Capítulo 4: ¿No te cansas de desafiarme?

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-¡Emma! ¡Levántate, es tarde!-dijo mi madre elevando la voz y golpeando mi puerta con una intensidad que hizo sentir cada golpe rebotar en mi craneo.

-Maldita sea-gruñi girando

Cristo, ¿por que los padres consideran buena idea despertar al prójimo de esa manera?

Me senté en la cama y froté mis ojos que pesaban a cada parpadeo, me puse de pie y rebusque algo presentable para ir al instituto, conseguí unos leggings negros, mis converse blancas, una camiseta de tirantes blanca y encima una sudadera del mismo color.

Ocupé algo de rimmel y corrector para darle vida a mi rostro cansado, lavé mis dientes, tomé mi bolso y bajé las escaleras.

-Emma, necesito que en cuanto salgas vengas rápido para cambiarte, no quiero llegar tarde a casa de Martah- me dijo mamá en cuanto entro a la cocina.

Me encontraba sentada tomando un jugo de naranja. Ante sus palabras suspiré corto, acababa de comenzar el día y me ponía de mal humor toda esa expectativa ridícula y sin sentido.

-¿Tan importante es conocer a ese tipo?-pregunté, manteniendo el tono de voz bajo para evitar una pelea, no sería buena manera de comenzar.

-Emma-se quejó ofendida-es un hombre de negocios, alguien importante, pero sobre todo es el padre de tu amiga-

¿Un hombre de negocios? Pues ¿a quien mierda le importa eso?

Ni en la vida de Amber, ni en la de mi mamá, ni en la mía encajaba esa porquería de hombre de negocios, es decir, bien por él, supongo, era su trabajo, pero no implicaba una razón para otorgarle mi respeto.

-Tendrías que recordarselo a él que parece ser quien lo olvido-dije señalandola con mi vaso- y me importa un bledo quien sea- sentencié y mi pensamiento de apenas minutos antes, sobre no discutir se evaporó como el agua.

Ella suspiró derrotada.

-Sé lo que piensas, pero él es su padre, y siempre será así, no es nuestro deber juzgarlo-su voz sonaba tranquila ahora, como si quisiera hacerme entrar en razón.

Mamá siempre era la voz de la razón, tan comprensiva y moderna en todos los aspectos posibles, y entendía que era parte de su personalidad, pero creo qué hay cosas que simplemente no se pueden perdonar tan fácilmente.

-Me voy-dije tomando mi bolso, y evitando continuar con aquella conversación-nos vemos mamá-

-Adiós-beso mi mejilla y con eso salí de mi casa. Luego de caminar unas cuadras me encontre con Amber.

-Y dime, ¿ya sabes que te pondras?-dije cuando casi llegábamos.

-Sip, pero no puedo salir de mi casa así-rodo los ojos y sostuvo sus brazos en el aire, dejándolos caer de golpe a sus costados

-¿Que?-enarque una ceja en su dirección, sin entender nada .

-Ya te lo dije, mamá me dijo que Justin es un hombre muy conservador, creera que soy una especié de prostituta menor de edad si salgo asi de la casa.

-¿Justin?

¿Quien mierda es Justin?

-Mi padre-puso los ojos en blanco como si fuera obvio

-Oh-murmuré-¿y como le haras?

-Me vestiré como una monja inmaculada intocable y me llevare un bolso para cambiarme en la casa de Brad-se encogió de hombros, no encontrando otra solución.

-Estoy muriendo por verte de monja inmaculada-sonreí

-Aun asi sere sexy, ya lo veras, la monja mas sexy que hayas visto

El Padre de Mi Mejor Amiga|Justin Bieber|Editada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora