- Entonces... ¿Gale vive en Fonseca? - pregunté con un hilo de voz, procurando no demostrar mucho interés, aunque de hecho me carcomía la intriga.
- Supuestamente. - Masculló Frank mientras que le daba un buen mordisco a su Helado de Chocolate. Cómo... ¿Cómo podía morderlo con tanto desdén? A mi tan solo el roce de la nieve con mis dientes me provocaba entumición. - Ese día estaba en Cova para visitar creo que a su hermana. No estoy seguro.
Tomé un gran bocado labio a labio de mi helado de Vainilla. Como tenía ya claro, odiaba el chocolate... era simplemente asqueroso, ¿No?
El que Gale viviera en Fonseca, y no en Cova como lo había pensado podrían significar varias cosas importantes que maltratarían a mi cabeza. Punto número Uno: Vivía a treinta minutos. Solo treinta Minutos. A veces, menos. ¿Treinta minutos para mí? Pasarme treinta minutos en un coche para solamente para llegar a un destino era cosa de todos los días en Boston; Para empezar, la escuela se encontraba a más de cuarentaicinco minutos. ¿Treinta minutos? No lo son Nada. Treinta Minutos podrían significar el drama entre Pauly y Gale... o hasta entre Pauly y Yo.
Punto numero dos:... Bueno. Realmente solamente es el punto uno. Y con él, ya tenía más que suficiente.
- ¿Puedo preguntarte algo, Lau? - Preguntó Frank mientras que se sentaba en una de las mesas altas del café de Rosso. Me senté justo al frente, y asentí bastante animada.
- ¿Que sucede? - Frank tragó gordo. ¿Qué podía ser? ¿Algo sobre Ross? ¿Algo sobre lo que había ocurrido en la noche anterior mientras que mis locuras estaban desenfrenadas ya que no tenía cabeza? ¿Algo sobre Gale?
- ¿Crees que tenga oportunidad con Lucille? - Eso realmente no me lo esperaba. Ni en un millón de años.
Observé en sus ojos como un miedo a una respuesta negativa se presentaba dilatándose en su pupila. Chasqueé la lengua; no me atreví a mirarlo. ¿Por qué me lo preguntaba a mí? Solamente conocía a Lucy de hacía una semana cuando mucho, ¿No podía preguntárselo a alguna otra persona? ¿Alguien como Helena? ¿Pauly? Alguien que conociera más a Lucy, no alguien a quien solamente le había prestado un par de tacones. Y una falda. Y una blusa. Y maquillaje. Bueno... el punto es que no somos "así" de íntimas.
- ¿Por qué me lo preguntas a mí? - arqueé una ceja y coloqué mis codos sobre la mesa. El chasqueó la lengua y miró directamente hacia la mesa negra en la que estábamos sentados.
- Pues porque tú eres diferente. - ¿Diferente? ¿Eso que tenía que ver? - Conozco a Lucille, así como a Pauly, Sarah y ellas. Sé que si le hubiera contado esto a alguna de ellas, se lo dirían a Lucy. Y no quiero que se entere sin estar yo seguro de todo.
Eso parecía tener sentido.
Fruncí los labios sin tener pista alguna de que decirle; conocía a Lucille lo equivalente a lo poco que conocía a esas super estrellas pop, o hasta a los más populares de mi colegio: No me interesaban realmente sus vidas, así que me daba lo mismo. Lucille no era porque no me interesara, era más que nada porque nunca... nunca había tenido una verdadera amiga. Así que no sabía muy bien sobre todo eso de "Conocerse" y saber de gustos hasta el punto en que puedes llegar a decir si alguien le daría la oportunidad a otra persona.
La mirada de Frank, iluso e igual de tonto me hizo darme cuenta que Él y yo teníamos mucho en común: El sufría la incertidumbre de no conocer los sentimientos de la persona que quería. Y así me sucedía a mí.
- Frank, yo a Lucy casi no la conozco. - Admití cabizbaja. - y no soy del tipo de chica que sabe lo que las chicas quieren. - El tan solo alzó los hombros restándole importancia....
Y me encontraba leyendo ese estúpido libro. "Los 100 poemas más románticos Jamás recitados", ese libro de pasta azul celeste que me llevaba un amargo sabor de boca. Me llevaba el recuerdo de Ross acariciando mi hombro.
Ahora que lo pienso, nada de eso tenía sentido; nada nunca lo tiene. Ross ese día en Conelly se había visto bastante cariñoso y atento; eso no podía ser una ilusión mía, tampoco un espejismo. ¿Por qué habría Ross actuado así conmigo en Conelly, pero de vuelta a Nove era frio e indiferente en un sentido romántico? Nadie entiende plenamente a los hombres. A veces, ni ellos mismos lo hacen.
Hojeé el libro, intentando encontrar algo no tan cursi y empalagoso. Me gustaba la poesía, claro, una poesía fuerte que tuviera un mensaje mayor al que era el romanticismo. Creo que definitivamente era más fan de lo contemporáneo, un estilo de poesía libre sin límites de estrofas, ni versos, ni siquiera sinalefas. Un tipo de poesía donde nada parece tener sentido... para los que solo leen sin comprender. Una de esas que expresan emociones fuertes, sentimientos de frustración, ira, quizás rebelión, que expresan lo que yo siento a veces sobre una sociedad mierda y un gobierno que te mantiene con los ojos vendados. Me gustaba la poesía fuerte, Revolucionaria; No la poesía tonta, cursi, pegajosa y romántica. Una escritora Anti-Romanticismo. Se podía, ¿No?
En ese instante recordé perfectamente el momento; hasta los ojos de la Sra. Richards, mi maestra de Literatura, brillaban intensamente en lo que era un vago recuerdo que llegó de repente a mi cabeza, en aquella clase donde veíamos los 50 mejores poemas de los tipos de movimientos literarios. Habíamos visto ya varios movimientos: El barroco, Modernismo, Surrealismo, Creacionismo, y hasta Vanguardista. Ahora, tocaba el romántico.
Al momento en que la Maestra leyó un verso de un poema - sinceramente ni siquiera recuerdo el nombre - con la ilusión tan pura y semejante al de un niño pequeño, un chico extraño que llevaba una plumilla detrás de su oreja todo el tiempo hizo una expresión de Asco. La verdad, yo había hablado con el varias veces, y le agradecía el hecho de que lo hubiera hecho por mí. Esa acción creó en el salón bastantes expresiones, comentarios que venían desde "Esas son Cursilerías" hasta "Malditos insensibles poco románticos". Yo decía la primera frase, y me encontraba catalogada en el segundo grupo: Ineptos amantes de los cómics que jamás han tenido novia, y se resguardaban en Batman o cualquier cosa que fuera para no pensar en su poca vida amorosa, social e antisocial. Claro, yo no amaba los cómics... simplemente era Rara.
La maestra había generado con ese discurso una discusión mayor, por lo que tuvo que actuar como mediadora. Y cuando habló, me dejó marcadas sus palabras, aunque fuera hasta ese momento, muchos años después, en otra zona horaria, en otro país, cuando por fin les encontraba sentido. Ella había dicho: "Cuando te enamoras, nada te parece suficiente. Ustedes quizás aún no han tenido la oportunidad de sentir que de repente, ya no eres un individuo. De repente tú dependes de alguien, y alguien depende de ti. Ahora son cursilerías, palabras tontas y romanticismos empalagosos, pero cuando se enamoren, le encontrarán el sentido. Cuando se enamoren comprenderán que, Ni las más tontas cursilerías expresan lo que realmente se siente".
Yo ya le había encontrado el sentido. Osea, ¿Yo ya me había enamorado?
- Lau. - su voz me sacó de flote en mis pensamientos. Elevé mi vista y miré por sobre mi hombro hacia la puerta de entrada del patio. Gale estaba allí. ¿Qué...Qué? - ¿Te interrumpo?
- No, para nada. - cerré el libro, mientras que detenía el sillón que se mecía de enfrente hacia atrás imitando el movimiento del mar. Estaba colgado desde unos broches en el techo. Era para aproximadamente tres personas, por lo que tenía mis piernas extendidas a todo lo largo.
Bajé mis piernas deteniendo su mecer, y Gale solamente tomó asiento junto a mí.
- ¿Qué haces aquí?
