Sangre. Más sangre. Yo estaba corriendo por el bosque mientras una decena de personas sin ojos me perseguía. Era peor que cualquier película de zombis que hubiese visto. Yo intentaba correr rápido, pero mis piernas parecían no responder y me dolían significativamente; tenía la respiración agitada, pues hasta el oxígeno parecía estar escapando de aquellos muertos. Resbalé con una raíz y caí de bruces en el fango.
La gravedad del planeta me llevó hasta el fondo del barranco donde eran más notorios los gritos de dolor de aquellas personas que venían tras de mí. Brazos sangrientos y esqueléticos surgían de entre el fango; hasta que me di cuenta de que no era lodo en lo que había caído, sino sangre coagulada que poco a poco trepaba por mis extremidades.
Gritaba. Nadie oía mis llamados de auxilio.
Me levanté como pude y me aferré al tronco de una rama. El suelo irregular bajo mis pies se movía y temblaba; algo monstruoso empezaba a salir del corazón de aquel pantano escarlata. Poco a poco, aquella masa homogénea de sangre y vísceras fue tomando forma.
El monstruo espinoso parecía babear el viscoso líquido rojo; su rostro entero estaba cubierto de miles de ojos que se impactaban en mí, provocándome una sensación punzante. Abrió unas fauces tan oscuras como un abismo y tan apestosas como un cadáver; dejó vislumbrar entre aquellos labios carnosos unos dientes blancuzcos que bien podrían competir en altura con el Everest. ¡Todo era tan monstruoso! No concordaba nada en esa extraña pesadilla.
Y aunque yo sabía que todo eso sólo era un mal sueño, no podía despertar.
Del interior de aquella monstruosa boca surgió una frase que retumbó en mi mente.
─¡Ven, ellos te están esperando!
Y el timbre de mi teléfono me despertó al fin.
Abrí los ojos y me desubiqué; no conocía el lugar en el que estaba. El panorama se me fue aclarando hasta que recordé lo que había pasado anoche con el hallazgo que hicimos Matías y yo. Llamamos a los policías y luego nos hicieron un montón de preguntas sobre nuestra presencia en aquel lugar. Matías me invitó a quedarme a dormir en su casa ante el suceso; y tras platicar largo y tendido hasta muy entrada la madrugada, colocó una manta en el suelo al lado de su cama para que yo durmiera.
Y allí estaba yo, despertando después de una inusual pesadilla. Matías estaba en su cama leyendo un libro; me miró con gesto curioso... pude notar las bolsas bajo sus ojos que indicaban el casi nulo descanso.
─Te oí jadear. ─comentó cerrando su libro─. ¿Estás bien?
─Solo fue una pesadilla. ─me tallé los ojos y las imágenes del chico de anoche se solidificaron en mi mente. Eso ha sido la cosa más aterradora que he visto en la vida. Creo que nunca se me borrará de la mente y estará allí hasta el fin de mis días.
─No pude dormir nada. ─dijo él─. ¡Qué bueno que tú sí! ─exhaló con pesadumbre.
─¿Crees que la policía nos vuelva a buscar? ─quise saber.
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¿Quién es Iris? [COMPLETA Y EN EDICIÓN]
Misterio / SuspensoCuando el primer suicidio aparece en el pequeño pueblo de Villa Dorada, toda la gente se pregunta qué es lo que ha llevado a un adolescente a quitarse la vida. Lo que no saben es que eso es el principio de una cadena de misterios sin resolver que...