Capítulo 36: FRAGIL.

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CAPÍTULO 36: FRAGIL.

NATANIEL LAMBERT

Él la miró desvanecerse en sus ojos, frente a él estaba tirada en el suelo. Siempre le habían dicho que los muertos aparentaban estar dormidos, pero dudaba que alguien pudiera dormir con la cara enterrada contra la nieve que desprendía ese olor tan desagradable. A escasos pies la joven pistolera enfundaba el arma que hace poco había desprendido una luz color azulada. Podía ver como las grietas que formaban runas antiguas se encendían de ese azul electrizante. Miró hacía las estrellas. El frío que hacía estaba entumeciendo sus dedos y el aire se escapaba como humo atreves de su boca. Miraba con asombro con los músculos entumecidos. Una mano se arrastró por su nuca, como un fantasma, pero esa calidez que desprendía solo la pude sentir hace años. Años y años, el tiempo recorría un camino lento y sinuoso, lleno de trampas, mañas, heridas, lágrimas y sonrisas. Pero la soledad era realmente un tatuaje sobre la nuca. Aún estaba sombrado, se vislumbraba en sus ojos, la forma en que ardían, en que se humedecían y las gotas de lluvia eran saladas como el agua de los mares donde había sumergido su cuerpo. Aún recuerda esa vez, la camisa holgada, los pantalones ajustados y los holanes en la mangas de las blusas. Había dejado que su cabello rizado creciera hasta los hombros, y como un humano bañado en la vida mundana la capa de suciedad se esparcía por su rostro. Siempre detesto esa época, incluso cuando escapaba de su hermana. Terminó en una playa al sur de Francia, sus botas pesaban y sus labios estaban secos, anhelando el océano, ese que estaba sobre sus ojos verdes, ese que estaba llamándolo con aquel sonido, las olas derrapando la arena, el cielo azulado sin nubes. Cayó de rodillas contra la arena y proclamo las gracias al destino, porque era en lo único que realmente lograba profesar fe.

Pero ahora era diferente.

Inmóvil y con los labios sellados derramaba lágrimas como un pecador arrepentido. Dejando que el cielo juzgara y que él dolor le quemara el pecho como una marca permanente. Miró a la pistolera que estaba ahí estática, intentando recobrar la compostura.

Cayó de rodillas enterrándola en la nieve sucia y húmeda, fría, ese frío que quemaba como la arena de aquella playa. Cayó sobre su espíritu. Se cuestionó a si mismo si el destino era tan cruel que mataría a todas las personas a su alrededor. Con la muerte besando sus pies, sepultó sus dedos en la nieve.

Gritó.

Gritó una vez más.

Gritó de una forma desgarrada, dejando que esas emociones tan humanas, tan mundanas que por primera vez estaba desatando un cataclismo sobre él se expusieran ante las personas que estaban ahí en ese silencio sepultado. Con la nieve siendo la manta fría y la oscuridad siendo el techo. No estaban las estrellas de Van Gogh, no había nada ahí para él más que un cadáver a escasos metros. Un cuerpo derrumbado manchado de sangre, el infierno clamaba su alma y no pudo salvarle.

Pasó un rato, cuando el corazón que latía fuerte sobre su pecho le hizo ponerse de pie. Cojeaba, sus pazos eran grandes zancadas, intentando que la nieve no le impidiera prácticamente caerse sobre el cuerpo de la joven. Estaba frío, y quiso calentarlo con sus manos, ¿pero cómo calientas a un muerto con tus manos frías?, Nick no lo sabía. Solo la arrulló como si fuera un bebe, dejando que las lágrimas limpiara la sangre que estaba sobre su frente, miraba el orificio donde la bala se había clavado, justo entre sus cejas y sus ojos estaban cerrados, la expresión relajada.

No estaba tan destrozado desde que miró la madera chamuscada y las cenizas volando por la calle.

— ¿Señor Lambert?—la voz de Waverly era tímida, sentía las pisadas a través de la nevisca. Pero Nick sostenía a Maggie entre sus brazos, porque ya no estaba. Estaba tan muerta que podía sentir la bilis quemar su garganta. En horas el cuerpo se comenzaría descomponer, sus órganos se pudrirían y la tierra sería su nicho, los gusanos se la comerían, se consumirían lo que quedara de ella.

Secrets and Family (Supercorp y Sanvers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora