Era un martes por la mañana. Ese día me levanté muy temprano para ayudarle a papá con el negocio. Él poseía la única ferretería de todo Villa Dorada, misma que había heredado de mi abuelo hacía ya casi veinte años, desde que murió de cáncer de próstata. Yo no tuve la oportunidad de conocer a mi abuelo paterno; lo poco que sé sobre él es gracias a lo que me cuenta mi padre y a las fotografías viejas que resguarda celosamente en una cajita de madera.
Papá se parece mucho a él, tienen el mismo porte serio, pero a la vez confiable. La gente dice que me parezco más a mi madre, que a mi padre, pero yo me siento más identificado con papá por varias razones. No sólo a que ambos seamos hombres (eso sería muy machista), sino a que prácticamente pensamos de la misma forma. Somos reservados y callados, pero cuando encontramos a alguien en quien podemos confiar, lo hacemos sin dudarlo mucho.
Eso me recuerda a la historia de amor de mis padres. Prácticamente mamá fue la que lo sedujo en su etapa de adolescentes; finalmente, mi padre cedió y encontró en ella a la mujer de su vida. Mamá es más atrevida: ella no teme en decirte las cosas tal cual son, aunque a veces no se dé cuenta de que ha herido a las personas. También sabe disculparse; aunque su lado directo siempre estará presente.
Me hubiera encantado conocer a mi abuelo paterno. Sé que él me contaría verdaderas historias de terror acerca de Villa Dorada y, en general, leyendas impactantes de toda la república mexicana.
Esa mañana estuve atendiendo a algunos clientes mientras mi padre viajaba a la capital para surtir el negocio. No fue una mañana tan ajetreada, por lo que aproveché para continuar con mi lectura en turno. Estaba leyendo algo de Stephen King, y aunque sus libros a veces fueran densos, las historias que narra me parecían originales y creativas. El libro trataba de un hombre que atropella a varias personas y que se oculta en un perfil de una red social, desde donde comete otros crímenes.
¿Cuántas personas no harán lo mismo que él?
Reflexioné esa pregunta unos cuantos minutos, hasta que me interrumpió un cliente que quería comprar distintos tipos de clavos. Tras atenderlo, continué pensando en la enorme cantidad de perfiles falsos de todas las redes sociales. Tomé mi teléfono y navegué un poco por las personas que tenía agregadas en la sección de amigos, de Facebook. Ninguno de esos perfiles parecía falso, inclusive conocía (aunque fuera de vista) a todos ellos. Fue inevitable no llegar a la sección de solicitudes, en la que sobresalía la de Iris Walker. ¿Sería un perfil falso?
No. No era así. No lo creía de esa manera.
Tenía muchas fotografías de ella y de personas que la rodeaban. Sin embargo, no la conocía y por más guapa que fuera no la aceptaría. Ignoré su solicitud y seguí atendiendo la ferretería. Luego, llegó mi padre y lo ayudé a acomodar la nueva mercancía en sus respectivos lugares.
Comí chuletas de cerdo que preparó mamá y luego continué con la lectura unos cuantos minutos más.
Me llegó un mensaje de Víctor invitándome a su casa, y tras saber que mi padre ya no requeriría mi ayuda el resto de la tarde, me encaminé a la casa de Víctor que estaba a pocas cuadras de distancia.
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¿Quién es Iris? [COMPLETA Y EN EDICIÓN]
Misteri / ThrillerCuando el primer suicidio aparece en el pequeño pueblo de Villa Dorada, toda la gente se pregunta qué es lo que ha llevado a un adolescente a quitarse la vida. Lo que no saben es que eso es el principio de una cadena de misterios sin resolver que...