Capítulo 39

604 42 3
                                    

  Los ojos hinchados de Ross se abrieron de un segundo a otro.
- Ponte el cinturón. - mascullé mientras jalaba de la correa de cintura. Sin decir palabra alguna, luciendo un poco aturdido, Ross hizo caso a mis palabras. La aeromoza - una diferente a la avellanada coqueta - pasó por nuestro asiento pidiendo que nos colocáramos bien el cinturón ya que estábamos a punto de aterrizar. No quise mirar por la ventana, para empezar casi no podía; las nubes espesas tapaban la vista, y mis ojos se quedaban cortos en distancia.
Al final, el avión comenzó a descender hacia la ciudad.
- Inglaterra... Llegamos. - dijo Ross, pero no en un tono alegre, si no aproximadamente todo lo contrario, Hecho que provocó en mí una pequeña punzada en el corazón. Quizás había algo detrás de sus palabras llenas de desprecio.

...

- Yo llevo eso. - Dijo Ross colgándose mi mochila al hombro. Yo no renegué, y mejor me enfoqué solamente en llevar mis dos maletas de ruedas sostenidas por ambas manos.
Ross llevó sus dos maletas de correa más mi mochila, y así caminamos por todo el descenso hasta llegar al área abierta del aeropuerto, lo que era lo mismo, a la sala de espera. Cientos y cientos de personas caminaban de un lado a otro, todas con rumbo fijo y el horario ocupado. No me separé de Ross ni un solo instante.
- ¿Tienes hambre? - preguntó de repente, y en ese instante fue la primera vez que yo me lo preguntaba también; si, tenía mucha hambre. Hasta más que mucha. Asentí la cabeza. - Sígueme, hay un lugar aquí en el aeropuerto que me gusta. - dijo el para después comenzar a caminar.
¿Ross intentaba aligerar el ambiente, o eran mis nervios? Quizás se había dado cuenta que ya de nada valía ser indiferente conmigo; en unas cuantas horas después de eso, él estaría dejándome en un hotel, se despediría de mí, y se iría a su hogar, con su familia, dejándome a mí un bonito recuerdo - doloroso también - de lo que él era, y de cómo su ser era posiblemente el único que me gustaba de forma verdadera.
Caminamos hacia las grandes escaleras eléctricas, aun con nuestras cosas en mano. Subimos hasta la segunda planta, donde se encontraban más locales de comida, ropa y recuerdos breves de Londres. Sin dudarlo ni dos veces, Ross comenzó a caminar por todo el lugar, hasta llegar frente a lo que parecía ser un lugar de hamburguesas. Perfecto, pensé; grasa y carbohidratos  pueden curar un corazón herido. Yupi...

...

Le di un mordisco a mi hamburguesa de queso, mientras que Ross tomaba un pedazo de tocino y lo mordía ferozmente. Mi hambre comparada con la de él lucía como "un antojo" solamente.
No quería parecer entrometida, pero tampoco quería quedarme con la duda. ¿Que perdía si le preguntaba sobre su familia? Absolutamente nada. Total, ya ni siquiera lo volvería a ver en la vida, así que ¿qué más daba?
- ¿Cuándo se casa tu hermana? - pregunté sin mirarlo a él, enfocándome en mi hamburguesa. Ross no pareció perturbarse ante la pregunta; se notó totalmente tranquilo y sin ánimos de ofenderse o sentirme entrometida.
- En una semana y media, quizás dos. - dio un trago a su Pepsi, y concluyó después de pasar el líquido, - Mi hermano no me supo decir muy bien por teléfono. - Significaba que tenía más de una hermana solamente... Bien, eso era un progreso.
- ¿Tu hermano? - Ross separó la vista de la mesa, y me miró a mí. - Pensé que solo tenías a tu hermana.
- Tengo tres. - aclaró sin chiste. - Rydel, es la mayor con Veinticinco años, Después mi hermano Riker de Veintitrés, luego yo de Veintiuno y al final mi hermana Jenelle de Diecisiete. - Ja... Lo que descubres gracias a una hamburguesa.
Ross continuó comiendo con ligereza, aunque yo para la mitad de la hamburguesa ya me sentía un poco más que satisfecha.
Tres Erres, 1 Jotas. Rydel, Riker, Ross, Jenelle. R-R-R-J. ¿Significaría algo?
Podría serlo, o quizás mi mamá era la única loca que nombraba a sus hijas por referencias de nuestra familia ya fallecida. Como por ejemplo, Mi bisabuelo se llamaba Louis, y mi bisabuela Ramona. Según mi madre y mi abuela, Mis Bisabuelos eran unos enamorados románticos que, en su juventud, trazaron sus nombres en la corteza del viejo roble que se encontraba al centro del parque principal de Nove, donde ahora hay juegos para niños. Tuvieron que quitar ese imponente y enorme árbol ya que era "inseguro"; dice mi mamá que mi bisabuela lloró tanto, que mi tío Lorenzo fue a cortar el pedazo de corteza donde estaban grabadas las siglas de mi bisabuela y mi bisabuelo. Ahora mi abuela mantenía ese pedazo de madera en el estudio de mi abuelo, en remembranza de su madre. Mi mamá decidió nombrarme Laura y a mi hermana Ronny por las letras iniciales de los nombres, L y R, las mismas que Louis y Ramonna. Según mi Mamá, es un lindo modo de recordar a sus abuelos.
Tal vez el nombre de Ross se basaba en sus bisabuelos también, o en... Gatos. Los carbohidratos ya estaban apoderándose de mi cabeza.
- Ross... - hablé con cautela. - ¿Puedo preguntarte algo? - Él frunció el ceño y asintió con la cabeza, nervioso. - ¿Por qué siento que tú sientes tanto recelo hacia Lo que es Londres? - lo miré intrigada, y por debajo de la mesa jugaba con mis manos nerviosas. Ross tragó el último bocado de su hamburguesa, y me miró casi como si tuviera ternura y compasión hacia mí.
- ¿En verdad no tienes ni pista? - él alzó una ceja, y ahora la confusión se apoderaba de mí. ¿Una pista? ¿Pista de qué? El río entre dientes, y se recargó a pleno en la silla de fierro en la que estaba sentado. - ¿Por qué razón crees que estaba en Italia, Lau? - Me mordí el labio, intentando pensar.
- ¿Porque querías conocer Italia?
- Porque quería escapar de Londres. - contestó, casi como si lo que acababa de decir fuera un chiste. - Quería escapar de la ciudad, de las nubes grises, de mi familia. Del recuerdo de Alice. - ... Lo había dicho de un modo tan seco, que hasta a mí me dolió. Quizás esas palabras ya eran usuales para él, ya que ni se inmutó en el momento en que las esbozó. - Mi familia es... "especial".
- ¿Especial bueno, o especial malo?
- Especial incómodo. - aclaró el, y yo me mantuve callada. - Especial de ese incomodo momento en que la familia parece querer entrometerse en todos los aspectos de tu vida.
- Tal vez... - tragué gordo. - Lo hicieron por que te quieren ver bien. - alcé las cejas expectante.
- Lo sé, lo hicieron por eso. - asintió con sus palabras. - sin embargo, las aves emigran. No podía quedarme en casa viendo como los pájaros volaban lejos y yo seguía estancado en el mismo lugar.
- Buena metáfora. - apunté.
- Gracias. - sonrió. - lo saqué de ese libro tuyo, el de los poemas románticos. - alcé las cejas sorprendida, y él sonrió. Era la primera sonrisa que me regalaba en días; la primera totalmente sincera.
Fue una sonrisa real.
Una sonrisa sin escrúpulos ni titubeos.
Una sonrisa que me inspiraba a regalarle otra igual de vuelta.
- ¡Hey Rosscito! - ... Los ojos de Ross se quedaron en blanco. En ese instante empezaría oficialmente todo lo que cambiaría mi vida, por siempre y para siempre. Un hombre de pelo rubio caramelo se posó detrás de la silla de Ross, y río a carcajadas casi cínicamente. Ross cerró los ojos con fuerza, como si deseara que la tierra se lo tragara en ese mismo instante. Miró por sobre su hombro de reojo, cambiando su expresión de un segundo a otro. - ¡Sabía que te encontraría aquí, Hermanito! ¡El mismo Ross de siempre! - ¡¿Hermanito?! Ahora yo era la que me había quedado en blanco. ¡¿Ese hombre era su hermano?!
Teniendo ese dato conmigo, pude darme cuenta del parecido: El hombre llamado Riker (tenía que ser él, ya que Ross no tenía ningún otro hermano) tenía el pelo del mismo tono que Ross, aunque un poco más ondulado. Sus ojos estaban más obscuros siendo totalmente cafés, pero su nariz era una fotocopia exacta a los de su hermanito menor. Los labios del hombre eran un poco más alargados... Me gustaban más los de Ross. WAU, eso sonó realmente feo. Ja...
- ¡Riker! - Ross se levantó de la mesa, y se acercó a su hermano. Entonces percaté a una mujer rubia, alta y hermosa que estaba junto a Riker.
Ross y Riker se abrazaron fraternalmente; aunque al principio la reacción de Ross no había sido totalmente positiva, era su hermano, y se veía contento de poder verlo. La mujer rubia me examinó de pies a cabeza, y al compás de sus ojos sentí un escalofrío.
- ¿Cómo me encontraste? - preguntó Ross.
- Eres muy "típico", Ross. Nunca cambias. - El hermano río, y después posó sus ojos en mí. Yo me sentí cohibida por un momento, mientras que Riker sonreía. - ¿Y ella, quién es? - preguntó con interés, dirigiéndose a Ross pero sin quitarme la vista de encima. Por instinto me levanté de la silla, y fui hacia ellos. Riker tomó mi mano y me saludó galantemente, dando un beso en ella. No sabía si reírme, sentir asco o sentirme alagada.
- Ella es Lau. - contestó Ross en un tono serio.
- Es un placer. - dijo Riker, y yo no atiné a hacer nada más aparte de sonreír.
- Hola, Caroline. - sonrió Ross a la rubia. - Un gusto verte. - Ross se acercó a saludar a la mujer. - No pensé que siguieras con el idiota de mi hermano. - para ese momento, quise reír, pero deduje por el rostro malhumorado de Riker que si lo llegaba a hacer, me cortarían la cabeza con los ojos. - Caroline, ella es Lau. Lau, Caroline, novia de mi hermano. - extendí mi mano, y ella hizo lo mismo. Ambas sonreímos, aunque al menos por mi parte era puro compromiso.
- Novia de hace ya cuatro años. - añadió Riker, con un tono prepotente. Ross lo miró con rostro de pocos amigos; algo me decía que estaba a punto de descubrir la verdadera razón de la tensión de Ross. - Bueno, ¡Vámonos! Tenemos a Josh esperando afuera por nosotros.
- ¡¿Josh?! - preguntó Ross de un modo bastante alegre y energético. - ¡Vamos entonces! - dijo con una sonrisa en los labios.
En ese momento, me sentí desubicada. ¿Qué estaba pasando? ¿Me iría con ellos? Obviamente no. Para cuando llegáramos a la salida del Aeropuerto, planeaba pedir un taxi y con indicaciones de Ross conseguir un buen Hotel; no me apetecía mucho conocer a "La familia".
Caroline y Riker caminaron hacia el barandal que mostraba el primer piso, mientras que Ross y yo regresábamos hacia el local por nuestras maletas. La cuenta ya había sido pagada, así que tan solo dejamos propina y tomamos nuestras cosas.
Caroline y Riker se adelantaron en el camino, mientras que, nerviosa, caminaba al lado de Ross, el cual parecía haberse olvidado de mi existencia desde que nombraron a ese tal "Josh". ¿Quién sería? Debía de ser alguien importante como para que Ross pareciera estar en estado automático después de eso.
- ¿Ross? - halé levemente de su camiseta, y llamé su atención. Él me miró y por la expresión en su rostro supe que recordó mi existencia.
- No te preocupes. - sonrió, provocándome hacer lo mismo. - el plan sigue igual, te llevaremos al hotel. - sonrió, y yo asentí, esta vez más relajada que antes.
- ¡Vamos! - Nos llamó Riker desde el frente. - ¡Ya quiero llegar a casa! - exclamó feliz, y volvió a caminar de la mano con Caroline. Yo aceleré dos pasos, hasta que Ross me detuvo con el brazo.
- Disculpa a mi hermano. - susurró a mi oído. - A veces puede... Sobrepasarse un poco y exagerar todo. - tragué gordo; no quería comprobar esa teoría.

Llegamos al exterior del lugar, donde la lluvia caía en brisa ligera.
Unos cuantos coches estacionados sobre la acera; mucha gente alrededor. Todos caminaron con seguridad a un coche negro que se encontraba a unos metros de distancia. Un hombre con Traje bajó de repente del asiento de piloto, mientras que rodeaba el automóvil por el frente.
- ¡James! - gritó Ross lleno de felicidad. Me gustó verlo así.
El hombre que según Ross entendía se llamaba James abrió la puerta trasera, y como un resorte, un gran Pastor Alemán salto del asiento, junto con un ladrido. Me sobresalté un poco, aunque los otros tres que iban conmigo lo notaron natural.
- ¡Josh! - El perro corrió directamente hasta Ross, el cual soltó todo en el suelo y se hincó para recibir al perro en sus brazos. - ¡Te extrañe amigo! - Dijo él mientras que el perro lo olisqueaba. - Josh... ¿Josh era un Perro? Refunfuñé, y miré al canino con un poco de temor. Jamás había sido fanática de los animales, y menos de los perros.
- Valla... Tomemos foto del rencuentro de los mejores amigos. - dijo Riker burlón generando risas por parte de Caroline, aunque no mías. A mí me parecía muy tierno.
- Señor Ross, será mejor que entre al auto. - sugirió James. - Dicen que lloverá fuertemente, y no viene preparado para Londres. - observé a Ross entonces; ni un solo Paraguas. Ross asintió, y se levantó del suelo. Tomó las cosas del piso, y sin más caminó hacia el auto.

...

Ya dentro del coche, camino hacia el Hotel que Ross le había indicado al chofer - aun no entendía por qué Tenían chofer, - Riker parecía Pájaro loco. No paraba de hablar, y de presumirle a Ross sus tantas buenas inversiones, sus negocios y como la riqueza de la familia crecía gracias a Él. Noté la incomodidad de Ross desde un principio, y a veces me regalaba miradas llenas de un "Siento que tengas que aguantar esto", seguidas por revuelo de ojos y suspiros que indicaban un "¿Alguien puede taparle la boca con un calcetín, por favor? Riker no se callaba; hasta su novia parecía ignorarlo. Tal vez era que ya estaba acostumbrada.
Abrumada por tanto "Yo-yo-yo-yo", suspiré más escandalosamente de lo que quería, provocando que tanto Ross como Riker voltearan a mirarme.
- ¿Todo bien, dulzura? - preguntó Riker de modo galante. Ross hizo mala cara, y yo sentí repulsión. ¿Estaba acaso coqueteándome? ¿Frente a su propia novia? Que patán, cínico y enfermo era ese hombre. Ross refunfuño.
- Todo Perfecto. - sonreí falsamente. Ross se dio cuenta de mi sonrisa de agonía, aunque Riker ni siquiera pareció notarla.
- Bueno Lau, dime, ¿Por qué eres amiga de este idiota? - dijo Riker refiriéndose a su hermano. Río, y miró a Ross. - Digo... No creo que Ross pudiera conseguirte para algo más que solo amistad. Él es demasiado idiota como para obtener a alguien tan inteligente como tú. - ... ¿Está bien? Creo que definitivamente alguien necesitaba ubicar a este chico. La situación era totalmente lo contrario: yo jamás podría conseguir a alguien como Ross.
- Pues, yo no lo veo así. Ross es una persona genial. - admití, y mire hacia mis pies al sentir la mirada de Ross observarme después de mis palabras. Ya, no podía ser tan sincera y obvia tampoco, eso solamente me generaría problemas y líos. Noté como Lynch (Ross, no Riker) sonrió quedadamente.
- ¡Já! - Riker bufó, provocando que tanto el como yo lo mirábamos de nuevo. - Definitivamente no lo conoces lo suficiente entonces.
- ¿Y tú sí? - preguntó Ross de forma retadora.
- Hmn, ¿Si? - preguntó más en modo sarcástico. -Eres mi hermano, por supuesto que te conozco. Se perfectamente que alguien como Lau y alguien como tú no podrían estar juntos jamás. - ... de algún modo, el rostro de Ross me lo dijo todo: Esa había sido la gota que rebasó el vaso.
¿Ira? ¿Coraje? ¿Enojo? Tenía la quijada trabada, y sus ojos llenos de un no-se-que que lo hacían ver escalofriante. Me dieron ganas de abrazarlo para tranquilizarlo, pero ni era lo apropiado, ni era bueno, ni era yo quien lo debía de hacer. Yo era solo una amiga... más de eso, imposible. Tal como Riker lo había dicho, quizás sin realmente saberlo: Ross y yo jamás podríamos estar juntos, por tantas mil y una razones invisibles ante todos. Hasta para mí.
- ¿Desde cuándo conoces a Lau que sabes que ella y yo jamás podríamos estar juntos?
- Soy muy perspicaz. - presumió Riker, orgulloso de sus "cualidades". Yo revelé los ojos, mirando hacia la ventana.
- Pues, señor perspicaz, - Ross sonrió de forma sarcástica. Y tomó mi mano, entrelazando nuestros dedos. ¡¿Qué diablos...?! - Lau es mi novia. Parece que te has equivocado, "Sabelotodo".

Y entonces sabía que, al final, el viaje a Inglaterra había sido un gran, gran error.  

#BGFY

A Writer Without LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora