Capítulo 11

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El viento jugueteaba con mi cabello, mientras que yo miraba hacia el mar mediterráneo, tan pacifico, y tan feroz al mismo tiempo. 

Era un engendro raro, una extraña, alguien que no valía la pena. ¿Cómo podía si quiera esmerarme en escribir algo sobre el amor? Si fuera una persona conformista, quizás le hubiera preguntado a Ronny o a Yannin sobre sus vastos romances, que a diferencia de mi, ellas si tenían experiencia en esos temas. Claro, eso es lo que una persona normal haría, pero yo siempre era rara, en cada uno de los aspectos. ¿Cómo escribir algo que jamás se ah sentido? Simplemente imposible...
- ¡Lau! - la voz de Ross se escuchó desde la lejanía de la playa. «Lo que tienes de rara, lo tienes de obvia... Es lógico que él te iba a buscar aquí, idiota. Aunque, ni siquiera sabía si realmente me iba a buscar, así que da lo mismo...». No me inmuté en mirarlo, al contrario, me limité a mirar el agua chocar con las rocas posteriores, mientras que él caminaba hacia mí. Escuchaba sus pasos sobre la grava, pero al mismo tiempo estos eran opacados por el sonido de la costa, y el choque de las olas con ellas mismas. Suspiré.
- Lau. - dijo ya a volumen normal. Yo continúe sin mirarlo, mientras que el se sentaba a mi lado en la roca mas plana de todas. - ¿E-estas bien?
- Perfecta. - mentí, mientras que él solamente me miraba. No era buena en eso de mentir, pero no quería que Lynch sintiera lastima por mí. Aquellos habían sido mis errores, no es nada de lo que alguien tuviera que tener compasión.
- Yo sé que no lo estas...
- ¿Aparte de idiota, Brujo?
- ¿Eso quiere decir que de hecho adiviné? - hice un mohín un poco irritada, mientras que él echó una risita entre dientes. Inmediatamente cambió su risa por seriedad, mientras que yo tan solo miraba al mar. Me miró fijamente, sentía sus pesados ojos sobre mí, pero no quería voltear.
- Lo siento. - dijo de repente, bajando la mirada. Yo estaba gratamente sorprendida, aunque no hice mucho auge en demostrarlo. - Soy un idiota, un insensible. Me sacas de quicio, pero eso no me da derecho de hablarte así.
- Que bien que lo comprendas. - bufé, mientras lo miraba por primera vez desde que llego a la playa conmigo. Él hizo una mueca con la curvatura de su labio, mientras que yo lo miraba detenidamente.
- Enserio, lo siento. Nada de lo que tenía era cierto, no tenía uso de razón y...
- Vamos Ross, no soy idiota. Sé que lo que dijiste era solamente la verdad, lo sé porque lo sabía desde antes. Soy una rareza de la naturaleza.
- ¡No! ¡No! ¡No digas eso Lau! - negó repetidas veces con la cabeza, como si estuviera arrepentido. - Tú vales mucho.
- Claro... - dije con sarcasmo evidente, mientras que el me miraba desaprobando mis palabras.
- ¡Hablo enserio Laura! Cualquier chico sería afortunado de estar contigo. Tú eres tan... Lejos de lo normal.
- ¿Eso es bueno?
- ¿En una sociedad de mierda como en la que vivimos? Si. - contestó con una enorme sonrisa en los ojos. Yo negué con la cabeza varias veces mientras miraba otra vez hacia el océano.
- ¿Qué más tengo que decir para que te sientas mejor? - preguntó en medio de un suspiro. Yo hice una mueca, aunque el no alcanzó a verla.
- Tú nada... Yo soy la rara aquí.
- Lo raro es bueno. - asintió emocionado el cabeza.
- En mi caso, creo que es lo contrario. - decepcionada, miré hacia la roca color caoba oscura, casi café, Sin nada aparte de lamentos y pensamientos tontos en mi cabeza.
- No debes de pensar eso de ti misma Lau... Eres hermosa, enserio. - sonrió. Un escalofrió cruzó mi espalda ante sus palabras: era la primera vez que un chico me decía eso... La primera. – Eres hermosa desde todos los puntos, física e internamente. Aunque seas una niña molesta, mimada y sangrona que no soporta a los británicos – solté una suave carcajada, al igual que él. De algún modo, Ross sabía cómo hacerme sentir mejor. – y aunque seas más complicada que un mapa de estrellas... Eres hermosa. La única que falta de darse cuenta eres tú. - Una extraña sensación se sintió desde el fondo de mi pecho, más que nada del lado izquierdo. Mi respiración era un poco más pausada, mientras que algo dentro de mi palpitaba, pero de un modo tan rápido que ni siquiera me daba cuenta de cómo lo hacía, solo tenía una monótona sensación cruzando mi espina dorsal.
- Tengo que irme... - Dijo levantándose otra vez de la roca en desnivel. - le prometí a tu abuelo que ayudaría a darle una pintada a la florería. - sonrió de oreja a oreja. Desconcertada (aún) por las palabras del chico, parpadeé repetidas veces, mientras que volvía a mirar hacia el mar. De la nada, vi como Ross se hincó a mi lado, y sin prejuicios besó tierna y sigilosamente mi mejilla.
- No estés triste, que no te queda bien. Prefiero a la irritósa y molesta Lau de todos los días. - sonrió después de aquel gesto... Mi corazón sufrió un electro shock.
Ross se alejó por un costado, mientras que yo seguía plasmada. Había vivido un millón de emociones en dos minutos... Todo en dos minutos.
Alcé mi mirada, echándole un ojo a la dirección en la que Ross se alejaba, y lo vi caminando tan tranquilo y sin preocupaciones por la vereda de la playa. Ross Lynch, El mismo de siempre, pero tan diferente al que conocía.

#BGFY

A Writer Without LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora