45. LA BODA.

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La puerta se abre mostrándome a una chica rubia confundida tambaleándose, pero antes de que pueda decirme siquiera algo prefiero salir de ahí. El aire se me atasca en los pulmones, pero no me detengo, necesito correr e irme. Necesito liberarme.

Lo oigo, pero por más que quiera no me detengo. Siento una mano rodearme la muñeca en un intento por seguir corriendo, pero no me deja haciendo que me regrese para intentar sacarme de su penetrante agarre hasta ver sus ojos avellana desesperados sobre mí.

—¡Diablos déjame! —tiro de mi mano.

—¡Es que tienes que escucharme antes! No es lo que crees, tengo las grabaciones. Las grabaciones del gimnasio.

La sangre se me baja a los talones.
—¿Que? —comienzo a temblar viéndolo serio.

—Lo que estás escuchando, las tengo.

Suelta mi mano y entonces veo cómo Lizzie llega entregándole unos discos en pequeñas cajas con nombres. Cámara 1-3. Bajo un poco la guardia intentando armar el rompecabezas en mi cabeza y eliminando las ideas que empezaban a formarse en ella.

—Le pedí a Lizzie que te encerrar conmigo para poder hablarte y entregarte los cd, pero solo empezaste a gritarme y sé que yo igual y no dije lo que tenía que decir cómo debía hacerlo—toma aire agitado extendiéndome las cajas
—Lo siento, pero aquí están.

Me quedo quieta antes de pensar en tomar las cajas siquiera. Entonces Evan eleva las cejas alentándome a hacerlo terminando por tomarlas todavía con las manos temblorosas. Puedo sentir los ojos de ambos sobre mí, pero mientras tanto solo me enfrasco en lo que realmente importa. Que es en lo que contienen estos discos y si estoy lista para verlos.

—¿Ya las viste? —pregunto y asiente—¿Que tan malo es?—le miro nerviosa y esta suelta el aire de su pecho.

—Lo mejor es que lo veas sola. No hay mucho en ellos, pero tal vez puedas reconocer algo.

Los meto a mi saco viendo a Lizzie alejarse junto con Sebastián a otro extremo dejándome con las manos sudorosas esperando el próximo paso, que no llega volviendo a ver cómo la pelinegra regresa con dos galones de gasolina en sus manos elevándolos.

—Me debes un galón y medio—bromea dejándolos en el suelo haciéndome verla entre enojada y agradecida por su chistecito del baño.

—Eso no va a pasar.

Le digo sin más viéndola sonreír interpretando mis palabras. Tomo ambos galones para vaciarlos intentando quitar la tapadera de la camioneta, pero esta no des abotona haciéndome bajar a todos los santos para poder irme de una maldita vez. Intento de nuevo, pero es una tontería porque sigue sin quitarse y solo comienzo a golpear la tapadera con coraje. Maldita tapadera estúpida. ¿Qué tengo que hacer para que algo me salga bien por una vez?

—¿Necesitas ayuda?

—No—miento recia cuando una risita de Evan resuena haciéndome exasperarme todavía más.

—Vamos, déjame ayudarte—se acerca intentando des atorar la tapadera. Y entonces de un giro la quita poniéndola en mi mano—De nada.

Ruedo los ojos.
—Déjate de tus sarcasmos para después.

—¿Y tú si puedes lanzarme los tuyos? Que igualitaria eres.

Ignoro su comentario poniendo los galones de gasolina uno a uno. Siento sus ojos sobre mí, pero mejor inicio a tararear una canción en mi cabeza para olvidarme de que esta aquí impacientándome como siempre. Se ve tan tranquilo y guapo que ni siquiera parece que estaba ebrio peleándome hace unos segundos atrás.

El club de las chicas solteras© (YA EN FÍSICO) NO EDITADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora