Capítulo 57

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- ¡Está lloviendo! - gritó Kate señalando a la ventana. A juzgar por la expresión de la mamá de los Lynch, y por el intercambio de miradas entre Ross y Riker, eso no era nada bueno.
Se apresuraron a levantarse de las mesa estos dos últimos, y todos los demás los veíamos con interés. Abrieron completamente las pesadas cortinas, y nos encontramos con un ambiente totalmente hostil, obscuro y tenebroso. Se veía la electricidad del cielo, las nubes grises y los campos lejanos bastantes tenebrosos. ¿Por qué tanto alboroto? ¿Qué no estaban acostumbrados a que lloviese ahí? Digo, ¡Era Londres-llueve-todos-los-días-del-año-Inglaterra!
- Oh mierda... - susurró Ross volviéndose hacia nosotros. Stormie los miró consternada, y con un suspiro se alzó de hombros.
- Supongo que les diré a las amas de llaves que preparen habitaciones para todos. - ¡¿Habitaciones?! ¡¿Nos quedaríamos a dormir ahí?! Miré a Ross, el cual me observó con un rostro de total tranquilidad, como si fuera algo de todos los días. Genial... una noche ahí.

...

- ¿Por qué le temen tanto a la lluvia? - pregunté alzando una ceja, sentándome al lado de Ross en el sofá de la sala. Rydel y Ellington se encontraban acaramelados en el sillón del frente, y Riker y Caroline no se veían por ningún lado. Me pregunté entonces si eso no sería extraño para Stormie, ver a todos sus hijos... menos a la menor. Digo, si Rony o Yo hubiéramos faltado a alguna de esas reuniones familiares en el pasado, nuestra madre hubiera sentido un gran vacío en su pecho...
- No es solo lluvia, Lau. A ninguno de nosotros nos gusta conducir mientras el cielo se está cayendo fuera del coche. - Lo observé por unos segundos, y él se sintió incómodo. Apartó la mirada, y río chuscamente. - ¿Qué me miras?
- No sé. - admití, y sonreí quedamente. - Supongo que, tienen razón.
- No supongas, la tengo. - asintió, y se cruzó de brazos sobre su pecho.
Quería preguntar, en verdad quería... pero no sabía si sería lo correcto. ¿Debía de sacar ese tema a la luz? Mi curiosidad era mayor, sin lugar a dudas.
- Oye...
- Oigo. - sonrió, y echó su cabeza al respaldo del sofá. Yo inconscientemente, y consiente de que así sería el único modo en que él no me vería, recargué mi mejilla en su hombro.
- ¿Jennelle nunca viene a esta clase de días? - cerré los ojos estando recargada en su pecho, y sentí como su respiración se anuló.

Contesta contesta contesta; No me odies no me odies no me odies no me odies.

- No desde hace unos cuantos meses. - Ross subió su brazo hasta mi hombro, y me abrazó. - Tal vez unos ocho.
- ¿Ocho meses? - Me separé de su hombro, pero su brazo seguía sobre los míos. - Wau, eso es... Triste. - Él no contestó; se limitó a asentir y hacer pequeñas muecas con los labios.
Rydel y Ellington comenzaron un ataque de besos, lo cual me hizo sentir muy incómoda; miré hacia la mano de Ross en su pierna.
En ese momento, me sentía infinita: Cuando estaba con él, una serie de reacciones químicas ocurrían en todo mi cuerpo. No podía dejar de reírme como tonta, y mis mejillas siempre están rosadas (¿él lo notara?) siempre quería que me mirara, o que al menos intentara hacerlo, sin importar que al final fuera cobarde y apartara la vista; siempre quería hablarle, quisiera recargarme en su hombro y no hacer nada más aparte de estar todo el tiempo junto a él. Mis sentidos se agudizaban; a su lado hasta el roce de su codo con el mío era una revolución. Era más consiente de todo, de su cuerpo, del mío, de los movimientos de ambos; Estaba conscientemente inconsciente de los demás, porque sé que están ahí, y sé en qué tiempo y espacio estoy, pero al tenerlo todo frente a mis ojos el resto no importaba, no me interesaba en lo más mínimo.
Yo solo lo quería a él.
- ¿Estoy fingiendo bien? - pregunté en susurro con una disimulada risita. Lo había tomado desprevenido, y miró hacia mí con el entrecejo fruncido. - Ser tu novia. - aclaré. Su rostro se vio mucho más entendido. Estiró sus labios hasta mi oreja antes de susurrar.
- Lo haces de maravilla. - sonrió de oreja a oreja, y yo aparté el rostro de él. Eché un bostezo al aire y lo tapé con mi mano, sin embargo él lo notó. - ¿Tienes sueño? - preguntó con un trueno de música de fondo. Yo asentí; la verdad era que el Rally de aquella tarde me había agotado; correr por toda la propiedad Lynch había sido divertido, pero me había desplomado las piernas. - Ven, debes de dormir.

A Writer Without LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora