Capítulo 72

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    — ¡Mi bella Laura! —aulló Riker, extendiendo los brazos y manteniéndose en pie apenas. — ¿Cómo está la mejor cuñada del mundo?
El chico de pelo rubio se balanceaba de un lado a otro, con una sonrisa estúpida y un hedor que penetraba en mis fosas nasales; tal vez se le había caído una —o dos, o tres— bebidas —todas diferentes— sobre su ropa... eso quería pensar; siempre había considerado a Riker alguien pulcro.
— ¡Ups! ¡Perdón, perdón! —entrecerró los ojos, y alzó por sobre su cabeza su lata de cerveza— ¡Ex! ¡Ex cuñada! —rio frenéticamente, y después me miró mientras ladeaba la cabeza, pegando el rostro al hombro de un modo casi macabro.— Ross ya me ha pegado muchas veces por recordárselo.
— ¿Estás bien Riker?
— ¡De maravilla! —
— Pobre loco. — murmuró Lucy; yo la miré de reojo y rodé los ojos.
La música comenzó aún más fuerte de lo que ya estaba, y como consecuencia, todos a nuestro alrededor comenzaron a bailar con más energía. Riker miró a su alrededor confundido, y después torpemente intentó tomar el paso que los demás bailarines —menos borrachos— habían tomado mientras saltaban al ritmo de la música del DJ. Cuando noté como sus pies se enredaban entre sí, me di cuenta de que el Riker centrado que había conocido hacía apenas unos meses y éste no estaba ni siquiera en el mismo mapa.
— ¡Riker! —grité sobre la música.
Pareció oírme apenas; su rostro se contrajo en una extraña mueca mientras que giraba la cabeza para mirarme. Fue como si no me hubiera reconocido, como si no recordara que nos acabábamos de ver hacía dos segundos atrás antes de que todos comenzaran a saltar.
Busqué el brazo de Lucy, y la acerqué a mi sin mirarla. Tuve que inclinarme un poco para que mis labios quedaran a su corta estatura, igualando su oreja.
— Tenemos que sacarlo de aquí.
— ¿Quién mierda es él? — preguntó Lucy con un desespero enorme en su voz.
— Riker Lynch, el hermano de Ross.

...

Robert y Thomas posiblemente nos iban a odiar después de aquella experiencia... digo, viajar con un desconocido borracho en taxi durante 30 minutos mientras él amenazaba cada determinado tiempo en vomitar sobre tus zapatos, y aparte de todo tener al taxista advirtiéndote que cualquier cosa que el <<desconocido>> vomite lo tendrás que reponer tú con tu dinero, no debe ser muy agradable.
La lluvia ya no existía cuando nos bajamos Lucy, Riker —éste último medio inconsciente por supuesto— y yo al frente del hotel. Ni Thomas y Robert se molestaron en ayudarnos con el borracho, ni siquiera a abrirnos la puerta; suspiré y dibujé una mueca en mi rostro mientras entraba al hotel y me despedía de ambos —los cuales no bajaron ni siquiera del taxi— mirando por sobre mi hombro... no íbamos a ser bien bienvenidas en "The Lucky One" nunca más.
— Otra vez —comenzó Lucy—, repíteme, ¿Por qué hacemos esto?
— ¿Que querías que hiciera? — Acomodé el brazo del inconsciente Riker sobre mi hombro otra vez— No podía dejarlo tirado en ese club.
— ¿Sabes? Robert era realmente sensual. ¡Imagínate! ¡Podría haber tenido un amor loco y sexy con un desconocido en Londres! ¡La cereza del pastel!
— ¡Cállate y ayúdame a llevarlo hasta el elevador! —detuve su parloteo.
La mirada extrañada del botones nos pasó desapercibida. Lucy y yo nos encaminamos hacia el elevador, y yo tuve que inclinarme un poco con el peso de Riker sobre mi espalda para poder pedir el elevador al loft.
La espera parecía infinita; Riker tenía el cuello tirado hacia atrás, y dejaba caer totalmente su peso sobre nuestros hombros; balbuceaba cosas y hablaba de manera totalmente irracional, mientras que aventaba manotazos al aire de vez en cuando.
El elevador se abrió, y apenas apareció prácticamente aventamos a Riker dentro. Lucy casi se desfallece, pero el que terminó el en suelo fue Riker; estaba tan inconsciente que terminó por acostarse en la alfombra del suelo y acurrucarse en ella. Lucy y yo intercambiamos una larga mirada llena de exasperación.

Llevé mis manos hasta mis caderas; Riker descansaba plácidamente en el sofá desplegable que afortunadamente estaba en nuestra habitación.
Dormido no se veía tan demacrado; sus grandes pestañas resaltaban a la vista, y su cabello ya no lucía tan sucio. Bueno, solo un poco.
Lucy llegó a mi lado, jadeante, y observó a Riker del mismo modo en que yo lo hacía. Nos miramos unos segundos, para después enfocar nuestra atención en el chico otra vez.
— ¿Esto es un hábito suyo? —Lucy dejó caer sus brazos, y fue a sentarse al borde de una de las camas— ¿Perderse de Borracho?
— Siendo sincera, me parece algo que el Riker que yo vagamente conocí no haría. — musité, y observé a Riker suspirar, profundamente dormido.
Lucy suspiró escandalosamente, y aventó lejos su zapato, para después ponerse de pie sobre la alfombra beige que estaba sobre todo el suelo de la habitación.
— Tomaré un baño —anunció con pereza, mientras se acercaba a la puerta del baño de la habitación.
Escuché como movía en interruptor de la luz, y acto seguido la puerta cerrándose.
Caminé hacia una de las camas, y me senté en ella; mis manos sintieron el suave almidón, y aventé los tacones de meter con solo impulsarlos desde el talón con el otro pie. Estiré mis piernas de nuevo, y sentí la alfombra que se extendía por todos lados.
Observar a Riker dormido en ese sofá hacía que todo se hiciera más real; él estaba ahí, frente a mí. De algún modo, eso conectaba todos los hechos y me hacía pensar que quizás estaría más cerca de lo que quisiera para encontrarme con Ross.
Me dejé caer boca arriba sobre el colchón, y lancé un enorme suspiro; si seguía pensando en cosas como esa, posiblemente iba a explotar y volverme frenéticamente loca.
Riker suspiró y se volvió a acurrucar en el sofá. Entonces sentí un tremendo sueño que llegó como una ola inesperada.

...

— Yo... —lo escuché vagamente— no, no entiendes, nada de eso pasó. No me acuerdo de la mayoría de las cosas que ocurrieron anoche, no se... Sí. Tranquilo, su amiga dice que solamente me sacaron de ahí —giré en la cama, y escuché como él se quedaba totalmente en silencio—. Hmm... —musitó en un volumen mucho más bajo— creo que ya se va a despertar, mejor te hablo después —volvió a susurrar; apreté los ojos aún cerrados con fuerza—. Ya, te llamo luego Ross.
Abrí mis ojos de golpe; el aire se fue de mis pulmones por un microsegundo, y sentí como mi mano derecha tembló sin razón alguna.
Riker hablaba con Ross.
Ross sabía que estaba en Londres.
Madre mía.
— ¡Lau! — La voz de Riker se escuchaba alegre y ligera.
Elevé mi torso para sentarme en la cama, y observé a Riker, el cual estaba de pie en medio de la habitación, con su BlackBerry en mano. Me miró, con un semblante que parecía titubear.
Llevé mi mano abierta hasta mi frente; miré hacia la cama de junto, y noté como Lucy ya no estaba, pero de hecho la cama estaba perfectamente tendida.
— Riker, ¿cómo estás?
— Ya mejor —admitió, y apartó la vista, aparentemente avergonzado—. Lamento lo de anoche, yo... —suspiró, y volteó a mirarme— no he estado en mis casillas últimamente.
La puerta de la habitación se abrió; Lucy se detuvo apenas observó la escena: Riker y yo entablando nuestra primera conversación en meses. La última vez que lo había visto fue en la boda de Rydel, cuando Ross y yo tuvimos que salir corriendo hacia el aeropuerto gracias al infarto que le había dado a mi abuelo Ulises.
— Oh, Lau. Ya despertaste —Lucy entró a la habitación, con una bolsa de papel sostenida por su mano derecha y un periódico en la izquierda—. Fui a comprar donas —con una sonrisa en el rostro alzó la bolsa en lo alto.
Lucy posó su mirada en Riker, y sonrió.
— Ya te ves mejor. —aseguró ella, y caminó hacia el escritorio de nuestra habitación, cerrando la puerta detrás de ella.
— Si, tu igual. — Bromeo.
Algo no estaba bien. ¿En qué momento, ellos dos habían tenido oportunidad para crear chistes privados?
Riker fue al lado de Lucy y tomó una dona; yo me levanté a rastras de la cama, y caminé hacia el baño.
Apenas la puerta se cerró detrás de mí, conmigo dentro, me miré al espejo. Escuché como después de que había salido de la habitación ellos dos comenzaban a reír; ¡¿Que mierda?!
Recargué mis manos en el limpio lavabo, y observé mi reflejo en el espejo.
Era Ross; Riker hablaba con él antes de que despertara. Y por alguna razón, no quería que me diera cuenta de que lo hacía... ¡¿Por qué?!
Abrí el grifo, y el agua cayó en chorro uniforme. Metí mis manos bajo el agua, y después me incliné sobre el lavamanos para mojarme la cara e intentar despejar mi mente y mis pensamientos. Extendí mi mano para tomar una toalla desde el servidor, y me sequé la cara mientras cerraba la llave del grifo. Me observé un poco más.
Ross.
Londres.
Yo.
Todo eso era demasiado; mi corazón parecía a punto de dar un brinco en colapso si no resolvía mis dudas. Yo estaba ahí, pero, ¿y él? ¿Ross donde estaba? Según Lucy, podía estar en cualquier parte del mundo.
Algo me decía que ni estando en continentes separados nos íbamos a alejar... y eso me daba escalofríos.
Cuando salí del baño, descubrí a Lucy y Riker hablando y riendo de algo que no entendía. Cuando Lucy me miró de soslayo calló, y se dispuso a comer su dona. Si seguían con ese misterio, me iba a volver loca.
— ¿Hablabas con Ross?
No pude detenerme.
Lo juro.
Me fue imposible.
Riker se quedó en un estado de Shock, con su mirada perdida en mí, y su semblante bastante inseguro. Lucy me miró con asombro, y después fijó su vista en Riker.
El chico tragó gordo, y miró a Lucy un par de segundos. Otro par volvió hacia mí, y otro par hacia el suelo. Ahí es cuando volvió a esbozar palabra.
— Si —se encogió de hombros—. Solamente lo llamé.
— ¿Por qué? —me acerqué dos pasos, vacilante— ¿Dónde está él?
— En Paris, Lau —soltó de repente—. Solo lo llamé porque, me iba a matar si no era al primero a quien le decía que te había encontrado en Londres.
Mi corazón se detuvo. ¿Le importaba? ¿A Ross le podía seguir importando que estuviera ahí?
Eso no era posible.
Tenía que preguntar algo más, antes de que cualquier otro estúpido pensamiento romántico cruzase mi cabeza.
— Está con Alice, ¿Verdad? ¿Sigue con ella?
— Lau... —me recriminó Lucy, ladeando la cabeza.
Me estaba lastimando.
Ya parecía ser experta en eso.
En auto-herirme.
Cerré los ojos con fuerza; el silencio perdido y la mirada confusa de Riker me había dado la respuesta.
— No te molestes en contestar... tu silencio me afirmó todo. 

#BGFY

A Writer Without LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora