HACKER 1 | terminada.

022. No soy bueno para ti

Justin me toma entre sus brazos. Una mano va a parar bajo mis piernas y la otra se dirige a mi espalda. De inmediato, los músculos de sus bíceps se tensan cuando su piel y la mía hacen contacto por primera vez en toda la noche. Su rostro queda a escasos centímetros del mío en un primer movimiento, tanto que parece que ninguno de los dos aguantará un segundo más sin besar al otro. Sin embargo, él desvía la mirada a tiempo y simplemente me carga con facilidad, caminando conmigo. Yo solo me dedico a sonreír como una niña contenta, reposando mi cabeza en su pecho firme.

Por el rabillo del ojo observo a Ashley intentando abrir la puerta de mi casa. Mi amiga reniega en voz baja hasta que por fin logra encontrar la llave correcta.

Una vez adentro, un largo silencio se encargar de colmar el ambiente de una sensación de incomodidad. Por mi parte no haga nada más que mirar a Justin tan descaradamente como puedo, embobada, aprovechando cada segundo que tengo a mi favor. Inevitablemente, mis ojos recaen en su boca húmeda, gruesa, deseable. Santa mierda, podría besarlo ahora mismo...

—No puede ser, ¡mira la hora que es! —la ruidosa voz de Ashley me despierta de mis fantasías.—Es tardísimo, tengo que irme —dice, abriendo la boca con dramatismo mientras mira su reloj de mano.

Sus palabras me dejan pensando, porque jamás la había escuchado preocuparse por la hora.

—¿Segura que puedes irte por tu cuenta? Es tarde, podría llamar a Damon...—sugiere Justin, en un tono neutral.

—No te preocupes, estaré bien—pero ella se encoge de hombros, relajada, y guiña un ojo en mi dirección. No se por qué, pero le respondo el gesto con una sonrisa.—Es solo que tendré que dejarlos solos, no tienes problemas con eso ¿verdad?

Mi corazón se aprieta cuando veo una leve sonrisa dibujarse en el rostro de Justin. 

—Solo la dejaré en su habitación y me iré, no te preocupes—responde él, con un ligero rubor en sus mejillas que lucha por disimular.

—Más vale que así sea, Romeo—Ashley coge su bolso rápidamente y se encamina hacia la puerta de mi casa. Una vez ahí, nos da una última mirada cómplice y agrega, esta vez en dirección a Justin: —Pórtense bien.

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