- Quedé de verme con Ross, me dijo que pasara al patio, que llegaba en unos cuantos minutos. - Aparté mi mirada de su rostro, y miré hacia el verde césped. - ¿Te molesta?
- ¿Debería? - bajé los hombros, y recargue mi antebrazo en mi pierna, bostezando fuertemente.
Gale tomó el libro y lo examinó dándole vueltas pequeñas a él en sus manos; sonrió, y abrió el libro, hojeándolo tan solo lo necesario para que se percatara de que era realmente poesía.
- Los Cien poemas más Románticos jamás recitados... - hizo un mohín, y una mueca que me dibujó una sonrisa en el rostro. - ¿Cursi o Agradable? ¿Apuestas?
- Cursi. - contesté sin dudarlo.
- Agradable. - suspiró el, y me sonrió de oreja a oreja. Por alguna razón, no pude evitar no hacer lo mismo. - Quien diría que a una chica como tú, le parecieran cursis estas cosas. - Golpeteó el libro para referirse a él. ¿Una chica como yo?
- ¿A qué te refieres con eso?
- Pues, a las chicas lindas les gusta el romanticismo.
- No me catalogo como "Chica linda" - objeté alzando una ceja.
- Yo sí. - sonrió. Y, otra vez, no pude evitar no sonreírle del mismo modo en que él me sonreía a mí.
Sonreírle a Gale era tan fácil como Parpadear.
Apartando su vista de mí, tomó el libro y lo comenzó a hojear completo. Después de unas 10 páginas, la detuvo en una.
- Este me gusta... - admitió sin despegar los ojos del libro.
- ¿Te gusta leer poemas? - pregunté un tanto intrigada. ¿Por qué todos parecían tener una pizca de romanticismo menos yo? ¿Tomaron algo acaso para poder ser románticos? ¿Píldoras acaso? ¿Vitaminas de Dinosaurios? Cuando mi mamá me daba esas horribles y asquerosas vitaminas en formas de diferentes especímenes de dinosaurios, las escondía debajo de la almohada, y cuando estaba sola iba hacia el baño y las tiraba por el retrete. Repito: Eran Asquerosas.
- No necesariamente. - suspiró, y me miró. - Pero este me trae lindos recuerdos. - apartó su mirada de mis ojos y volvió al libro, para así aclarar su garganta, y Empezó a recitar el poema."¡Oh, Cuál te adoro! Con la luz del día
Tu nombre invoco, Apasionada y triste,
Y cuando el cielo en sombras se reviste
Aun te llama exaltada el alma mía.Tu eres el tiempo que mis Horas guía,
Tú eres la idea que a mi mente asiste,
Porque en ti se encuentra cuando existe,
Mi pasión, mi esperanza, mi poesía.No hay canto que igualar pueda a tu acento
Cuando mi amor me cuentas y deliras
Revelando la fe de tu contento;Tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras,
Y quisiera exhalar mi último aliento
Abrasada en el aire que respiras."
Gale levantó sus ojos temblorines y los conectó con los míos, indecisos y más blandos de lo que de por sí estaban. Sus palabras... Dios mío. Aunque hubieran sido palabras de un poema que ni siquiera él había escrito, el modo en que decía cada palabra como si le doliera me había... me había tocado. Y, la cereza del pastel, su mirada. Esos ojos grises que capturaban mi esencia y atraparon a mis ojos, provocando que mis neurorreceptores se volvieran todos locos, frenéticos, perdidos, si saber qué hacer, como actuar, ni que decir.
Gale sonrió, pero esta vez estaba bastante absorta como para decir palabra alguna. Esta vez, no le contesté la sonrisa, aunque tuviera una ya internamente. Y esa vez, sonreí internamente al entrelazar las palabras, con el hecho del beso en Cova. Ahora, veía el beso desde la perspectiva de "Fue un muy buen intercambio de sentimientos y lucha de labio a labio ajeno".#BGFY
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A Writer Without Love
Teen FictionElla, una chica llamada Laura con 19 años, busca entrar a la universidad con una beca estudiantil para literatura, y se encuentra con un pequeño concurso de la misma institución que puede hacer que la cantidad de su beca Aumente. Sin nada que perder...