Capítulo 38: Mi plan

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Maratón 2/3

Era viernes en la noche, y estaba feliz y casi saltando en un pie, mamá y Martah, habían estado insistiendo durante dos días enteros a Justin, querían ir a una cena de gala en el hotel Hilton, pero no lograron convencerlo. Él dijo que estaba cansado y que esas cenas eran estupideces que enriquecían mas a los ricos.

Me daba mucha risa y a la vez me enternecía la forma que Justin tendía a enfadarse cuando defendía sus ideales.

Aún así, Martah se enfadó y dijo que ellas irían, con o sin él y Justin dijo que le daba igual, por supuesto que de la forma cortes y elegante que lo caracterizaba, pero eso fue lo que quiso decir.

Amber había estado rogándole a su mamá por que la dejara ir a la fiesta de Chris, el capitán del equipo de fútbol.

Si, el chico que taaan loca volvía a mi amiga haría una fiesta y por supuesto, Amber no podía perdérselo, finalmente había logrado convencerla y habíamos quedado en ir juntas, pero al saber que Justin se quedaría solo en casa toda una noche, creí que sería mejor que me quedara, para llevar a cabo mi plan.

Le dije a Amber que no me sentía bien, que me dolía el estómago, y la verdad es que no era del todo mentira, porque me encontraba un poco enferma, además de que no tenía muchas ganas de ir a una fiesta.

Aunque me acobardara y no fuera donde Justin, prefería quedarme viendo una película.

-Eres una perra abandonadora-se quejó ella mientras pintaba sus labios de rojo.

Era curioso verla cómo vestía en ese momento, habíamos descubierto al pasar de las semanas, que en realidad Justin no era ni un cuarto de conservador como Martah lo había pintado.

Es decir, era tal vez, la primera impresión que generaba al verlo con sus enormes trajes y su andar de expresión seria y fría, pero bastaba con conocerlo sólo un poco para saber que era sólo una apariencia.

Me parecía realmente extraña la actitud bipolar que tenía Martah con Justin, pues parecía una colegiala enamorada de a momentos, y de a otros parecía querer pintarlo como un monstruo insoportable.

Puse los ojos en blanco ante su reproche.

-También tu-respondí y ella me miró con la boca entreabierta viéndose ofendida.

-¡Eres una mentirosa!-se quejó y volvió su atención a sus labios.

-No lo soy, te dije que no tengo ganas de ir y no dudaste un segundo en ir de todos modos sin mi-le reproché divertida desde su cama, donde me encontraba tumbada.

Ella chasqueó la lengua y dejó su labial Mac en un costado.

-Claro que no, te jodes por ser tan amargada y por comer chatarra

Me reí sosteniendo mi estómago que se quejó levemente, y ella disolvió su falsa molestia para reír conmigo.

-Bien, iré a ligar con ese chico sexy, adiós-besó mi mejilla, y salió de la habitación haciendo resonar sus tacones a cada paso.

Sonreí y agradecí a todos los dioses, incluido mi seguidor principal, el de la mala suerte, el tener una mejor amiga como Amber.

-Nena ¿puedo pasar?-tocó la puerta mi mamá.

-Sip-dije sentándome en la cama.

-Hola-sonrió entrando, se veía deslumbrante con un vestido largo color coral y el cabello recogido.

-Te ves muy bien-sonreí.

-Gracias-sonrió ella de vuelta-¿no vas con Amber?

-No-fruncí los labios y puse una mano en mi vientre-no me siento muy bien-dando mi sobreactuación más creíble.

-Oh, cariño-dijo poniendo una expresión de lamento-bueno, Justin se quedara aquí, creo que estará trabajando en su oficina pero si necesitas algo solo dile a él o llámame ¿bien?

Asentí.

-Hay emparedados en la nevera, por favor llévale algunos a Justin, el pobre trabajará toda la noche.

Sonreí ampliamente sin poder evitarlo.

-Claro mamá, no te preocupes que yo le llevare lo que necesite

Bueno, podría necesitarme a mi ¿no?

-Gracias-sonrió y besó mi mejilla despidiéndose de mi, le dije que se la pasara bien y que le mandara mis saludos a Martah, ni siquiera quería bajar y ver cuan bien se veía, eso bajaría mi autoestima de un golpe sin dudarlo.

Luego de las 9 pm, me encontraba tumbada mirando el techo, y dudé en qué hacer. La cobardía se estaba apoderando de mi después de todo.

Lo pensé bien, y me di cuenta que de todos modos debería llevarle la cena a Justin como había pedido mamá, y lo mejor era verme mínimamente decente para hacerlo.

Me puse un lindo negligé de satén blanco que me había obsequiado mi tía de México en algún cumpleaños, en ese momento me sonrojé y reí, la miré como si estuviera loca, ella había dicho "créeme que algún día te servirá" y yo había reído histérica.

Oh, muchas gracias tía Margarita, tenias razón después de todo.

Bajé las escaleras, puse dos emparedados en un plato y serví un vaso con agua. Despeiné mi cabello intentando, aunque sea, parecer sexy, y descalza, caminé traspasando el living, el pequeño pasillo que hasta que llegó Justin desconocía, y con mis nudillos golpee tres veces la hermosa puerta de madera pulida de su oficina.

Oí un firme y masculino 'pase' y mordí mi labio.

Mierda que nervios, definitivamente no fui hecha para esas cosas.

Abrí la puerta despacio, y frente a mi, detrás de un hermoso escritorio de madera oscura, se encontraba el hombre que tanto deseaba, sentado en una silla giratoria y concentrado en la laptop frente a él, sus ojos se centraron en mi, y todo lo que había planeado, esa ropa provocativa tan extraña a mí, la casa sola, perderme la fiesta...todo valió la pena al ver como sus ojos se expandían y su boca se abría para dar paso a su respiración errática.

El Padre de Mi Mejor Amiga|Justin Bieber|Editada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora