Mis pasos son más firmes cada vez contra el piso del aeropuerto. La puerta cuatro directo a Seattle está justo de lado derecho de la sala de espera, pero intento no verme tan nerviosa como me siento. Con mil cosas en la cabeza que solo evado llegando por un té a una pequeña cafetería frente a la terminal. Me doy tiempo para relajarme, el vuelo sale en una hora lo cual me da tiempo de disfrutar algo por primera vez en el día al salir de casa.—Gracias, buen viaje.
La chica rubia me entrega mi té con leche y con una intensa sonrisa en su cara lo bastante falsa como para hacerle otra igual de falsa.
Le agradezco de vuelta tomando asiento en una mesilla de mármol sola. No hay mucha gente por el aeropuerto esta mañana, pero si lo suficiente para no hacerme sentir una madrugadora fatal gracias a la paranoia de mi padre. Meneo mi celular viendo mensajes de las chicas sacándome unas sonrisas con sus tonterías, me espabilo escribiéndoles de vuelta hasta que una voz me detiene haciéndome alejar los ojos del celular.
—¿Angie? ¿Cómo estás?—la miro sonreírme amable haciéndome elevar las cejas sorprendida.
—Lizzie, que sorpresa verte.
—Bueno yo me la vivo en los aeropuertos, a veces es divertido—sonríe—Pero me da gusto verte, no te miraba desde la noche en el bar con Evan.
Menciona meneando sus uñas el termo blanco haciendo que me desespere invitándola a sentarse señalándole la silla de enfrente. Verla de pie me da ansias. rápido accede dejando una maleta plateada a un lado haciéndome verla más detenida con su elegante vestido azul a hombros y el saco beige. Aunque el anillo en su dedo se roba toda mi atención durante unos segundos hasta que finalmente habla recargando los codos a la mesa.
—¿Y qué tal te va?
Pregunta haciéndome vacilar.—Mejor que de costumbre, Gracias.
Me sonríe amable asintiendo. Ve mi maleta a un lado y entonces reitera.
—Así que siempre si te vas.
—Honestamente no iba a quedarme.
—Ya lo sabía—chista—Igual Seattle es hermoso y te va a encantar. Tiene lugares impresionantes—habla tan emocionada que casi llega a transmitirme su emoción impaciente.
—Lo tomare muy en cuenta. Aunque antes necesitaré instalarme—miro mis manos—No conozco nada de Seattle más que por fotos y planos.
—Pues cuando quieras puedes avisarme y podemos salir. La empresa de mi prometido está en Seattle, viajo ahí casi todos los meses. Sería divertido.
Quiero decirle que no pero tampoco suena tan mal y pienso que nuestras riñas iniciales ya están olvidadas desde hace tiempo.
—Seria genial, gracias.
Le miro amable antes de que unos mensajes de las chicas alerten a mi celular, pero lo ignoro dándole un trago a mi té.
—Sabes, me da gusto que hayas decidido irte, te admiro—suelta haciéndome verla de vuelta meneando mis dedos sobre el vaso de cartón.
—Ahora solo necesito encontrar un trabajo estable y seguir pensando que fue una buena deducción salir de casa—bromeó y esta ríe.
—Claro que lo fue. Y ahora que lo pienso, sobre el trabajo—vacila—Si no te importa también puedo ayudarte en eso, visítame cuando quieras.
—¿Como porque estás intentando ayudarme? Nos odiamos ¿lo olvidas?
—Claro, te detesto—hace una cara falsa de disgusto.
—Pero se lo que es empezar desde abajo, aparte de que el mundo de los negocios para las mujeres es limitado, ya sabes; te lo diré yo que vengo de un largo viaje.
ESTÁS LEYENDO
El club de las chicas solteras© (YA EN FÍSICO) NO EDITADO
Teen Fiction¡YA EN FÍSICO! (GANADORA DE PREMIOS PLANETAS COMO HISTORIA ORIGINAL Y MEJOR PORTADA) - ¡¿Escuchaste hablar sobre lo que ocurrió en el baile de graduación?! -Como olvidarlo. Era más que obvio que eso iba a suceder. - pero las cinco eran mejores am...