Contacto - Alexa

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Estaba muy tranquila acostada en el césped cuando Caterina llegó a mi casa

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Estaba muy tranquila acostada en el césped cuando Caterina llegó a mi casa. Traía cara de no haber dormido en varias noches y me saludó sin ganas.

─¿Qué onda, bebé? ─le dije, burlándome de su estado.

─Alexa... ─balbuceó sin ganas y se tiró en el pasto al lado mío─. He pasado unos días muy malos.

─¿Por qué? No hace ni una semana desde la última vez que te vi y estabas bien en ese momento.

─Sí, pero me he sentido realmente mal: me da fiebre y sudoraciones nocturnas. ─suspiró.

─¡Estás teniendo sueños húmedos! ─me reír nuevamente.

─Alexa, hablo en serio. ¡Me siento muy mal! ─sonaba enojada.

─Bueno, perdón... ¿Ya fuiste al médico? ─negó─. Pues debes hacerlo, querida.

─No sé si me estoy sugestionando, pero he investigado en internet y todos los síntomas concuerdan con una sola enfermedad. ─comentó.

─¿Y cuál es?

─VIH. ¿Te imaginas qué horror?

─Oye... ─me incorporé y la miré directamente a los ojos─ debes tranquilizarte, muchas veces en internet hay una innumerable cantidad de información falsa. A demás, ¿con quién has tenido relaciones? La única vez fue hace dos semanas en la fiesta que organicé aquí, y me dijiste que te habías protegido. ─dije.

─Creo que el preservativo se rompió. ─confesó con pesadez.

─Oh, Caterina; pero no debes sugestionarte de esa manera. En todo caso, deberías hacerte una prueba para confirmar tus sospechas. ─y una lágrima deslizó por su mejilla.

A veces me dolía verla llorar. Nosotros no estábamos acostumbradas a ser débiles. Usualmente Caterina era alegre y había una sonrisa perfecta cubriéndole el rostro. Ahora, en cambio, me mostró a una Caterina totalmente rota.

─Debo esperar tres meses para hacérmela. ─lloró─. Alexa, ese día estaba muy ebria y no podía pensar con claridad. Ni siquiera conocía al chico, él probablemente no era de aquí y tampoco le pregunté de dónde venía. Es más: ¡ni su nombre sabía!

Su voz le temblaba; podía sentir su tristeza en carne propia. Los vellos de los brazos se me erizaron ante la información que me dio. Recordé a Alexis y lo que habíamos hecho ambos en mi habitación.

─Mira, sólo estás pensando cosas improbables. Por lo que sé, el VIH no presenta síntomas y muchas veces la mente juega malas pasadas. Debes estar tranquila y relajarte. Espera tres meses, te haces la prueba y verás que todo está bien. ─por primera vez había dicho algo que realmente ayudaba a alguien.

Giró el rostro y se limpió las lágrimas, sonrió levemente.

─¡Ya sé! Hagamos algo para animarte... ─aplaudí y di saltitos en el aire. La ayudé a ponerse de pie y le propiné un abrazo─. ¿Recuerdas cuando estábamos obsesionadas por encontrar la carta póstuma de Diego?

¿Quién es Iris? [COMPLETA Y EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora