Capítulo 44

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  "Y ahora, veo como el señor de traje elegante y estirado está dejando mis maletas junto a la puerta. Le doy una sonrisa, solamente para que no se sienta mal, al menos no tan mal como yo me siento.
No solo estoy comprometida a fingir ser la novia de Ross, sino que ahora lo tendré que hacer las veinticuatro horas al día, todo hasta al menos le día de la boda, a la cual parece ser que también estoy comprometida a ir. La mentira es una bola de nieve; mientras mas tiempo rueda, mas grande, pesada y complicada se vuelve. Ross y yo estábamos hasta el fondo en una, una mentira que si se llegaba a descubrir la verdad, a Ross le iría muy, muy mal, pero mas que nada en cuestión de orgullo.
¿Y yo? ¿Como voy yo con mi asunto del romance? Nada bien. Sinceramente se me hace estúpido el hecho de que el maldito Karma me haya dado el romanticismo para depender de el para una beca. ¿Por qué justo en este año la mesa directiva de la Universidad tenía que ponerse a tocar sus "fibras románticas" y quisieron ver si los aspirantes a becas teníamos sentimientos? Esto es tan absurdo que hasta da risa.
Y no, Ronny. No ah pasado nada entre Ross y yo... lo más a lo que hemos llegado es un apretón de manos cuando su madre o sus hermanos nos ven, aparte de eso él y yo seguimos igual de distantes de siempre. Bueno, somos amigos, eso está claro, pero nuestra relación nunca pasará de eso y de un falso "noviazgo" entre ambos.
Si, me encanta, pero no se lo pienso decir. Si se lo digo, ¿Con qué cara lo podría volver a mirar? moriría de vergüenza; pensaría que soy una niñita inmadura, una estúpida. Prefiero amarlo en silencio, como hasta ahora lo eh hecho.
No te vuelvas loca, y no le digas a nadie sobre esto.

Te Quiero, Lau."

Una vez que terminé de escribir el e-mail para Ronny, llené las bases de datos con su correo y lo envié. Cuando me llegó la notificación de "Correo Enviado" cerré mi bandeja de entrada, y cerré el navegador quedando en el escritorio de la pantalla. Abrí mi "One Book" y me propuse a escribir un poco. De repente me había encontrado con un poco mas de inspiración... quizás toda la que necesitaba.

De repente, comencé a escribir.

"¿Para que es el amor? Digo 'para que', ya que parece más un objeto de gran valor. Todos lo desean, todos parecen necesitarlo. Pero pocos realmente lo tienen, pocos realmente lo valoran.
Eh estudiado el amor en silencio este ultimo mes, mes en el que he descubierto mas cosas de mi que de costumbre. Más profundas que una nueva peca, más internas que un glóbulo rojo que bombea hacia el corazón. He descubierto que si, soy una mujer cursi, que aparentaba ser inquebrantable. Pero me quiebro. Tan fácil como la porcelana.
Soy una mujer cuyo carácter es efecto del estrago de un matrimonio roto por el milagro de la muerte, hija de una mujer que parece estar segada por un amor que le hace mas daño que bien; hermana de una mujer cuya afición es salir lastimada. Hija de un hombre, que jamás le enseñó como era ser amada en pareja, porque mis padres nunca se amaban. Nunca vi en mi madre una mirada como la que yo le regalo a Él, el cual ni siquiera sabe que existo. Quizás se amaban, pero de un modo personal, intimo, sin demostración frente a la otra persona, en medio de la soledad de una habitación oscura.
Así es el amor; confuso, diferente para todos. Nadie se enamora igual, nadie sabe lo que el otro siente. Por eso es que yo no comprendo el placer que siente mi madre con las palabras de odio de su marido, o lo que siente mi hermana al llorar desconsoladamente cuando el rompen el corazón, otra vez. Pero si se lo que es amar, sin ser amada. Y eso, ni madre ni mi hermana saben como se siente.
Amo a un hombre, con grandes brazos que me abrazan, grandes ojos que me miran. Lo amo en silencio, porque si hablo pecaría, si hablo el huiría y nunca me volvería a abrazar. Lo tengo, sin tenerlo.
Él es mio, en mi mente, en mi alma. Para mi, como él no hay otro, y eso me lo ah comprobado con sus actos. Lo mejor de todo, algo que también podría ser considerado 'negativo', es que el ni siquiera lo intenta, y me tiene enamorada. Loca, irrevocable y estúpidamente enamorada. Me pregunto, ¿Qué sería de mi si intentase enamorarme? Definitivamente... no lo se. Solamente se que no tendría la cabeza suficiente como para hacerlo; quizás por eso no lo hace.
Yo lo amo a él, y él ama a otra. Ama a su pasado, ama a una mujer que lo degradó, lo lastimo, lo hirió y él sigue gastando sus noches en sus recuerdos.
Como me gustaría saber que yo soy la dueña de sus pensamientos. Oh, vida. Que cruel eres conmigo.
Antes de siquiera intentar escribir esto, yo estaba rehúsa al amor. Le huía a la idea de ser tan ciega como mi madre, o tan masoquista como mi hermana. No quería lastimarme mas, ya que las cicatriz de la muerte aun no secan por completo. Enamorarme sería lo más estúpido que hubiera elegido.
Solamente que, en esta ocación no lo elegí. Llegó por cuenta propia.
Siempre pensé que yo era anti-romanticismo. Nunca me llamaron la atención ni las películas como "Diario de una pasión", y los poemas de Paulo Cohelo solamente los comprendía, analizaba, pero jamás me tocaron alguna fibra. Después de conocerlo a él, se que no soy anti-romance... soy anti-personas-palabras-situaciones. Descubrí que lo que siento, depende de la persona que me lo diga. Él ah dicho las cosas correctas, en el lugar correcto... y él es la persona correcta, aparte de todo".

...

- Tenemos que arreglar esto, Ross. - dije cruzandome de brazos apenas el cerró la puerta a su espalda. Ross me miró con cara de chihuahua asustado, acorralado por un enorme Rottweiler con rabia. Similitud con la realidad es pura coincidencia.
Ross echó un suspiro al aire, para después alejarse de la puerta y caminar hacia mi. Había pasado ya mi primera noche en Londres en casa de los Lynch, en el cuarto de huespedes. Odiaba admitir que me sentía muy a gusto ahí, por 3 razones fundamentales:
Razón numero uno: Todo se sentía como en un "hogar". Jamás había sido de la clase de persona que no puede vivir sin estar en su casa, sin embargo no era muy social tampoco, así que me gustaba quedarme en cualquier lugar lejos de la gente molesta, y uno de esos era mi habitación. Ese lugar tenía el "Estoy en casa" en el ambiente, y eso era algo que me gustaba.
Razón numero dos: No tendría que preocuparme por pagar un hotel, y podría gastar el dinero que tenía apartado para eso con otro fin, como literatura o Starbucks.
Razón numero tres: Estaba mas cerca de Ross, aunque eso significara todo eso. Bueno, pero eso ya era otro tema...
- Perdón. - Él reveló los ojos, y bajó sus hombros. - Disculpa, jamás pensé que...
- Te lo dije, Lynch. - mascullé entre dientes. - Te dije que dijeras la verdad, ahora estamos estancados hasta el fondo.
Ross no sabía que decir, y no lo culpaba. ¿Que podríamos hacer ahora? Eso era algo que hasta yo sabía, pero conociendo a Ross y lo considerado que era, jamás me lo diría implicitamente: no me quedaba otra opción aparte de seguir fingiendo. ¿Que otra opción quedaba? Lo unico que me salvaría de eso era dejar a Ross botado y decir la verdad, pero yo no sería tan cruel como para hacerlo... no a él.
- Ya, olvidalo. - bufé molesta. Me di media vuelta, y caminé hacia la ventana con grandes cortinas blancas. Me asomé por el cristal, y me topé con el frente de la casa de Ross, una imponente mansión inglesa. ¿Quién diría que Ross terminaría teniendo tanto?
- ¿Eso que quiere decir? - Miré sobre mi hombro, y rodeé los ojos sin contestar. - ¿Me ayudaras?
- No soy tan maldita como para no hacerlo. - Miré hacia la ventana otra vez, para después sentir claramente como llegaba Ross desde mi espalda y me abrazaba desde la cintura. Casi me sacó el aire de tan fuerte que fue el abrazo. Ross besó mi mejilla desde mi espalda, y continuó abrazandome.
- ¡Eres la mejor!
- ¡Lo se! - contesté con sarcásmo.
Ross siguió abrazado de mi, pero aflojó la cadena que tenía en mi cintura liberando mis brazos de ella. Yo puse mis brazos sobre los suyos, y bajé la mirada, inspeccionando sus manos. Él recargó su mentón en el espacio entre mi hombro y mi cuello, y ambos miramos hacia la ventana.
- ¿Por qué no me contaste nada sobre todo esto? - pregunté mirando hacia el exterior. - Dijiste que tenías una 'pequeña fabrica de relojes'. - Ross rió, y me apretó a él con mas fuerza, estando aun en la misma posición.
- ¿Querías que te dijera?
- Hubiera sido interesante. - objeté y reí siguilosamente.
- Hmn... - suspiró. - Te dije que la verdad. - bufé sarcástica. - ¡Enserio! Esto era una pequeña empresa de relojes. Se fue extendiendo poco a poco, y al final pues ya no se hizo tan pequeña... creo que es costumbre añadirle ese adjetivo. - alcé las cejas sin que el lo notara, al menos eso creía.
- Un adjetivo bastante inapropiado, si me preguntas.
- A estas alturas, lo es. - Ross soltó mi cintura, y nos separamos un metro. Yo di media vuelta, y quedamos frente a frente; él se sentó en el colchón de la cama, y yo lo seguí sentandome junto a el.
Por un momento, me olvidé de la farsa. Por un instante, sentí estar fingiendo nuestro romance allí tambien, ocultos en una habitación donde nadie nos veía. ¿Por qué seguir fingiendo si nadie estaba cerca para percatarse de eso? Yo no fingía, pero Ross si. Para él yo solo era una amiga, una conocida que la vida decidió poner en su camino sin razón lógica. Para mi, él era mi amor platonico, un sueño. Una estrella más en un basto cielo oscuro que brillaba con una intensidad diferente a las demás. Ross era diferente a todos los demás, y eso era justo lo que me volvía loca de él.
No había razón para seguir fingiendo como lo hicimos en la cena... pero lo hicimos.
- ¿Haremos algo hoy? - pregunté intentando cambiar de tema. Ross soltó una carcajada sutil, y yo sonreí. ¿Por qué su risa era tan armoniosa?
- ¿Tú? Tú hoy escribirás en el jardín. - me indicó, y como cereza en el pastel apretó suavemente mi nariz. Yo moví mi cabeza y él alejó su mano sonriendo.
- Para tu información, ya empecé mi ensayo. - dije orgullosa de mi misma. Si, ya había empezado; garabatos talvez, pero algo era algo: Por fin después de un mes y unas cuantas semanas, ya podía escribir algo bien de sí.
- ¿Ah si? - Ross se alejó, y alzó las cejas divertidamente. Yo solté una risotada. - ¿A ver?
- ¿A ver qué? - junté las cejas.
- Lo que escribiste.
- No, no lo leerás. - negué sonriendo. - Sabes que no me gusta que lean lo que escribo.
- Pero si los del comité de becas lo leerán... mejor que yo te diga en que puedes mejorar, ¿No? - me quedé en silencio unos segundos, solamente mirandolo a los ojos. Él hizo lo mismo. Fue tan profunda la mirada, que sentí mi corazón temblar y mi pecho ablandarse. Ross tenía ese extraño poder en mi.
- No. - dije con una sonrisa de oreja a oreja. - No te enseñaré nada, mejor muestrame Londres.   
#BGFY

A Writer Without LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora