4. MOMENTOS INDESEABLES.

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Caminamos junto a la biblioteca antes de ir a nuestras respectivas clases. Mia se despide yendo a clase de baile con Lily, Barbara se va a el patio a calentar para la siguiente hora de partido y Karla me acompaña a clase de química con la profesora Missing mientras platicamos de la noche anterior.

—¿Tu no crees que lo lograremos cierto? —hablo mirándola comerse una barrita integral. Eleva la mano atragantándose.

—Yo opinó que no funcionará.

—Creo que nos acabamos de meter en un gran lío donde no saldremos con cabello—suspiro y Karla me da un golpe en el brazo.

—¡Tú me indujiste a que aceptara!

—¿Disculpa? Tú te pusiste en mis manos como si fuera Dios—la señaló—Y no me culparás por eso.

Va a decir algo, pero al instante cierra la boca como si estuviera arrepintiéndose de sus próximas palabras entrecerrando los ojos.

—Bien.

Llegamos entrando al salón mientras escuchamos como todos hablan de la fiesta en casa de Brent, sabía que era cuestión de horas para que se hiciera un borbote total y toda la maña se uniera. Karla menciona que nos sentemos atrás abriéndonos paso entre los deportistas que se lanzan el balón al aire casi golpeándonos la cabeza.

—Mientras tanto cuéntame ¿qué te pondrás para la fiesta? ¿algo provocativo? ¿seductor?

Arrugo la nariz—No lo sé; no siento que sea importante la ropa cuando solo vas a ponerte ebria.

—Si lo haces Brent va a odiarte.

Lo dice más como una advertencia antes de sacar sus cosas de la mochila purpura. Y sé que sé a qué se refiere porque el año pasado en su fiesta de cumpleaños número diecisiete terminé tan ebria que vomite su auto camino a casa. Por suerte ahora tengo mi propio vehículo para vomitar, si es que no me desmayo antes.

—¿Piensas llevar a alguien? —preguntó sacando mis libretas y plumones.

Vacila sonriendo.
—Anoche hable con Matt y es lindo, ¿cómo es que nunca lo había tratado?

—Tal vez porque no estábamos presionadas por no quedar calvas.

—Cierto, pero igual agradezco que haya pasado, después de casi tres años necesito amor.

Hago una mueca—Todo sigue igual, nada cambiará.

—No seas pesimista—se entre ríe—Yo por ahora veré si puedo invocar a Matt y a su hermosa carita—juega y trato de no reírme.

—Hablando de la apuesta...—vaciló—suerte porque voy a ganarles a todas.

—¡No seas víbora! —se enoja empujándome.

—¡Tiss! —hago un ruido gracioso.

Su cara fingiendo estar molesta aparece mientras entrecierra sus ojos rasgados negando con la cabeza. Me río de mi malísimo chiste tratando de no perder mi atención al frente cuando los tacones de la profesora resuenan en el piso. Todos los alumnos toman asiento en su lugar y entonces la profesora da indicaciones rápidas para ir al laboratorio y hacer un experimento dejando a un lado el análisis de la última rana hace un par de días atrás.

Karla aplaude—Amo ir al laboratorio.

—Solo mirar como hago todo por ti—contesto haciéndola chistar.

Tomo mi mochila abrumaba guardando de vuelta mis cosas y caminando hacia afuera junto con todos los otros compañeros. Escogemos la primera mesa de la entrada, le menciono un: ahora regreso camino a tomar los utensilios que la maestra comienza a anotar la actividad. Estoy por tomar el último medidor de la barra, pero una mano huesuda me empuja quitándome de la jugada y robándose lo que era para mí.

El club de las chicas solteras© (YA EN FÍSICO) NO EDITADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora