero incluso con esos pensamientos atorados en su cabeza no pudo resistirse a la idea de entender, ¿Cuál era el motivo de querer salvar a Maggie Sawyer?, ¿estaba encaprichado acaso?; tenía todos estos fantasmas persiguiéndole, todas esas suplicas por un minuto más de aire. Él poder, era embriagador, tanto que le hacía temblar las rodillas. Pero ahora estaba ahí, sosteniendo un paquete de puros con una mano y una botella ron con otra. Estaba tan angustiado que su corazón (incluso si tenía), estaba hundiéndose en caja torácica. Sus labios se torcieron ante la forma en que Samedi cavaba la tumba con Maggie dentro de aquel agujero. No era un imbécil, de hecho la ignorancia para un Lambert era peor que la muerte misma. Siempre entendió que morir era solo un ciclo por el cual en cierto periodo de tiempo tendría que pasar. Incluso aun dolido con la muerte de Alana lo aceptó, aceptó ese proceso tan oscuro y frío, como estar dentro de un río helado. Se tomó un momento para analizar la situación. Claro que el tiempo avanzaba demasiado rápido, lo veía en las manecillas del reloj de su padre, lo miraba en la forma en que los ojos de Waverly parecían hundirse ante el hecho que presenciaba.

Un dios de la muerte cavaba una tumba. Se relamió los labios antes de fruncir el ceño.

Estaba negado al absoluto hecho de que la vida de Maggie se había extinguido. Estaba demasiado negado a dejar que Maggie muriera ahí. No entendía la razón, le daba vueltas a su mente y no comprendía. Hubiera añorado tanto por más tiempo con Alana, pero simplemente dejó que ese dolor le motivara a sus deseos sanguinarios, a sus deseos más primitivos de venganza. Ahora estaba Maggie, una persona, un ser humano que era digno de su atención. Quizás de cierta forma se proyectaba en Maggie, proyectaba el mismo desprecio de su padre, el abandono, el dolor, la decepción de la vida misma. A diferencia de él, que creo la destrucción de su alrededor, Maggie vivió intentando no tener que volver a sufrir de esa soledad, intentando sobresalir del hecho de que su familia le había dado la espalda.

La familia era importante para los Lambert o cualquier SYEHT eran símbolos de unidad, de respeto, de fuerza. Su padre era sin lugar a dudas un ser bastante despreciable, incluso si había venido hasta aquí para ayudarle. Nataniel sabía que estaba tramando algo, lo veía con esa manía que tenía de mirar el reloj cada diez minutos.

Miró el panorama, en la tierra árida, grisácea, el cielo oscurecido por nubes de tormenta. Un tronco seco de un árbol, el olor putrefacto. Sin duda un sitio correcto para morir. Así que tomó un poco de aliento de antes avanzar, su pierna dolía, dolía como una punzada. Conocía ese hecho. El que su pierna le estaba advirtiendo el peligro, las noches de ansiedad el dolor incrementaba lo suficiente. Pero la angustia que sentía la boca de su estómago, era comparado con la desesperación de un padre por conseguirle un corazón a su hijo a punto de morir. Quizás de esa manera veía a Maggie, como una hija, una niña pequeña que necesita ser curada y tener una vida tan prospera como la cosecha de uvas en aquellos viñedos en Italia.