Capítulo 55

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Mi corazón tembló cuando llegué a la entrada del cine. Había poca gente, y busqué inconscientemente a Ross con la mirada. No lo veía.
Eran las 19:05 - me había encargado perfectamente de llegar 5 minutos tarde - y no había señal de él. Me crucé de brazos, y caminé hacia la entrada del cine, donde estaba la cartelera llena de películas que ni siquiera sabía las reseñas. No era mucho de ir a esos lugares.
- Me alegra que vinieras. - Su voz me dejó congelada. Cerré los ojos, y tragué gordo antes de abrirlos y darme la media vuelta.
Ahí estaba él, con su cabello perfectamente despeinado, su estilo juvenil y fresco, y con su muy exquisito perfume. Odio admitir que me cortó la respiración. - Traje esto para ti. - alzó la mano y aparté la vista de su bello rostro. Tenía un ramo de rosas rojas. Inconscientemente, sonreí. "Maldito Ross... no había modo en que siguiera enojada".
- Gracias. - contesté apenada, y tomé el ramo percatándome del pequeño empaque que tenía pegado a un costado. Solté una carcajada al despegarlo del ramo. "Gummyworms", mis favoritos.
- Sé que lo típico es traer rosas y chocolates, pero sé que tus favoritos son las gomitas de gusano. - No me atreví a mirarlo, tan solo sonreí.
- ¿Y las rosas, señor típico?
- Creí que podrían gustarte - metió las manos a los bolsillos de su pantalón. - Aparte, aquí en Londres es muy complicado conseguir lilas, y si le pedía a Jhon que me llevara a una florería más posiblemente me hubiera dejado tirado en la calle. - solté una carcajada, y él sonrió con los ojos brillantes. Dios, esos ojos... ¡Maldita genética que tenía que hacer tan bien su trabajo! Ross era hermoso; su rostro era sencillamente angelical.
Mis risas se fueron apagando, y lo único que quedó en el ambiente era el sonido de unas cuantas personas entrando al cine. Me sentí cohibida por unos segundos, y preferí mirar hacia el suelo.
- ¿Vez? - sonrió, y yo elevé mi vista. - Ahí está. Siempre que quiero mirarte apartas tus ojos a otro lado.
Mis mejillas se quemaron, y no pude evitar morder mi labio mirando otra vez hacia el suelo.
No podía mirarlo, no cuando él me miraba de ese modo tan... Oh Dios, tan Ross. Sus ojos eran unas pesadas anclas que se clavaban sobre mí. No sabía exactamente que era, pero sus ojos me pedían que los mirara un poco más, siempre.
Alcé la cabeza otra vez, pero al hacerlo sentí la proximidad del cuerpo de Ross. Se acercó, y me rodeó con sus brazos fuertes. Yo oculté mi rostro en su pecho, aspirando su aroma.
- Lo siento. - besó mi cabello, por el cráneo. - Estaba enojado, y hasta yo me desconozco cuando lo estoy. Jamás quise decir todas esas cosas, Yo... yo te aprecio demasiado como para perderte. No puedo perderte. - Sentí temblar.
No "puedo" perderte.
Me separé de sus brazos sin decir una sola palabra, y él se alejó un paso de mí, mirándome con detenimiento. Sonreí, y me acerqué otra vez para rodear su cuello con mis brazos. El me abrazó desde mi cintura, y juntó nuestras anatomías.
- ¿Por qué disfruto tanto tus abrazos? - susurró a mi oído, y mi corazón palpito como 500 veces más de lo acostumbrado. - Me vas a matar, lo juro.
- No mueras. - bromeé. - ¿Quién me comprará ramos de lilas? - aun abrazados, pude sentir como su rostro se tornaba en sonrisa. - No vuelvas a ser tan idiota, que la próxima vez te costaría más que globos por toda la casa y flores raras. - él soltó una carcajada, y yo me paré sobre mi planta del pie, separándome del abrazo. Tenía que acabar con ese ambiente rápidamente, no podía dejar que eso "romántico" invadiera el lugar, tomando en cuenta el término "Solo Amigos".
- Hay que entrar ya, se nos hará tarde. - Dije sin dejar de mirarlo. Él sonrió, y me di media vuelta caminando hasta el interior del cine.

...

- Iré por palomitas. - Dijo él, antes de alejarse de mi vista.
Caminé hasta las mesas altas del café del cine, y me senté en una de las dos sillas. Dejé sobre la mesa las rosas, y sonreí.
Me sentía tan maldita sea confundida.
"Solo Amigos", "Un Trato" "Fingir ser Pareja", todo eso era un dolor de cabeza para mí. ¿Qué se suponía que pensara si Ross decía "Es solo un favor" y después me besaba, diciéndome que me robaría más besos? "Tal vez le gustas enserio" pensó una vocecita en mi interior. Sacudí la cabeza, negando internamente. Yo no podía gustarle, nada había cambiado aquí en Londres. Éramos los mismos que en Italia, el mismo Ross, la misma Lau; él estaba pendiente con Sarah, y yo... pues, supongo que yo tenía a Gale. ¿Lo tenía? Él me lo había insinuado el día en que volamos hacia Londres. Debería de haberle llamado...
- Palomitas, refresco y Más gomitas.
Ross llegó con una charola roja, donde tenía las palomitas, los refrescos y la bolsa de golosinas. Se sentó a mi lado, y apartó un poco las rosas para dejar espacio a la charola. Yo le sonreí quedadamente. Me sentía extraña, como si estar ahí con él fuera algo malo... Necesitaba llamar a Lucirle, urgentemente. Ella era la que podría aconsejarme de manera indirecta, la que no tomaría partido como Ronny. Sentí mi teléfono pesar aún más en mi mano gracias a las ganas que tenía de llamar y pedirle consejos...
- ¿Tienes algo?
- ¿Por qué haces todo esto? - pregunté nerviosa. Mi voz salió con Naturalidad, aunque un poco temblorosa. Ross frunció el ceño, sin comprender mucho a lo que me refería.
- ¿Hacer qué? - Habló con voz grave. Una sensual, voz grave... Tan sexy.
- Eso. Esto. - Ni siquiera sabía a donde mirar. ¡¿A que me refería?! Era sencillamente un dolor de cabeza bien puesto. Ross era tan, tan confuso... - Haces cosas como besarme, y decirme que beso mal, pero después volverme a besar e insinuar que no sería el último beso, yo... - Apreté los parpados, y contuve la respiración. - Tus señales me confunden.
¿Estaba presionándolo demasiado? Eso parecía cuando sus ojos se abrieron con la mirada perdida. Él tampoco sabía la razón de sus actos. ¿Eso que quería decir? ¿Que era inconsciente a ellos? ¿Que los hacía sin pensar?
- Yo... - se calló. No supo que decir.
- No es de amigos robar besos, Ross. - susurré, y agradecí al cielo que la iluminación en el café fuera de tenues lámparas amarillas, dejando una luz media en todo el lugar; así Ross no notaría mi sonrojo.
Se quedó callado unos segundos, y sin recelo su mano buscó la mía sobre mi pierna. Abrió mi mano con Tranquilidad, y entrelazó nuestros dedos, entruchando mi palma. Esa sensación era de éxtasis total.
- Quiero ser sincero contigo. - tenía la boca seca: tragó saliva, y abrió su boca sin aire. "Desearía poder llegar a probar esos labios otra vez...Desearía que me robara otro beso." - Yo... - Ross levantó la vista de la mesa, y observó detrás de mi para encontrar un lugar seguro donde mirar mientras hablaba. Pero de repente, algo en su mirada cambió. Su respiración pasó de un "intranquila" a una "sin aire"; su quijada se trabó, y se enderezó en su silla.
- ¿Pasa algo Ross? - giré mi cabeza por sobre mi hombro, y observé hacia la dirección donde sus ojos se perdieron.
Un hombre alto, con traje, nos observaba, pero más a Ross. Cuando volteé, me miró a mí, pero su rostro se mantenía igual de inexpresivo. Volvió a Ross, el cual había pasado de sorpresa a Odio. Algo dentro de mí me lo estaba advirtiendo... Ese era el Señor Lynch.

A Writer Without LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora