El cuarto suicidio - Matías

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Papá me despertó para anunciarme que ya no ocuparía mi teléfono; como aún seguía con sueño, solamente me limité a gruñirle bajo mis cobijas

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Papá me despertó para anunciarme que ya no ocuparía mi teléfono; como aún seguía con sueño, solamente me limité a gruñirle bajo mis cobijas. No pude seguir durmiendo más de lo que quería; el recuerdo de los videos de Diego me incomodaba.

Tomé el teléfono entre mis manos y lo encendí; cuando lo hice, una decena de mensajes de Víctor me llegaron y se hicieron notorias las muchas llamadas que me había hecho.

¡Víctor!

¡Iris!

Matías, necesito hablar contigo. Estoy asustado.

Eso decía su último mensaje.

Me puse de pie lo más rápido que pude y me vestí; hasta la playera me puse al revés.

Sin siquiera avisarle a mis padres, corrí a la casa de Víctor que quedaba relativamente cerca. Cuando llegué, toqué la puerta pero nadie me abrió: probablemente su padre estaba dormido y ebrio. Volví a golpear, ahora más fuerte y con la ilusión de que Víctor me abriera.

─Víctor, soy yo... lo siento, ayer no tenía el teléfono conmigo. ─dije, pero un silencio me respondió.

Caí en la cuenta de que la puerta no estaba completamente cerrada y que con un empujoncito podía abrirla. Así lo hice.

Entré a casa de Víctor donde me recibió un inusual aroma a limpieza; lo cual indicaba que su padre no estaba en casa, de ser así, el aroma sería otro.

Di unos cuantos pasos y luego lo vi.

Allí estaba Víctor, colgado en el árbol de limón que estaba justo en el centro de su patio.

Me paralicé. No parecía ser realidad eso: más bien, parecía un sueño psicodélico o una pesadilla.

─¡Víctor! ─corrí a descolgarlo y el cuerpo inerte de mi amigo cayó al suelo.

Grité pidiendo ayuda mientras tontamente trataba de hacer reaccionar a Víctor dándole palmadas en la amoratada cara. La sangre le salía de algunos orificios; le grité a su padre, pero comprobé que definitivamente el chico había estado solo en casa.

A los pocos minutos comprendí que todo era imposible. Víctor estaba muerto y lloré.

Lloré mucho.

***

Lo siguiente ocurrió demasiado rápido: llegaron unos vecinos de Víctor (alertados por mis gritos) y apreciaron el cadáver; alguien llamó a la policía que casi enseguida arribó al lugar, seguidos por los forenses que se llevaron el cuerpo de Víctor... le llamé a mi madre y le di la noticia; ella se quedó muda tras el teléfono.

Yo no podía creerlo aún; pensaba que todo eso no era parte de la realidad y que pronto volvería a ver a Víctor. Él había sido desde siempre mi mejor amigo; y haberlo encontrado muerto me había dejado en completo shock.

¿Quién es Iris? [COMPLETA Y EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora