Dudas - Ximena

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Salí del panteón y corrí detrás de Matías que ya se me había escapado

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Salí del panteón y corrí detrás de Matías que ya se me había escapado. Él, ante el ruido que provocaban mis carreras, volteó a verme y se detuvo. Tenía los ojos hinchados de tanto llorar y las manos sucias de la tierra del panteón.

─Fue Iris Walker. ─fue lo único que dijo antes de retomar su andar. Seguí tras él.

─¿Estás seguro?

─Completamente. Víctor, en su habitación, tenía unos discos de video muy parecidos a los que tenía Diego. No los pude ver porque estaban completamente rotos. ─no volteaba a verme. Pude apreciar que se limpiaba nuevas lágrimas.

─Sí, yo creo que esa chica tuvo algo que ver. Pero, ¿qué harás? ¿Irás con la policía?

─No lo sé. Eso sería lo más correcto. Aunque aún tenemos la duda de saber quién nos mandó aquel mensaje. Definitivamente no fue Diego desde su tumba: no creo en esas patrañas. ─aseguró.

Llegamos a la plaza de Villa Dorada y nos sentamos en una de las múltiples bancas. Ese lugar era el único que poseía faros blancos en lugar de amarillos; banderas mexicanas colgaban de ellos y ondeaban con lentitud. Las dos enormes fuentes lanzaban chorros de agua iluminados de un color tan rojo como la sangre.

─Deberíamos tratar de entablar conversación con quién sea que maneje la cuenta de Diego. ─eso sonaba muy rebuscado.

Matías se limpió las mejillas y dispersó su atención en una enorme camioneta negra que bramaba un rap en inglés. El que la conducía era un chico desconocido. Durante las vacaciones, Villa Dorada se llenaba de gente completamente anónima.

─Inténtalo tú. ─sugirió─. Yo quiero hacer otra cosa.

─¿Qué intentas hacer? ─volteó a verme con los ojos hinchados.

─Atrapar a Iris Walker. ─reprimí una risotada.

─¿Y cómo piensas hacerlo, niño genio? Probablemente estamos tratando con un asesino en serie experimentado. Deberías dejárselo a las autoridades. ─dije.

─¡Es por venganza! ─bufó─. Víctor hubiera hecho lo mismo...

─No seas tonto: Iris Walker bien podría ser un hombre de cuarenta años experto en armas... peor aún, ¡Terrorista árabe! No sabes en el problema en el que te meterías, inclusive tu vida misma correría peligro. ¿Y si no la atrapas? ¿Y si mueres en el intento?

─Pues eso sería otra prueba factible para sospechar más de ese perfil de Facebook. ─susurró.

─Está bien, acepto eso... pero no has contestado mi pregunta, ¿cómo piensas atrapar a Iris Walker? No sabemos ni quién es... ─me crucé de hombros.

─Siguiéndole su juego. Eso me daría con ella. El propósito es saber quién es Iris Walker. Tú misma viste en los videos de Diego que la chica lo invitaba a ir al bosque por la noche... él se encontraría con ella...

─¿Y quieres ir al bosque a encontrarte con esa asesina? ─inquirí.

─Es la única manera de saber quién es Iris.

─Matías, estás con la adrenalina a tope. No es bueno que cometas ese tipo de tonterías. ─musité. Por un momento temí por su vida. Él parecía no oír lo que yo decía─. Por favor, no hagas nada loco...

Matías siguió llorando. No pude evitarlo y lo abracé, allí, en medio de la plaza ante la mirada de algunas personas que salían de la misa de siete de la tarde. Él se recargó en mi hombro y empezó a sollozar.

─En estos días te has vuelto mi único amigo. ─estaba siendo sincera─. No quiero que te pase nada malo.

─Pero a muchas otras más personas les pasarán cosas malas si no atrapamos a Iris Walker. ─masculló.

─Déjalo a las autoridades.

─¡Ellos no harán nada!

─Matías, por Dios... no hagas ninguna estupidez. No te conviertas en una víctima más. ¿Quieres ser el quinto muerto? ─negó─. Prométeme que no te pondrás en contacto con ese perfil de Facebook.

Él guardó silencio.

La enorme camioneta negra con el rap a todo volumen se estacionó a un lado de la plaza. De ella bajó un individuo bien vestido; fue hasta la puerta del copiloto desde donde bajó Alexa con un provocador vestido marrón. Su cabello rojo competía con el agua de las fuentes.

La mirada de Alexa se conectó con la mía. Me miró abrazando a Matías y escondió una risilla torpe. Los dos chicos caminaron hasta atravesar la plaza y pasar por enfrente de nosotros; Alexa movía sus caderas (como siempre) de manera provocativa.

Ellos dos se perdieron entre los puestos de comida.

─Matías... ¡Hazme caso! ─le dije después de un par de minutos en silencio. Él parecía perdido en algún punto de la plaza─. Prométeme que no harás nada tonto.

─Lo prometo. ─pero no sonaba tan convencido.

¿Quién es Iris? [COMPLETA Y EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora